
El día de Sant Jordi de 2018 lo recordaré por muchas cosas, pero la primera imagen que me vendrá a la cabeza será la de la maleta de la que fui tirando desde la plaza Tetuán, donde me dejó el bus E9 (Caldes de Montbui – Barcelona), hasta el stand 146 de la Rambla de Santa Mònica, cerquita de la parada de metro Drassanes.
Nunca habría imaginado que llenar una maleta de libros sería como hacerlo con rocas. Cómo pesaba… Las ruedecitas apenas eran capaces de girar.
Sé lo que estáis pensando: «¿Si el metro quedaba tan cerca, por qué fuiste andando?». Aquí es cuando revelo que mi tercer apellido es Cabezón (y el cuarto). Pensé que, como tenía que hacer transbordo, me movería con mayor dificultad por el subsuelo. En fin, que da igual; lo importante es que llegué, con los brazos descoyuntados, pero llegué.

Una maleta llena de libros, míos y de mis colegas de la PAE – Plataforma de Adictos a la Escritura, que había que colocar en algún sitio: en una mesa, que no teníamos el día de antes. Mi compañera paesiana Greta Mustieles se ofreció a comprar una, así que antes de las 9 estaba esperando a que abriera el Carrefour de Glòries, y poco después de que yo aparcara la maleta apareció cargando con una bonita, práctica y pesada mesa plegable donde los libros lucirían espléndidos. Ella vino en bus. Seguir leyendo «Crónica de un bonito Sant Jordi en la Rambla de Barcelona»