Cuando la acción directa es la única esperanza

pobreza el roto

Cada vez me cuesta más confiar en la política institucional. Cada vez me cuesta más creer que los partidos políticos (buena parte de ellos nido de auténticos vividores de lo público) tienen entre sus prioridades la construcción de una sociedad más justa, el fin de los abusos del poder, el bienestar de las capas de población más desfavorecidas.

Y sí, soy consciente de que el discurso de «todos los políticos son iguales» es peligroso y, probablemente, injusto. Pero es que la realidad es tozuda, y, aunque haya políticos honestos, personas que no pretenden medrar ni hacer del politiqueo un medio de vida, sino que realmente creen que desde el institucionalismo se pueden (y deben) solucionar los problemas de la gente con verdaderos problemas, la observación y la experiencia me dicen que el reformismo es tan exasperantemente lento que para poner remedio a situaciones de emergencia lo único que vale es la acción directa.

Sí, esa que el sistema, con el asentimiento de la gente de orden (de la ideología que sea), nos vende como inadmisible, pues atenta contra el estado de derecho y toda esa palabrería que sólo hace que proteger a quienes llevan siglos pisoteando a su conveniencia el tal estado de derecho.

Acción directa. La ciudadanía marcando el paso, asumiendo la supuesta responsabilidad de las instituciones que, sepultadas bajo toneladas de burocracia e intereses oligárquicos, han dimitido de sus funciones.

Os voy a hablar de dos ejemplos que, desde mi punto de vista, corroboran este planteamiento. Y gracias a que existen, estos y otros, porque sólo así se explica que no haya saltado ya todo por los aires. Seguir leyendo «Cuando la acción directa es la única esperanza»

‘Cómo hacer la revolución’, un llamamiento al activismo social… y una larga reflexión sobre el mundo

Cómo hacer la revolución - Srdja Popovic«Lo que los activistas deben saber es que todo recae en la población. Lo que cuenta son las personas. Este libro establece un marco práctico, pero sus ideas son inútiles sin la determinación de cambiar las cosas y la fe en que ese cambio es posible. Con mi experiencia y en nombre de todos los desconocidos que siguieron esta vía razonable y obtuvieron resultados espectaculares, os aseguro que no hay ningún modo de vivir más gratificante ni feliz que defendiendo algo que crees correcto. Las criaturas más pequeñas tienen poder para cambiar el mundo».

Estoy seguro de que más de una vez habéis renegado entre dientes al leer algo parecido en Facebook, acompañado de una bonita foto de esas que te hacen creer que es posible superar cualquier reto que se te presente. A mí me ha pasado. Hay días en que repasar el muro de Facebook da ganas de lanzar la pantalla (o el móvil) por la ventana, y eso que soy un convencido de que los únicos cambios posibles en la sociedad tienen su origen en lo local. Seguir leyendo «‘Cómo hacer la revolución’, un llamamiento al activismo social… y una larga reflexión sobre el mundo»

Hay esperanza (que no Esperanza) para nuestra democracia

Ada Colau y Manuela Carmena - Orgullo y satisfacción

Ada Colau es alcaldesa de Barcelona. Menudo notición, ¿eh?… Ante el hecho incontestable de que me han “robado” la exclusiva, lo que hago es repetírmelo de vez en cuando, unas cuantas docenas de veces desde que el sábado por la tarde cruzara la plaça Sant Jaume jaleada por una multitud, como si hubiera ganado la Champions (qué cosas, mira que bajar a la calle a jalear a un cargo político…), para ver si así consigo asimilar de una vez que una activista social de mi edad, que lleva media vida batallando en las trincheras, defendiendo causas justas que hasta no hace mucho eran invisibles (los desahucios), ha sido elegida máxima representante institucional de su ciudad.

La conclusión a la que llego una y otra vez es que, por muy imperfecta que sea y por muy esquilada que la hayan dejado, hay esperanza de regeneración para nuestra democracia. Lo de Ada alcaldesa es un guion perfecto para una de esas producciones hollywoodienses que se empeñan en perpetuar el famoso sueño americano, sólo que este sueño se ha hecho realidad a este lado del charco. Seguir leyendo «Hay esperanza (que no Esperanza) para nuestra democracia»