
¡Hola, Toni!
Se me hace un poco raro escribirte esta carta después de lo mucho que nos hemos escrito por email estos últimos días a propósito de mi nueva novela, Con la vida a cuestas. Ya sabes que aprecio mucho todos tus comentarios, independientemente de que sean positivos o negativos, porque demuestras que te has tomado muy en serio el “trabajo” de revisarla antes de que la publique.
No voy a trasladar aquí el intenso debate que hemos mantenido en privado sobre la novela, entre otras cosas porque revelaría multitud de detalles del argumento que espero quieran descubrir millones de lectores por sí mismos (optimista que es uno). Pero sí me apetece prolongar el debate respecto al proceso creativo.
En tu anterior carta presentaste argumentos de mucho peso en defensa de un modo determinado de afrontar el reto de escribir una novela: la planificación exhaustiva, el tenerlo todo controlado, un conocimiento absoluto del universo que conformará la obra y de sus habitantes, no tanto quizás para evitar desviaciones respecto al plan inicial como para sacar el máximo provecho y productividad a nuestro trabajo. Defiendes que esa manera de crear aporta incluso más satisfacción que el dejarse llevar, porque en esa aparente rigidez es cuando se disfrutan los brotes de espontaneidad. Es decir, que el tenerlo todo controlado puede propiciar el nacimiento de tramas y personajes no previstos sin correr el riesgo de la dispersión y la inconsistencia. Seguir leyendo «Sábado, 21 de marzo de 2015»