El país del agua

El fin de semana estuve en el Pirineo aragonés, en mi querido Valle de Pineta y otros parajes del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, y el espectáculo que me regalaron ríos y cascadas debía quedar reflejado en la nueva convocatoria de Salto al reverso para su ‘Antología III’, abierta a obras que tengan al agua como elemento central. Ahí va mi pequeño poema.

BLOG SALTO AL REVERSO

Agua salvaje.
Agua que ruge.
Agua que vibra.
Agua que luce.

Agua tranquila.
Agua que cura.
Agua que fluye.
Agua que es pura.

Agua que arrasa.
Agua que vive.
Agua que baila.
Agua que es libre.

Agua escultora.
Agua que late.
Agua que crea.
Agua que es arte.

Agua que nutre.
Agua que sacia.
Agua que limpia.
Agua que es magia.

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Dedicarle tiempo a amar lo que nos conmueve

Circo de Barrosa
El Circo de Barrosa es uno de los rincones más bellos del Pirineo Aragonés. Foto: Benjamín Recacha

El domingo a mediodía estaba en el refugio de Barrosa. Hacía mucho frío, pero llegué resoplando y con la camiseta sudada bajo el jersey de lana y el anorak. Es una caminata muy cómoda, que requiere poco más de una hora, en uno de los rincones más bellos del Pirineo. La he hecho muchas veces, con sol, lluvia e incluso granizo, pero nunca rodeado de nieve. Este fin de semana todo el paisaje era blanco. Pero el blanco invernal contrastaba con el amarillo, el naranja y el rojo de los árboles aún vestidos de otoño. El camino recién nevado estaba salpicado por miles de hojas multicolores, y yo transitaba boquiabierto por aquel espectáculo increíble.

Al alcanzar la entrada del circo que forman las moles pirenaicas donde nace el río Barrosa, lo que en verano es una alfombra verde se había transformado en un mar blanquísimo. La familia de sarrios que habita las laderas de roca parecía tan sorprendida como yo de aquel invierno repentino.

El caso es que durante todo ese tramo de acceso al refugio las piernas se me hundían en la nieve hasta las rodillas, de ahí el calentón y los resoplidos. A pesar del frío y de que el sol ya sólo se intuía detrás de las cumbres, cogí una de las sillas del interior y me senté a comer el bocadillo fuera. De normal, me habría sentado en una roca, como hice el día anterior en los llanos de la Larri (luego hablo de eso), pero es que no quedaba ni un centímetro cuadrado libre de nieve. Las marmotas debían estar calentitas en sus madrigueras subterráneas. Seguir leyendo «Dedicarle tiempo a amar lo que nos conmueve»

Días de vino, risas y cine bajo las estrellas

Cuando uno está a gusto en un sitio, cuesta marcharse; aunque se sea consciente de que la sensación de bienestar está aumentada por el hecho de encontrarte de vacaciones, y de que prolongar la estancia a cuando las obligaciones son parte indisociable del día a día probablemente reduzca el encanto.

Es igual. El verano pasado caté la magia de la Muestra de cine de Ascaso, la más pequeña del mundo (eso dicen, pero a mí me parece gigante en muchos aspectos), y este año tenía muy claro que quería vivirla los cinco días. Reservé con antelación mi plaza en la zona de acampada y, tras el habitual periplo por las alturas pirenaicas, concluí las vacaciones en la aldea sobrarbense, que se llena de vida cada final de agosto gracias al trabajo incansable de los voluntarios que hacen posible la mágica simbiosis del cine con un entorno natural espectacular.

El sábado por la noche no quería pensar en que el hechizo se rompería en unas horas, en que la vida que nos hemos construido los estúpidos humanos no consiste en vibrar con todos los sentidos, esa es la excepción, el caramelo que está reservado para ciertos momentos y que sólo podemos saborear unos pocos privilegiados (aunque tengas el presupuesto controlado al céntimo, porque en septiembre ya no hay caramelos). Seguir leyendo «Días de vino, risas y cine bajo las estrellas»

XIII Jornadas de La Bolsa de Bielsa: memoria y reivindicación, con el puño en alto y sin perder la sonrisa

XIII Jornadas La Bolsa de Bielsa
Foto de familia junto al monolito en homenaje a las víctimas de La Bolsa de Bielsa. Autor: Carlos Migliaccio (neofato.es)

José María Escalona me puso en contacto con una Bielsa que yo no conocía. Pese a haber veraneado toda la vida en el Valle de Pineta, no tuve conocimiento de la tragedia que tuvieron que afrontar sus gentes durante la Guerra Civil hasta que empecé a escribir El viaje de Pau.

La Bolsa de Bielsa es un episodio heroico que protagonizó la 43 División republicana al evacuar a miles de personas ante el hostigamiento de los fascistas, pero también trágico, pues tuvieron que marchar a Francia con lo puesto a través de las montañas, y al regresar sólo encontraron cenizas.

Lo menos que merecen es que las recordemos.

A ello dedicó su vida José María, uno de los responsables de que Bielsa sea un ejemplo excepcional de respeto por la memoria histórica. Fue el impulsor del magnífico museo etnológico e histórico que debería ser el espejo de municipios mucho más grandes, cuyo fondo documental, por ejemplo, me fue tan útil para escribir mi primera novela. Seguir leyendo «XIII Jornadas de La Bolsa de Bielsa: memoria y reivindicación, con el puño en alto y sin perder la sonrisa»

El abrazo del hogar

Valle de Pineta
El Valle de Pineta en su esplendor primaveral

7 de junio

«Estoy aquí. Estoy en casa». Lo repito varias veces, paseando la mirada por la pradera donde pasé los veranos más felices de mi vida, paseándola por los bosques que forran esas montañas apabullantes, que me siguen pareciendo tan imposibles como el primer día, aquel verano de 1980. Tenía seis años y me parecía que mis padres me habían metido en el escenario de un cuento. No era posible que existiera un lugar así.

Me siento en la roca que siempre ha estado ahí, cerca del rincón donde instalábamos la canadiense azul, el rincón del quejigo que era hogar de nuestro amigo el lirón, nuestro rincón. «Estoy en casa», vuelvo a decir en voz alta, único huésped humano de la pradera que en verano era el hogar feliz de un puñado de familias agradecidas por la hospitalidad de la señora Pineta.

Valle de Pineta
El macizo de Monte Perdido desde los llanos de la Larri

Las últimas semanas no han sido muy buenas para mí. Regresar al hogar era una necesidad. Hogar es una palabra importante. Como amor, amistad, familia, dignidad. La vida queda coja cuando falta alguna de esas. Uno sabe que se encuentra en su hogar cuando se siente abrazado por el entorno, y yo en Pineta me siento protegido por un abrazo interminable. Es una gran suerte contar con un sitio así; no creo que sea tan habitual. Seguir leyendo «El abrazo del hogar»

La magia de compartir la soledad

Balcón de Pineta
Contemplando el amanecer desde el Balcón de Pineta.

El lunes vi por casualidad en el perfil de Facebook de mis amigos de La Bolsa de Bielsa que al día siguiente se inauguraba la Muestra de Cine de Ascaso, popularizada como la más pequeña del mundo, con una exposición fotográfica dedicada a los refugiados sobrarbenses durante la Guerra Civil. La Bolsa de Bielsa, el asedio al que las tropas franquistas sometieron a la comarca pirenaica entre abril y junio de 1938, obligó a la debilitada 43 División del ejército republicano a evacuar a toda la población, que huyó a Francia en penosas condiciones, atravesando a pie los puertos nevados, para escapar de la destrucción fascista.

El tema me motivaba lo suficiente como para decidir acercarme hasta Ascaso en la que iba a ser mi última noche en el Pirineo Aragonés. Los habituales ya sabéis que en El viaje de Pau, mi primera novela, que hace cinco años llevé al Sobrarbe por primera vez, la Bolsa de Bielsa es uno de los temas principales.

Tras recorrer los cuatro kilómetros, en su mayoría sin asfaltar, de la pista que conecta la N-260, a la salida de Boltaña, con la aldea semiabandonada, que revive cada final de agosto gracias a la maravillosa iniciativa de la Asociación de Vecinos/as y Amigos/as de Ascaso ‘Los relojes’, los relámpagos y truenos ya se habían adueñado del cielo. A pesar de todo, desafiando a la tormenta inminente, José Buil, hijo de inmigrantes sobrarbenses afincados en Saint Lary, comentaba en la calle Única las fotografías del éxodo de las gentes de Bielsa y pueblos vecinos junto a su tío, Baitico, que lo vivió siendo niño. Seguir leyendo «La magia de compartir la soledad»

Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, un siglo de veranos felices

Circo de Barrosa
Aunque el circo de Barrosa no está incluido en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, es una maravilla.

El miércoles, antes de la hora de comer, dejamos el Camping Bielsa, donde, como cada año, hemos pasado una semana de vacaciones. A mi hijo Albert le encanta, como me encantaba a mí a su edad (y me sigue encantando), pasar todo el tiempo al aire libre, sin más preocupación que divertirse y, de vez en cuando, atender a las interrupciones (innecesarias desde su punto de vista) del pesado de su padre: «Albert, a comer»; «Albert, a la ducha»; «Albert, vamos a comprar al pueblo»; «Albert, a dormir».

A sus nueve años, esta semana me ha recordado más que nunca a cuando en mi infancia, en la acampada libre del Valle de Pineta, yo prácticamente sólo veía a mis padres durante las comidas y en la tienda de campaña, aquella canadiense azul marino inolvidable, donde dormíamos cuatro. Bueno, también hacíamos bastantes excursiones; y ahora yo intento que a mi hijo le motive tanto como me motivaba a mí descubrir nuevos rincones en ese paraíso que es el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Seguir leyendo «Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, un siglo de veranos felices»

‘El viaje de Pau’ cumple cinco años

El viaje de Pau cumple cinco años

Este mes de junio se cumplen cinco años de la publicación de El viaje de Pau, mi primera novela, a la que siempre guardaré un cariño especial porque fue la que me abrió la puerta a este mundo apasionante.

Escribirla fue un reto. Quise demostrarme que era capaz de planteármelo como un trabajo. La había empezado varios años antes, pero nunca encontraba el momento de ponerme a ello con constancia. Y lo conseguí, en un año. Luego empezó la búsqueda de editorial, y pronto aprendí que la cosa no era tan fácil como había imaginado; así que me lié la manta a la cabeza y decidí autopublicarla. Seguir leyendo «‘El viaje de Pau’ cumple cinco años»

Asomado al Balcón de Pineta

Monte Perdido
Feliz, a los pies del Monte Perdido.

Inauguro el 2018 en ‘la recacha’ con uno de los mejores recuerdos de 2017. Si es uno de los mejores recuerdos, por fuerza tiene que tener relación con el mejor lugar que conozco, aquel donde he pasado los mejores veranos de mi vida, donde regreso cada mes de agosto con la misma ilusión en la mirada, con las mismas ganas de llenarme las retinas de la belleza salvaje que dibujan esas montañas.

Si me conocéis un poco, ya sabéis que ese lugar mágico es el Valle de Pineta. El pasado verano pude, por fin, después de más de una década desde la última vez, encaramarme a su balcón. La subida al Balcón de Pineta y el lago de Marboré, bajo la imperturbable mirada del Monte Perdido, me acompaña desde que tengo conciencia de triscar por esas montañas. La pared en apariencia vertical que cierra el circo de Pineta ejerce sobre mí una atracción magnética que durante demasiado tiempo he tenido que ir aplazando.

Es un paisaje que hasta que uno no lo ve con sus propios ojos no se hace a la idea de lo que impone. No parece real y, sin embargo, ahí está, como resultado del capricho maravilloso de la madre naturaleza. Seguir leyendo «Asomado al Balcón de Pineta»

El regreso

Recientemente, ‘Salto al reverso’ abrió una convocatoria para seleccionar poemas, microrrelatos, relatos e imágenes que publicará en una antología a principios de 2018. El tema de la obra debía ser el recuerdo e incluir el hashtag #SaltoAlRecuerdo. Yo participé con el poema ‘El regreso’, que comparto a continuación, inspirado (como buena parte de mi obra) en el maravilloso Valle de Pineta y las impresionantes montañas que lo rodean.

Felizmente, mi poema ha sido seleccionado, junto con el resto de obras, que os invito a conocer en el siguiente enlace:

https://saltoalreverso.com/2017/09/07/felicidades-a-los-seleccionados-en-saltoalrecuerdo/

Os dejo con ‘El regreso’.

Monte Perdido
Mi regreso, este verano, al Balcón de Pineta, para admirar el Monte Perdido. Foto: Benjamín Recacha

Tu silueta imponente,
tanto tiempo en mi memoria,
aparece de repente.
El esfuerzo sabe a gloria.

Tu presencia abrumadora
me abraza y me deja mudo.
Qué pequeño soy ahora,
y a la vez tan poderoso.

Entonces #SaltoAlRecuerdo:
Momentos inolvidables,
aventuras entrañables,
a ocho mil doscientos pies.

Monte Perdido admirado,
Ante ti quedo desnudo.
Balcón de Pineta amado,
qué paisaje tan hermoso.

¿Estoy aquí? ¿Eh? Me muerdo…
No es un sueño, estoy en casa
(la emoción no se me pasa),
una década después.

Me marcho lleno de vida.
Mochila, bastón y botas.
Me acompañan las marmotas.
Un año pasa enseguida.