No estoy sorprendido. Asqueado sí, pero lo estoy desde hace unos cuantos años, así que no es novedad. Sorprendido quedaría un recién aterrizado que procediera de una democracia moderna y —lo más importante— democrática, pues no basta con proclamarlo a los cuatro vientos una media de tres mil veces al día: hay que demostrarlo con hechos. En realidad, el visitante más que sorprenderse se escandalizaría por lo que sucede en España. Nosotros, los sufridores, ya estamos curados de espanto, pero ello no atenúa la gravedad de los hechos.
El circo que se ha montado en torno a la abdicación del rey no por previsible deja de ser menos demencial. Sabéis que su mensaje justificativo, emitido por televisión y radio, fue grabado durante la mañana del lunes. Su emisión fue anunciada para las 12 del mediodía, hora y media después de que el presidente de los percebes (Mariano Rajoy) adelantara la noticia en una declaración institucional ante los medios de comunicación. Sabéis también que las palabras de Don Juan Carlos de Borbón no se difundieron hasta más de una hora después de lo previsto. Seguir leyendo «El asqueroso empeño en que tomemos la pildorita azul»