
El paro baja, pero cada vez hay más trabajadores cuyo sueldo no les permite llegar a final de mes. Y yo me pregunto: ¿qué sentido tiene? Si hemos llegado al punto en que uno vive para trabajar y ello a duras penas le da para sobrevivir, ¿qué lo diferencia del esclavismo? ¿Que no nos azotan? Hay peores maneras de azotar que con un látigo. El despojo de la conciencia de clase, por ejemplo; la anulación del amor propio, de la dignidad. El que el obrero se arrastre por un sueldo de miseria y renuncie a sus derechos.
El capitalismo depredador está más desatado que nunca y no ceja en el empeño de inocularnos su veneno corrosivo a través de los mensajes tendenciosos y reaccionarios que propagan los medios de comunicación propaganda a su servicio: la criminalización de aquellos que defienden sus derechos laborales, el cuestionamiento continuo de sus “privilegios”, el aplauso a quienes renuncian a derechos que tantos años de lucha costaron, como las vacaciones remuneradas o el permiso por maternidad.
Este capitalismo devorador de conciencias jamás sacia su apetito, jamás soltará su presa sobre quienes agachan la cabeza, porque siempre es posible exprimir un poco más. Seguir leyendo «El mayor mal de nuestro mundo»