Dedicarle tiempo a amar lo que nos conmueve

Circo de Barrosa
El Circo de Barrosa es uno de los rincones más bellos del Pirineo Aragonés. Foto: Benjamín Recacha

El domingo a mediodía estaba en el refugio de Barrosa. Hacía mucho frío, pero llegué resoplando y con la camiseta sudada bajo el jersey de lana y el anorak. Es una caminata muy cómoda, que requiere poco más de una hora, en uno de los rincones más bellos del Pirineo. La he hecho muchas veces, con sol, lluvia e incluso granizo, pero nunca rodeado de nieve. Este fin de semana todo el paisaje era blanco. Pero el blanco invernal contrastaba con el amarillo, el naranja y el rojo de los árboles aún vestidos de otoño. El camino recién nevado estaba salpicado por miles de hojas multicolores, y yo transitaba boquiabierto por aquel espectáculo increíble.

Al alcanzar la entrada del circo que forman las moles pirenaicas donde nace el río Barrosa, lo que en verano es una alfombra verde se había transformado en un mar blanquísimo. La familia de sarrios que habita las laderas de roca parecía tan sorprendida como yo de aquel invierno repentino.

El caso es que durante todo ese tramo de acceso al refugio las piernas se me hundían en la nieve hasta las rodillas, de ahí el calentón y los resoplidos. A pesar del frío y de que el sol ya sólo se intuía detrás de las cumbres, cogí una de las sillas del interior y me senté a comer el bocadillo fuera. De normal, me habría sentado en una roca, como hice el día anterior en los llanos de la Larri (luego hablo de eso), pero es que no quedaba ni un centímetro cuadrado libre de nieve. Las marmotas debían estar calentitas en sus madrigueras subterráneas. Seguir leyendo «Dedicarle tiempo a amar lo que nos conmueve»

Asomado al Balcón de Pineta

Monte Perdido
Feliz, a los pies del Monte Perdido.

Inauguro el 2018 en ‘la recacha’ con uno de los mejores recuerdos de 2017. Si es uno de los mejores recuerdos, por fuerza tiene que tener relación con el mejor lugar que conozco, aquel donde he pasado los mejores veranos de mi vida, donde regreso cada mes de agosto con la misma ilusión en la mirada, con las mismas ganas de llenarme las retinas de la belleza salvaje que dibujan esas montañas.

Si me conocéis un poco, ya sabéis que ese lugar mágico es el Valle de Pineta. El pasado verano pude, por fin, después de más de una década desde la última vez, encaramarme a su balcón. La subida al Balcón de Pineta y el lago de Marboré, bajo la imperturbable mirada del Monte Perdido, me acompaña desde que tengo conciencia de triscar por esas montañas. La pared en apariencia vertical que cierra el circo de Pineta ejerce sobre mí una atracción magnética que durante demasiado tiempo he tenido que ir aplazando.

Es un paisaje que hasta que uno no lo ve con sus propios ojos no se hace a la idea de lo que impone. No parece real y, sin embargo, ahí está, como resultado del capricho maravilloso de la madre naturaleza. Seguir leyendo «Asomado al Balcón de Pineta»

De la Borda el Vilar a los refugios de Les Comes de Rubió y el Pla de la Font

Pla de la Font - Les Planes de Son
El refugio del Pla de la Font, un puntito rodeado de montañas imponentes.  Foto: Benjamín Recacha

“Quién me ha robado el mes de abril” cantaba Joaquín Sabina. No es que a mí me lo hayan robado, pero con la velocidad a la que se suceden las semanas, he ido posponiendo la crónica de los tres días estupendos que pasamos durante las vacaciones de Semana Santa en la Borda el Vilar, una casa rural aislada a más de 1.300 metros de altitud, en el municipio de Soriguera, en pleno Pirineo de Lleida.

Era la segunda vez que la visitábamos; la primera Albert tenía dos añitos, y tanto los paisajes como la calidad de los servicios y, sobre todo, el buen recuerdo que nos dejaron sus propietarios, Manela y Maurici, y Lila, la simpática perra pastor, nos llevaron a guardarla entre los lugares a revisitar. Buena decisión, sin duda.

Borda el Vilar
La Borda el Vilar se ubica en una ladera, junto a un robledal.   Foto: Benjamín Recacha

Aunque se trate de una borda aislada, en realidad resulta muy accesible, desde la carretera N-260, en pleno descenso del puerto del Cantó, a un cuarto de hora de Sort, hervidero de actividad en cualquier época vacacional. El emplazamiento de la casa es espectacular, junto a un robledal, en el límite del Parque Natural del Alt Pirineu, con vistas inmejorables para saciar el apetito de naturaleza. Los desayunos (deliciosos) en ese comedor donde una de las paredes es una enorme vidriera que se asoma a las montañas forradas de verde saben a gloria. Seguir leyendo «De la Borda el Vilar a los refugios de Les Comes de Rubió y el Pla de la Font»

Diario de viaje (3): el Monte Santa Trega y la inmensidad del Atlántico

Río Miño
Las vistas sobre el río Miño desde el Monte Santa Trega son impresionantes.   Foto: Benjamín Recacha

El agua del Atlántico está muy fría. Menuda noticia, ¿verdad? Debéis tener en cuenta que para quien está acostumbrado a bañarse en la sopa que en comparación es el Mediterráneo, el contraste es importante. Así que a pesar de las tórridas temperaturas que nos acompañaron durante los cinco días que estuvimos en Vigo (ya han pasado casi dos meses…), al meter los pies en el agua el calor abandonaba el cuerpo de golpe.

Aun así, no renunciamos a darnos unos chapuzones (poco prolongados) en la extensísima (y abarrotada) playa de Samil, en compañía de algas de todas las formas y tamaños, gaviotas, cormoranes y numerosos peces. En el horizonte, siempre la estética silueta de las Islas Cíes. Seguir leyendo «Diario de viaje (3): el Monte Santa Trega y la inmensidad del Atlántico»

Diario de viaje (2): arcilla, fuego, volvoretas y anduriñas

Cerámica Belén Soto
Retrato de familia en el nuevo estudio de Cerámica Belén Soto.   Foto: Albert Recacha

El domingo 7 de agosto dejamos La Casona del Herrero, en Navaleno (Soria), con la certeza de que habrá una próxima vez. Nos esperaba por delante una larga jornada de carretera que nos llevaría a Vigo. Además de los bártulos que llenaban cada centímetro cúbico del coche (maletas, juguetes, todo el equipo de cámping, comida, cacharros de cocina…), nos acompañaban sensaciones extra a las habituales en un viaje de vacaciones. A las ganas por llegar y descubrir nuevos lugares se sumaban los nervios por conocer en persona a Belén y su familia, y cierta inquietud por cómo resultaría la convivencia.

Nos habían invitado a su casa, cinco días, y lo último que queríamos era suponer una molestia que pusiera patas arriba la tranquilidad del hogar (Albert es un niño incansable). Hicieron falta dos minutos para desterrar cualquier temor. Seguir leyendo «Diario de viaje (2): arcilla, fuego, volvoretas y anduriñas»

Diario de viaje (1): Excursión por las Lagunas de Neila

Lagunas de Neila - Laguna Larga
Laguna Larga, en el Parque Natural de las Lagunas Glaciares de Neila.   Foto: Benjamín Recacha

Caldes de Montbui — Vigo. Unos 1.200 quilómetros cruzando la península de este a oeste. Un trayecto demasiado largo para hacerlo del tirón. Me gusta conducir, y más si es para disfrutar de las vacaciones, pero este agosto he llegado a la conclusión de que las etapas, cuanto menos largas, mejor.

La primera parte del viaje nos iba a llevar a tierras sorianas, parada obligada ya en nuestros recorridos por el norte. Repetiríamos en La Casona del Herrero, en Navaleno, donde tan a gusto habíamos estado cinco años atrás. Entonces descubrimos maravillas naturales como el Cañón del Río Lobos y pueblos con encanto (y mucha historia) como Calatañazor.

Magda y Felipe nos trataron aquella primera vez con total familiaridad. Las habitaciones son muy acogedoras, están limpísimas y decoradas con gusto, y la comida, riquísima. Magda es una cocinera excelente. Además, la casa tiene un bonito jardín a disposición de los huéspedes. Seguir leyendo «Diario de viaje (1): Excursión por las Lagunas de Neila»

Tres semanas de imágenes y sensaciones para el recuerdo

Valle de Pineta - Faja de Tormosa
La Faja de Tormosa, una de las rutas más espectaculares en el Valle de Pineta.   Foto: Lucía Pastor

Tres semanas de viaje dan para explicar muchas cosas. Aunque quede la sensación, como con todo lo que se disfruta, de que han pasado demasiado rápidas.

Vacaciones es sinónimo de descubrimiento, da igual que sea en lugares ya conocidos; de dejarse guiar por los sentidos para impregnarse de paisajes, sonidos y aromas. Vacaciones para mí significa, sobre todo, sumergirme en la naturaleza. Pero también es el momento de compartir experiencias, de conocer a y reencontrarse con personas que lo hacen a uno reconciliarse con la especie humana.

Este verano ha sido pródigo en ambos ingredientes: mucha naturaleza y buena gente.

Mi intención es escribir varios artículos sobre las experiencias vividas, porque, igual que ocurrió el año pasado, el material disponible, en recuerdos e imágenes, es muy amplio. Seguir leyendo «Tres semanas de imágenes y sensaciones para el recuerdo»

Los cielos de Aínsa

Aínsa - Plaza Mayor
La Plaza Mayor de Aínsa, desde el campanario de la iglesia de Santa María.   Foto: Lucía Pastor

Ahora que cuento los días que faltan para poner rumbo a ese Pirineo Aragonés que me robó el corazón y la voluntad a mis seis años; ahora que tengo el cerebro saturado de tanta locura, la que nos zarandea a diario, y de tanto teatro, el que protagonizan esos señores expertos en politiqueo, el cuerpo me pide recuperar postales del verano pasado que se quedaron en la sala de espera.

Volver a verlas me transmite sensaciones felices, alejado de la sinrazón que asola al mundo, inmerso en paisajes familiares que tan buenos recuerdos me traen… Como esos cielos de Aínsa, la capital del Sobrarbe, el cruce de caminos que es la puerta de entrada a los tesoros pirenaicos. Seguir leyendo «Los cielos de Aínsa»

En el reino de las marmotas

Chisagüés
Chisagüés, punto de partida de la excursión.   Foto: Benjamín Recacha

Siguiendo la carretera de Bielsa a Francia, pronto llegamos a Parzán y, justo después, aparece un desvío a la izquierda que conduce al pueblecito de Chisagüés. Encajonado entre montañas, nos abre la puerta a uno de los paisajes más increíbles del Pirineo Aragonés: el valle del río Real, escoltado por las Sierras de Espierba y de Liena, y con los colosos de Robiñera y la Munia como telón de fondo.

Fue la última excursión que hicimos el verano pasado, un colofón perfecto a unas vacaciones fantásticas. Unos días antes, el amigo José María Escalona, impulsor de la recuperación de la memoria histórica a través del magnífico Museo de Bielsa y que tanto me ayudó con mi primera novela, El viaje de Pau, nos habló de la excursión a Ruego, adonde se podía subir en todoterreno por la pista que parte desde Chisagüés.

Allí, en lo alto de la Sierra de Liena, se encuentran las antiguas minas de hierro, y las vistas sobre el circo de Barrosa y el mismo valle del río Real deben ser espectaculares. Digo deben porque no llegamos hasta arriba. No tenemos un todoterreno y sí un niño de seis años, al que le encanta retozar por la montaña, pero hasta un cierto límite. Seguir leyendo «En el reino de las marmotas»

Añadiendo postales a los paisajes de mi vida

Sierra de las Tucas
Las moles de las Tucas desde la Sierra de Espierba.   Foto: Benjamín Recacha

Llegar a Bielsa es llegar a casa, y recordar las vacaciones en ese paraíso que es la comarca del Sobrarbe oscense es sentirme de nuevo allí. Han pasado ya cinco meses, pero conservo el recuerdo muy vivo. Fueron unos días preciosos, como cada mes de agosto, en los que revisitamos rincones que forman parte del paisaje de mi vida, y en los que descubrimos nuevas joyas. Y es que las montañas que circundan el maravilloso Valle de Pineta son la puerta de entrada a incontables obras de arte de la madre naturaleza, que vale la pena degustar con los sentidos bien abiertos. Seguir leyendo «Añadiendo postales a los paisajes de mi vida»