La intolerancia, la intransigencia, el pensamiento único, la imposición de ideas mediante la fuerza, son algunos de los peores males que asolan a la humanidad. Los débiles, los inocentes, quienes no pueden recurrir a la fuerza para defenderse, son siempre víctimas injustas. Ninguna ideología ni supuestas ‘leyes’ religiosas justifican los abusos a los derechos humanos, ni mucho menos el despreciable ensañamiento con quienes sueñan con un futuro libre de violencia.
El martes pasado un grupo de escoria humana, contaminada por ideas fanáticas, entró en un colegio de Peshawar (Pakistán) y mató a 148 personas, 132 de ellas niños y niñas. Los talibanes justificaron el ataque en el hecho de que el colegio está gestionado por las fuerzas militares que los combaten. Como si esos trogloditas que dicen seguir la ley de dios tuvieran algún prejuicio a la hora de segar vidas. Son los mismos que dispararon en la cabeza a Malala y que han jurado matarla por el simple hecho de defender la escolarización de las niñas. Seguir leyendo «Fanáticos ignorantes»