Prisioneros

Todos somos prisioneros. Con mayor o menor intensidad, más o menos conscientes de ello, somos prisioneros de nuestros dogmas, de nuestros prejuicios, de nuestros recuerdos, de nuestras decisiones (las que tomamos y las que dejamos de tomar), de lo que creemos que los demás esperan de nosotros, de nuestras inseguridades, de nuestros miedos, de nuestras esperanzas… de nuestras obligaciones.

Buena parte de esas obligaciones derivan de la sociedad en que vivimos, y, de ellas, un porcentaje muy elevado las asumimos con absoluta falta de entusiasmo, porque no queda más remedio, porque no se puede vivir de otra manera.

Sin embargo, cuando sucede algo tan imprevisto como la crisis sanitaria en la que nos hallamos inmersos, tan bestia, tan chocante que lo normal es que el aturdimiento por la dificultad de asimilar lo que pasa nos dure unos cuantos días, el sistema del que somos prisioneros queda al desnudo, y las conclusiones que se derivan de una observación detallada aún aturden más. Seguir leyendo «Prisioneros»

Carnaza para los buitres y demagogia barata

Traigo muy malas noticias: el mal existe, y es muy poderoso. La gente malvada actúa de modos muy diversos, a menudo embutida en caros trajes y vestidos, cómodamente instalada en lujosos despachos de lujosos edificios. Pero también existen los malvados que recurren a la fuerza bruta como medio de expresión, sin importarles en absoluto las consecuencias de sus actos.

Los «malos» existen, sin que haya un motivo que explique su maldad, y seguirán existiendo, hagamos lo que hagamos. Ni la cadena perpetua, ni la pena de muerte, ni millones de voces clamando justicia evitarán que quien disfruta violando o matando se lo piense dos veces antes de actuar.

Tengamos esto muy presente antes de aprovechar hechos tan repugnantes como el asesinato del que todo el mundo habla para hacer demagogia barata. Seguir leyendo «Carnaza para los buitres y demagogia barata»

La culpa no es de quienes no votan

viñeta el roto
El Roto

Acusar a los expulsados por el sistema, a los abandonados por las instituciones y por la política espectáculo de la que es parte la «izquierda», del crecimiento de la ultraderecha es el análisis más simple e injusto que se puede leer tras el éxito de la basura fascista de Vox en Andalucía.

«¿No votas? Pues apechuga con el resultado». Claro que sí, como si la familia desahuciada o que está a punto de serlo, el parado que sobrevive a base de chapuzas y de la caridad, la empleada del hogar que cobra en negro, y cualquiera que viva esclavizado en empleos de mierda tuvieran mucho que perder; no sea que el auge de Vox vaya a acabar con sus «privilegios». Seguir leyendo «La culpa no es de quienes no votan»

Cuando la acción directa es la única esperanza

pobreza el roto

Cada vez me cuesta más confiar en la política institucional. Cada vez me cuesta más creer que los partidos políticos (buena parte de ellos nido de auténticos vividores de lo público) tienen entre sus prioridades la construcción de una sociedad más justa, el fin de los abusos del poder, el bienestar de las capas de población más desfavorecidas.

Y sí, soy consciente de que el discurso de «todos los políticos son iguales» es peligroso y, probablemente, injusto. Pero es que la realidad es tozuda, y, aunque haya políticos honestos, personas que no pretenden medrar ni hacer del politiqueo un medio de vida, sino que realmente creen que desde el institucionalismo se pueden (y deben) solucionar los problemas de la gente con verdaderos problemas, la observación y la experiencia me dicen que el reformismo es tan exasperantemente lento que para poner remedio a situaciones de emergencia lo único que vale es la acción directa.

Sí, esa que el sistema, con el asentimiento de la gente de orden (de la ideología que sea), nos vende como inadmisible, pues atenta contra el estado de derecho y toda esa palabrería que sólo hace que proteger a quienes llevan siglos pisoteando a su conveniencia el tal estado de derecho.

Acción directa. La ciudadanía marcando el paso, asumiendo la supuesta responsabilidad de las instituciones que, sepultadas bajo toneladas de burocracia e intereses oligárquicos, han dimitido de sus funciones.

Os voy a hablar de dos ejemplos que, desde mi punto de vista, corroboran este planteamiento. Y gracias a que existen, estos y otros, porque sólo así se explica que no haya saltado ya todo por los aires. Seguir leyendo «Cuando la acción directa es la única esperanza»

La ¿última? oportunidad para la izquierda

Eneko las Heras - La Política
Viñeta de Eneko las Heras para La Política.

España es un país curioso. Es el único que conozco con suficiente detalle como para opinar, pero de verdad que me resulta curioso lo que pasa aquí. Hay épocas en que parece que sus habitantes seamos amebas, incapaces de mover un dedo por cambiar una realidad vergonzosa, y otras en que de repente estallan los fuegos artificiales y esto se convierte en el parque temático de las movilizaciones. Lo que pasa es que los fuegos artificiales son muy estruendosos y luminosos… durante un tiempo demasiado breve. Luego suele llegar la decepción, el desánimo, el hastío, y nada cambia. Bueno, sí, todo cambia a peor, porque quienes nunca descansan son los profesionales de «ganarse la vida» robando a manos llenas el dinero de todos. Es decir, empresarios corruptos, sus aliados políticos y satélites diversos, como esos por cuyas venas dicen que circula sangre azul (esperemos que el enrevesado vericueto lingüístico me libre de declarar ante un juez).

Hemos atravesado una etapa bastante yerma en cuanto a movilización social. El culebrón postelectoral que acabó permitiendo seguir gobernando a la organización criminal que todos aseguraban querer echar del poder, provocó tal bajonazo que, por lo menos en mi caso, sólo me dejó energía para mandarlos a todos a tomar viento. Seguir leyendo «La ¿última? oportunidad para la izquierda»

El mayor mal de nuestro mundo

Imagen anónima encontrada en Internet que no podría ser más elocuente.

El paro baja, pero cada vez hay más trabajadores cuyo sueldo no les permite llegar a final de mes. Y yo me pregunto: ¿qué sentido tiene? Si hemos llegado al punto en que uno vive para trabajar y ello a duras penas le da para sobrevivir, ¿qué lo diferencia del esclavismo? ¿Que no nos azotan? Hay peores maneras de azotar que con un látigo. El despojo de la conciencia de clase, por ejemplo; la anulación del amor propio, de la dignidad. El que el obrero se arrastre por un sueldo de miseria y renuncie a sus derechos.

El capitalismo depredador está más desatado que nunca y no ceja en el empeño de inocularnos su veneno corrosivo a través de los mensajes tendenciosos y reaccionarios que propagan los medios de comunicación propaganda a su servicio: la criminalización de aquellos que defienden sus derechos laborales, el cuestionamiento continuo de sus “privilegios”, el aplauso a quienes renuncian a derechos que tantos años de lucha costaron, como las vacaciones remuneradas o el permiso por maternidad.

Este capitalismo devorador de conciencias jamás sacia su apetito, jamás soltará su presa sobre quienes agachan la cabeza, porque siempre es posible exprimir un poco más. Seguir leyendo «El mayor mal de nuestro mundo»

‘Las uvas de la ira’: algún día llegará la vendimia

Las uvas de la ira - John Steinbeck

Hay libros que nunca dejan de estar de actualidad, que cuentan cosas que sucedieron hace casi un siglo, y que se repiten cíclicamente porque hay cosas que nunca cambian, aunque pretendan hacernos creer que sí, que lo que cuentan esos libros son batallas prehistóricas que sólo se empeñan en recuperar los abuelos cebolleta y quienes continúan atrincherados en ideologías anacrónicas.

La triste realidad es que el hecho de que esas historias pasadas no sean simplemente historia demuestra el fracaso de una sociedad que, no por casualidad, se empeña en repetir modelos manifiestamente injustos.

Hay novelas, como 1984 o Farenheit 451, que casi un siglo después de ser escritas impresionan por la capacidad premonitoria de sus autores. Otras, como Las uvas de la ira, de John Steinbeck, la que me ha llevado a escribir esta reflexión, te hacen apretar los dientes y los puños de rabia e impotencia. Qué poco hemos aprendido… Seguir leyendo «‘Las uvas de la ira’: algún día llegará la vendimia»

El (desalentador) síndrome de Estocolmo

viñeta El Roto
El Roto y sus mensajes directos al estómago.

Ponerse a pensar en lo que ocurre en el mundo, violencia, abusos, guerras, injusticias, hambrunas, derroche de recursos, destrucción del medio ambiente, explotación laboral y de todos los tipos que a uno se le puedan ocurrir… Pensar en todo ello resulta muy deprimente. Yo lo hago, bastante a menudo, y acabo por tener que dejarlo porque mi cerebro amenaza con explotar. Plantearse que la situación pueda cambiar, no ya a corto plazo, sino a siglos vista, me parece tan utópico como confiar en que quienes dirigen el mundo, gente sin escrúpulos, desarrollen la conciencia social que con tanta indiferencia pisotean.

Es cierto que también hay personas por todo el planeta que actúan de forma muy distinta, que hacen de la empatía su motor de acción, que tratan de oponer resistencia a la deriva macrodestructiva que empuja a nuestra civilización. El problema es que siempre ha sido mucho más fácil, y rápido, destruir que construir. Que la industria armamentística sea la que marca el paso de los gobernantes lo dice todo. Seguir leyendo «El (desalentador) síndrome de Estocolmo»

Las peshmergas de Rojava y la revolución kurda

Guerreras kurdas
Las mujeres kurdas luchan por la libertad de su pueblo en Kobane.   Foto: http://www.tercerainformacion.es

Imagino que buena parte de la humanidad tiende a considerar su entorno como lo normal, lo válido, lo que no se puede ni, seguramente, vale la pena cambiar. Somos, en general, egocéntricos y, por tanto, no solemos pensar en cómo viven las personas en otras zonas del planeta. Bueno, sí, tomamos conciencia de realidades terribles cuando informan los medios de comunicación, ya sea por una catástrofe natural, un accidente o las malditas guerras. Pero nuestro grado de atención disminuye en cuanto esas realidades dejan de ser noticia.

Ese método de informarnos sobre lo que pasa en el mundo acaba dibujando escenarios muy sesgados que desembocan en los típicos tópicos: en Oriente Medio todos son fanáticos religiosos que se matan en nombre de un dios u otro, en el África subsahariana (como si pudiera englobarse el gigantesco continente en una simple etiqueta geográfica) son todos unos muertos de hambre que agonizan entre moscas y basura, los chinos son como robots sin emociones que sólo trabajan, en Latinoamérica la gente se pasa el día bailando, jugando al fútbol y cayendo bajo el yugo de los populismos baratos (en España la prensa tiene una especial obsesión por Venezuela), los alemanes son todos unos cabezas cuadradas que odian a los zánganos del sur… En fin, que podría escribir párrafos y párrafos con ejemplos absurdos.

De vez en cuando aparece en algún medio una noticia aparentemente insignificante, pintoresca si se quiere, que ocupa ese espacio privilegiado gracias a que está relacionada con algún tema de moda, y si se rasca un poco en la superficie lo que acaba apareciendo resulta realmente fascinante. Seguir leyendo «Las peshmergas de Rojava y la revolución kurda»

¿Prenderá la llama la chispa de Gamonal?

Galia Gamonal - El Jueves

“Estamos en el año 2014 después de Jesucristo. Toda Hispania está ocupada por los corruptos y especuladores… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles burgaleses resiste todavía y siempre al invasor…”

Lo que está pasando estos días en Gamonal, el barrio más poblado de Burgos, compuesto en su mayoría por familias humildes, me ha hecho recordar el principio de los cómics de Astérix. No soy el único, desde luego que no, como podéis apreciar en la foto que ilustra este artículo, compartida ayer en las redes sociales por la revista satírica ‘El Jueves’, y que, evidentemente, me viene al pelo. Seguir leyendo «¿Prenderá la llama la chispa de Gamonal?»