Cuando la acción directa es la única esperanza

pobreza el roto

Cada vez me cuesta más confiar en la política institucional. Cada vez me cuesta más creer que los partidos políticos (buena parte de ellos nido de auténticos vividores de lo público) tienen entre sus prioridades la construcción de una sociedad más justa, el fin de los abusos del poder, el bienestar de las capas de población más desfavorecidas.

Y sí, soy consciente de que el discurso de «todos los políticos son iguales» es peligroso y, probablemente, injusto. Pero es que la realidad es tozuda, y, aunque haya políticos honestos, personas que no pretenden medrar ni hacer del politiqueo un medio de vida, sino que realmente creen que desde el institucionalismo se pueden (y deben) solucionar los problemas de la gente con verdaderos problemas, la observación y la experiencia me dicen que el reformismo es tan exasperantemente lento que para poner remedio a situaciones de emergencia lo único que vale es la acción directa.

Sí, esa que el sistema, con el asentimiento de la gente de orden (de la ideología que sea), nos vende como inadmisible, pues atenta contra el estado de derecho y toda esa palabrería que sólo hace que proteger a quienes llevan siglos pisoteando a su conveniencia el tal estado de derecho.

Acción directa. La ciudadanía marcando el paso, asumiendo la supuesta responsabilidad de las instituciones que, sepultadas bajo toneladas de burocracia e intereses oligárquicos, han dimitido de sus funciones.

Os voy a hablar de dos ejemplos que, desde mi punto de vista, corroboran este planteamiento. Y gracias a que existen, estos y otros, porque sólo así se explica que no haya saltado ya todo por los aires. Seguir leyendo «Cuando la acción directa es la única esperanza»

Pesadillas

#RetoDragón

Hace unas semanas Esther lanzaba en su blog ‘Relatos Magar’ uno de esos retos tan interesantes que animan a unos cuantos blogueros aficionados a las letras a estrujarse el cerebro en busca de un texto original, que llame la atención de los lectores. En esta ocasión se trataba del #RetoDragón, consistente en escribir un relato de cien palabras inspirado en la imagen que abre el post.

Comparto el mío, al que titulé ‘Pesadillas’:

«Hadiya tenía pesadillas cada noche. Soñaba que estaba sola, en medio de la nada, rodeada de dragones que se le acercaban con lenguas sibilantes que susurraban palabras horribles. Le hablaban de destrucción, de sufrimiento, de muerte… Quería huir, pero notaba los pies anclados a un suelo negro que comenzaba a tragársela mientras los dragones se abalanzaban sobre ella mostrándole sus fauces rodeadas de cuchillas.
Entonces despertaba con un grito ahogado. Cada noche igual. Tras unos instantes de pavor, se secaba el sudor de la frente mientras se decía: “Otra pesadilla”. Hasta que volvía a escuchar el silbido de las bombas.»

Esas malditas bombas que están obligando a cientos de miles de personas a huir de su tierra, desesperadas, cargando con lo puesto, empujadas, sobre todo, por la necesidad de poner a sus hijos a salvo. Niños y niñas inocentes, indefensos, incapaces de enfrentarse a ese Mar Mediterráneo que se los traga sin compasión. Aunque la culpa no es del mar, sino de la indeferencia de los gobiernos de los Estados que les cierran las puertas, que asisten impávidos al grotesco espectáculo de esos pequeños cuerpecitos, arrastrados sin vida a nuestras playas.

Niños que no volverán a soñar con dragones, ni a temblar de miedo con el silbido de las bombas.

Si os apetece leer el resto de los relatos y votar por uno de ellos, lo podéis hacer aquí.

Fanáticos ignorantes

Forges - Educación ciudadanía

La intolerancia, la intransigencia, el pensamiento único, la imposición de ideas mediante la fuerza, son algunos de los peores males que asolan a la humanidad. Los débiles, los inocentes, quienes no pueden recurrir a la fuerza para defenderse, son siempre víctimas injustas. Ninguna ideología ni supuestas ‘leyes’ religiosas justifican los abusos a los derechos humanos, ni mucho menos el despreciable ensañamiento con quienes sueñan con un futuro libre de violencia.

El martes pasado un grupo de escoria humana, contaminada por ideas fanáticas, entró en un colegio de Peshawar (Pakistán) y mató a 148 personas, 132 de ellas niños y niñas. Los talibanes justificaron el ataque en el hecho de que el colegio está gestionado por las fuerzas militares que los combaten. Como si esos trogloditas que dicen seguir la ley de dios tuvieran algún prejuicio a la hora de segar vidas. Son los mismos que dispararon en la cabeza a Malala y que han jurado matarla por el simple hecho de defender la escolarización de las niñas. Seguir leyendo «Fanáticos ignorantes»