Cuando la acción directa es la única esperanza

pobreza el roto

Cada vez me cuesta más confiar en la política institucional. Cada vez me cuesta más creer que los partidos políticos (buena parte de ellos nido de auténticos vividores de lo público) tienen entre sus prioridades la construcción de una sociedad más justa, el fin de los abusos del poder, el bienestar de las capas de población más desfavorecidas.

Y sí, soy consciente de que el discurso de «todos los políticos son iguales» es peligroso y, probablemente, injusto. Pero es que la realidad es tozuda, y, aunque haya políticos honestos, personas que no pretenden medrar ni hacer del politiqueo un medio de vida, sino que realmente creen que desde el institucionalismo se pueden (y deben) solucionar los problemas de la gente con verdaderos problemas, la observación y la experiencia me dicen que el reformismo es tan exasperantemente lento que para poner remedio a situaciones de emergencia lo único que vale es la acción directa.

Sí, esa que el sistema, con el asentimiento de la gente de orden (de la ideología que sea), nos vende como inadmisible, pues atenta contra el estado de derecho y toda esa palabrería que sólo hace que proteger a quienes llevan siglos pisoteando a su conveniencia el tal estado de derecho.

Acción directa. La ciudadanía marcando el paso, asumiendo la supuesta responsabilidad de las instituciones que, sepultadas bajo toneladas de burocracia e intereses oligárquicos, han dimitido de sus funciones.

Os voy a hablar de dos ejemplos que, desde mi punto de vista, corroboran este planteamiento. Y gracias a que existen, estos y otros, porque sólo así se explica que no haya saltado ya todo por los aires. Seguir leyendo «Cuando la acción directa es la única esperanza»

#LibrosSolidarios

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Estos últimos días he estado dándole vueltas a qué podría hacer para ayudar de forma efectiva a los cientos de miles de refugiados que están llegando a Europa empujados por las guerras que han convertido a Siria, Irak y otros países de Oriente Medio y África en auténticas pesadillas de las que cualquiera querría huir.

Desde que empecé con ‘la recacha’, en enero de 2013, he escrito unos cuantos artículos con el objetivo de, en la medida de mis posibilidades, dar visibilidad a carnicerías como la que empezó hace más de cuatro años en Siria, que ya ha obligado a prácticamente la mitad de la población a buscar refugio en países del entorno (me río de los ignorantes que dicen que por qué no los acogen en países vecinos, sin haber invertido ni un segundo en informarse sobre los desbordados campamentos de Líbano, Jordania o Turquía) o a lanzarse a la aventura a menudo mortal de cruzar el Mediterráneo, convencidos de que nada puede ser peor que lo que dejan atrás. No siempre es así, y el vergonzoso espectáculo xenófobo e inhumano al que estamos asistiendo este final de verano por parte de las autoridades de no pocos Estados europeos lo demuestra. Seguir leyendo «#LibrosSolidarios»