
Este país no está preparado para que gobierne la izquierda. Fue la principal conclusión que extraje de las elecciones del 26 de junio, cuyo decepcionante resultado me llevó a dejar de escribir sobre política en ‘la recacha’. Había demostrado sobradamente ser un analista pésimo, así que mejor ahorrar a los (pocos) lectores mis discursos izquierdistas y dedicarme a otros temas menos crispantes.
La verdad es que estos tres meses he estado muy relajado, asistiendo al esperpento político como si la cosa no fuera conmigo. Dejé de escuchar tertulias y de leer la prensa que hace tiempo certificó la defunción del periodismo (lo de ‘El País’ es de vergüenza ajena). Tenía claro que nos esperaban otros cuatro años de gobierno dirigido por una organización criminal franquista. Era lo que habían querido ocho millones de cómplices, más los diputados elegidos por los (en su mayoría) bienintencionados votantes del sucedáneo naranja. Y, lo más importante, era lo que querían los poderes que realmente cortan el bacalao, a los que, por supuesto, nadie vota. Seguir leyendo «Rosas negras o El País que no quería a la izquierda»