Dedicarle tiempo a amar lo que nos conmueve

Circo de Barrosa
El Circo de Barrosa es uno de los rincones más bellos del Pirineo Aragonés. Foto: Benjamín Recacha

El domingo a mediodía estaba en el refugio de Barrosa. Hacía mucho frío, pero llegué resoplando y con la camiseta sudada bajo el jersey de lana y el anorak. Es una caminata muy cómoda, que requiere poco más de una hora, en uno de los rincones más bellos del Pirineo. La he hecho muchas veces, con sol, lluvia e incluso granizo, pero nunca rodeado de nieve. Este fin de semana todo el paisaje era blanco. Pero el blanco invernal contrastaba con el amarillo, el naranja y el rojo de los árboles aún vestidos de otoño. El camino recién nevado estaba salpicado por miles de hojas multicolores, y yo transitaba boquiabierto por aquel espectáculo increíble.

Al alcanzar la entrada del circo que forman las moles pirenaicas donde nace el río Barrosa, lo que en verano es una alfombra verde se había transformado en un mar blanquísimo. La familia de sarrios que habita las laderas de roca parecía tan sorprendida como yo de aquel invierno repentino.

El caso es que durante todo ese tramo de acceso al refugio las piernas se me hundían en la nieve hasta las rodillas, de ahí el calentón y los resoplidos. A pesar del frío y de que el sol ya sólo se intuía detrás de las cumbres, cogí una de las sillas del interior y me senté a comer el bocadillo fuera. De normal, me habría sentado en una roca, como hice el día anterior en los llanos de la Larri (luego hablo de eso), pero es que no quedaba ni un centímetro cuadrado libre de nieve. Las marmotas debían estar calentitas en sus madrigueras subterráneas. Seguir leyendo «Dedicarle tiempo a amar lo que nos conmueve»

Días de vino, risas y cine bajo las estrellas

Cuando uno está a gusto en un sitio, cuesta marcharse; aunque se sea consciente de que la sensación de bienestar está aumentada por el hecho de encontrarte de vacaciones, y de que prolongar la estancia a cuando las obligaciones son parte indisociable del día a día probablemente reduzca el encanto.

Es igual. El verano pasado caté la magia de la Muestra de cine de Ascaso, la más pequeña del mundo (eso dicen, pero a mí me parece gigante en muchos aspectos), y este año tenía muy claro que quería vivirla los cinco días. Reservé con antelación mi plaza en la zona de acampada y, tras el habitual periplo por las alturas pirenaicas, concluí las vacaciones en la aldea sobrarbense, que se llena de vida cada final de agosto gracias al trabajo incansable de los voluntarios que hacen posible la mágica simbiosis del cine con un entorno natural espectacular.

El sábado por la noche no quería pensar en que el hechizo se rompería en unas horas, en que la vida que nos hemos construido los estúpidos humanos no consiste en vibrar con todos los sentidos, esa es la excepción, el caramelo que está reservado para ciertos momentos y que sólo podemos saborear unos pocos privilegiados (aunque tengas el presupuesto controlado al céntimo, porque en septiembre ya no hay caramelos). Seguir leyendo «Días de vino, risas y cine bajo las estrellas»

El abrazo del hogar

Valle de Pineta
El Valle de Pineta en su esplendor primaveral

7 de junio

«Estoy aquí. Estoy en casa». Lo repito varias veces, paseando la mirada por la pradera donde pasé los veranos más felices de mi vida, paseándola por los bosques que forran esas montañas apabullantes, que me siguen pareciendo tan imposibles como el primer día, aquel verano de 1980. Tenía seis años y me parecía que mis padres me habían metido en el escenario de un cuento. No era posible que existiera un lugar así.

Me siento en la roca que siempre ha estado ahí, cerca del rincón donde instalábamos la canadiense azul, el rincón del quejigo que era hogar de nuestro amigo el lirón, nuestro rincón. «Estoy en casa», vuelvo a decir en voz alta, único huésped humano de la pradera que en verano era el hogar feliz de un puñado de familias agradecidas por la hospitalidad de la señora Pineta.

Valle de Pineta
El macizo de Monte Perdido desde los llanos de la Larri

Las últimas semanas no han sido muy buenas para mí. Regresar al hogar era una necesidad. Hogar es una palabra importante. Como amor, amistad, familia, dignidad. La vida queda coja cuando falta alguna de esas. Uno sabe que se encuentra en su hogar cuando se siente abrazado por el entorno, y yo en Pineta me siento protegido por un abrazo interminable. Es una gran suerte contar con un sitio así; no creo que sea tan habitual. Seguir leyendo «El abrazo del hogar»

La magia de compartir la soledad

Balcón de Pineta
Contemplando el amanecer desde el Balcón de Pineta.

El lunes vi por casualidad en el perfil de Facebook de mis amigos de La Bolsa de Bielsa que al día siguiente se inauguraba la Muestra de Cine de Ascaso, popularizada como la más pequeña del mundo, con una exposición fotográfica dedicada a los refugiados sobrarbenses durante la Guerra Civil. La Bolsa de Bielsa, el asedio al que las tropas franquistas sometieron a la comarca pirenaica entre abril y junio de 1938, obligó a la debilitada 43 División del ejército republicano a evacuar a toda la población, que huyó a Francia en penosas condiciones, atravesando a pie los puertos nevados, para escapar de la destrucción fascista.

El tema me motivaba lo suficiente como para decidir acercarme hasta Ascaso en la que iba a ser mi última noche en el Pirineo Aragonés. Los habituales ya sabéis que en El viaje de Pau, mi primera novela, que hace cinco años llevé al Sobrarbe por primera vez, la Bolsa de Bielsa es uno de los temas principales.

Tras recorrer los cuatro kilómetros, en su mayoría sin asfaltar, de la pista que conecta la N-260, a la salida de Boltaña, con la aldea semiabandonada, que revive cada final de agosto gracias a la maravillosa iniciativa de la Asociación de Vecinos/as y Amigos/as de Ascaso ‘Los relojes’, los relámpagos y truenos ya se habían adueñado del cielo. A pesar de todo, desafiando a la tormenta inminente, José Buil, hijo de inmigrantes sobrarbenses afincados en Saint Lary, comentaba en la calle Única las fotografías del éxodo de las gentes de Bielsa y pueblos vecinos junto a su tío, Baitico, que lo vivió siendo niño. Seguir leyendo «La magia de compartir la soledad»

Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, un siglo de veranos felices

Circo de Barrosa
Aunque el circo de Barrosa no está incluido en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, es una maravilla.

El miércoles, antes de la hora de comer, dejamos el Camping Bielsa, donde, como cada año, hemos pasado una semana de vacaciones. A mi hijo Albert le encanta, como me encantaba a mí a su edad (y me sigue encantando), pasar todo el tiempo al aire libre, sin más preocupación que divertirse y, de vez en cuando, atender a las interrupciones (innecesarias desde su punto de vista) del pesado de su padre: «Albert, a comer»; «Albert, a la ducha»; «Albert, vamos a comprar al pueblo»; «Albert, a dormir».

A sus nueve años, esta semana me ha recordado más que nunca a cuando en mi infancia, en la acampada libre del Valle de Pineta, yo prácticamente sólo veía a mis padres durante las comidas y en la tienda de campaña, aquella canadiense azul marino inolvidable, donde dormíamos cuatro. Bueno, también hacíamos bastantes excursiones; y ahora yo intento que a mi hijo le motive tanto como me motivaba a mí descubrir nuevos rincones en ese paraíso que es el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Seguir leyendo «Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, un siglo de veranos felices»

Asomado al Balcón de Pineta

Monte Perdido
Feliz, a los pies del Monte Perdido.

Inauguro el 2018 en ‘la recacha’ con uno de los mejores recuerdos de 2017. Si es uno de los mejores recuerdos, por fuerza tiene que tener relación con el mejor lugar que conozco, aquel donde he pasado los mejores veranos de mi vida, donde regreso cada mes de agosto con la misma ilusión en la mirada, con las mismas ganas de llenarme las retinas de la belleza salvaje que dibujan esas montañas.

Si me conocéis un poco, ya sabéis que ese lugar mágico es el Valle de Pineta. El pasado verano pude, por fin, después de más de una década desde la última vez, encaramarme a su balcón. La subida al Balcón de Pineta y el lago de Marboré, bajo la imperturbable mirada del Monte Perdido, me acompaña desde que tengo conciencia de triscar por esas montañas. La pared en apariencia vertical que cierra el circo de Pineta ejerce sobre mí una atracción magnética que durante demasiado tiempo he tenido que ir aplazando.

Es un paisaje que hasta que uno no lo ve con sus propios ojos no se hace a la idea de lo que impone. No parece real y, sin embargo, ahí está, como resultado del capricho maravilloso de la madre naturaleza. Seguir leyendo «Asomado al Balcón de Pineta»

De la Borda el Vilar a los refugios de Les Comes de Rubió y el Pla de la Font

Pla de la Font - Les Planes de Son
El refugio del Pla de la Font, un puntito rodeado de montañas imponentes.  Foto: Benjamín Recacha

“Quién me ha robado el mes de abril” cantaba Joaquín Sabina. No es que a mí me lo hayan robado, pero con la velocidad a la que se suceden las semanas, he ido posponiendo la crónica de los tres días estupendos que pasamos durante las vacaciones de Semana Santa en la Borda el Vilar, una casa rural aislada a más de 1.300 metros de altitud, en el municipio de Soriguera, en pleno Pirineo de Lleida.

Era la segunda vez que la visitábamos; la primera Albert tenía dos añitos, y tanto los paisajes como la calidad de los servicios y, sobre todo, el buen recuerdo que nos dejaron sus propietarios, Manela y Maurici, y Lila, la simpática perra pastor, nos llevaron a guardarla entre los lugares a revisitar. Buena decisión, sin duda.

Borda el Vilar
La Borda el Vilar se ubica en una ladera, junto a un robledal.   Foto: Benjamín Recacha

Aunque se trate de una borda aislada, en realidad resulta muy accesible, desde la carretera N-260, en pleno descenso del puerto del Cantó, a un cuarto de hora de Sort, hervidero de actividad en cualquier época vacacional. El emplazamiento de la casa es espectacular, junto a un robledal, en el límite del Parque Natural del Alt Pirineu, con vistas inmejorables para saciar el apetito de naturaleza. Los desayunos (deliciosos) en ese comedor donde una de las paredes es una enorme vidriera que se asoma a las montañas forradas de verde saben a gloria. Seguir leyendo «De la Borda el Vilar a los refugios de Les Comes de Rubió y el Pla de la Font»

Diario de viaje (3): el Monte Santa Trega y la inmensidad del Atlántico

Río Miño
Las vistas sobre el río Miño desde el Monte Santa Trega son impresionantes.   Foto: Benjamín Recacha

El agua del Atlántico está muy fría. Menuda noticia, ¿verdad? Debéis tener en cuenta que para quien está acostumbrado a bañarse en la sopa que en comparación es el Mediterráneo, el contraste es importante. Así que a pesar de las tórridas temperaturas que nos acompañaron durante los cinco días que estuvimos en Vigo (ya han pasado casi dos meses…), al meter los pies en el agua el calor abandonaba el cuerpo de golpe.

Aun así, no renunciamos a darnos unos chapuzones (poco prolongados) en la extensísima (y abarrotada) playa de Samil, en compañía de algas de todas las formas y tamaños, gaviotas, cormoranes y numerosos peces. En el horizonte, siempre la estética silueta de las Islas Cíes. Seguir leyendo «Diario de viaje (3): el Monte Santa Trega y la inmensidad del Atlántico»

Diario de viaje (2): arcilla, fuego, volvoretas y anduriñas

Cerámica Belén Soto
Retrato de familia en el nuevo estudio de Cerámica Belén Soto.   Foto: Albert Recacha

El domingo 7 de agosto dejamos La Casona del Herrero, en Navaleno (Soria), con la certeza de que habrá una próxima vez. Nos esperaba por delante una larga jornada de carretera que nos llevaría a Vigo. Además de los bártulos que llenaban cada centímetro cúbico del coche (maletas, juguetes, todo el equipo de cámping, comida, cacharros de cocina…), nos acompañaban sensaciones extra a las habituales en un viaje de vacaciones. A las ganas por llegar y descubrir nuevos lugares se sumaban los nervios por conocer en persona a Belén y su familia, y cierta inquietud por cómo resultaría la convivencia.

Nos habían invitado a su casa, cinco días, y lo último que queríamos era suponer una molestia que pusiera patas arriba la tranquilidad del hogar (Albert es un niño incansable). Hicieron falta dos minutos para desterrar cualquier temor. Seguir leyendo «Diario de viaje (2): arcilla, fuego, volvoretas y anduriñas»

Los regalos

Muy pronto llegarán a ‘la recacha’ las crónicas viajeras en Vigo, en las que Belén y su familia van a ser muy protagonistas. Ella se me ha adelantado con un post exageradamente amable conmigo, y yo se lo agradezco de corazón.

Arcilla y fuego

Libros Benjamín Recacha Colección de libros de Benjamín Recacha

Libros Benjamín Recacha Mis regalos

Libros Benjamín Recacha Feliz y sorprendida!!

Libros Benjamín Recacha El autor, sus obras … y la feliz ceramista

Regalos

Agosto ha sido un mes de maravillosas sorpresas e inesperados regalos … me encantan los regalos!!

Siguiendo la senda recorrida tiempo atrás por su primer libro, El viaje de Pau, tres de sus obras llegan a mis manos, acompañando a su nuevo libro Con la vida a cuestas me he encontrado con una pequeña obra de arte Memorias de Lázaro Hunter y una maravillosa sorpresa titulada El pequeño pescador.

Tres grandes aventuras narradas con el característico sello de su autor, tres facetas distintas del oficio de escritor desarrolladas magistralmente, huelen a libro nuevo y me encantan sus elegantes encuadernaciones.

Para hacer mas emocionante el regalo, los libros vienen acompañados de su autor, Benjamín Recacha, de verdad, os puedo asegurar que ha sido un auténtico placer conocer…

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