No iba a escribir sobre esto. Llevo días en que no me apetece asomarme a la realidad informativa porque las náuseas que me produce son tan grandes que correría el riesgo de salpicar de vómito la blogosfera entera.
Me paso la vida enganchado a la radio, escuchando música, programas magazine, informativos y tertulias; incluso el carrusel deportivo de vez en cuando. Pero hay épocas en que mi nivel de saturación de porquería llega al límite de lo soportable y tengo que descansar. Ahora estoy en uno de esos momentos, así que escuchar a cualquiera de los indecentes que nos torea desde su trono puede desencadenar en mi interior la reacción que llenaría vuestros blogs de tropezones. Es decir, que si en mi transistor (bueno, no, que ahora ya escucho la radio con el móvil; hay qué ver la tecnología) aparece la voz de cualquier subhumano perteneciente al PP o cualquiera que defienda sus políticas antihumanas inmediatamente cambio de emisora. No me pasa únicamente con el PP, también llevo a cabo la misma operación con según qué especímenes del PSOE (cada vez más), banqueros, portavoces de la Troika y de la patronal, y, en definitiva, con cualquiera que mantenga sin rubor que estamos saliendo de la crisis. A Rajoy lo tengo vetadísimo. Es una cuestión médica. Es que veo esas cinco letras juntas y ya me pongo a sudar…
Todo este rollo introductorio viene a cuento de la infamia que hace unos días causó la muerte a 15 seres humanos cuando intentaban llegar a nado a Ceuta. Tras diversas versiones contradictorias, la aparición de unas imágenes en que se aprecia sin lugar a dudas a un miembro de los cuerpos de “seguridad” del Estado disparar contra personas indefensas en el agua (me da igual si eran pelotas de goma o balas explosivas) debe llevar a preguntarnos qué justificación puede tener una actuación tan ruín y cobarde. ¿Es que vamos a cerrar los ojos al hecho de que “nuestra” policía, esa policía tan democrática y ejemplar de la que tan “orgullosos” estamos, asesine a personas cuyo único delito es intentar conseguir una vida mejor? Que ya tienen que estar desesperados, ya, para soñar con que en España los van a recibir con los brazos abiertos.
Siento vergüenza y asco a partes iguales. El Gran Wyoming lo dice con menos bilis, pero en el fondo es lo mismo: los nazis consideraban a negros y judíos seres inferiores a los que había que eliminar. No veo mucha diferencia entre ese razonamiento y el que rige las políticas de control de fronteras entre España y Marruecos. Se diría que en vez de personas, quienes intentan cruzar la frontera son perros rabiosos. Y ojo, que no acuso sólo al gobierno español (y al marroquí, por supuesto, pero poco se puede esperar de una dictadura que lleva décadas aplastando a las minorías, como sucede en el Sáhara, por ejemplo), sino a la Unión Europea en general. Todavía están recientes los vergonzosos hechos de Lampedusa, donde los cadáveres arrojados por el mar se contaban por centenares. Los políticos de turno los lloraron con cara de circunstancias y lágrimas de cocodrilo.
Son esos mismos políticos, maestros de lo correcto, de la legalidad vigente, del dar una vuelta tras otra a los asuntos más graves para acabar por no tomar decisiones precipitadas; bueno, ni precipitadas ni de las otras, que siempre hay alguna nueva opción que estudiar. Esos mismos políticos, personas pulcras, aseadas y educadas, sobre todo muy educadas, que ya se sabe que con la buena educación se va a todas partes, son los que no hacen nada por evitar la masacre de la población civil en Siria. Bueno, sí, convocan reuniones, emiten comunicados y expresan su preocupación por el sufrimiento de esas pobres personas. Mientras tanto, tras tres años de guerra, esas pobres personas continúan intentando sobrevivir, y para ello lo más “prudente” es huir. Como el niño de la foto, Marwan, ya mundialmente famoso por simbolizar la tragedia de los refugiados sirios. Los mismos de los que en España no queremos saber nada y que, de hecho, si se les ocurriera intentar entrar por Ceuta los recibirían a balazos.

Marwan, a sus cuatro años, que en medio de una guerra deben de parecer cuatro décadas, llega solo a un campo de refugiados en Jordania. La verdad es que, afortunadamente, no iba solo, sino que en el caos de los miles de personas que huyen de la locura se separó de su familia por accidente. Él ha podido regresar junto a su madre, pero no pueden decir lo mismo miles de huérfanos reales. Otros miles de niños sirios ya no tienen esa preocupación porque han muerto. Una lista macabra que va a seguir aumentando mientras los afectados, pulcros y educados políticos se reúnen para determinar cuándo será la próxima reunión.
La foto de Marwan y una conversación con mi amiga Alicia en Facebook tras haber compartido el vídeo del Gran Wyoming es lo que me ha llevado a escribir este post. Me falta una reflexión final.
Hace unos días retuiteé un mensaje de Unicef en el que denunciaba la violencia extrema a la que están siendo sometidos los niños en la incipiente guerra civil que amenaza a la República Centroafricana, una guerra, otra más, originada en enfrentamientos religiosos. No puedo dejar de preguntarme, y no hallo la respuesta, por qué el hombre (en masculino; violencia y guerra son palabras femeninas, pero casi siempre las protagonizan hombres) es tan salvaje y cruel; qué macabro mecanismo se desencadena en su interior para matar sin escrúpulos a seres indefensos en nombre de no se sabe qué causas. ¿Por qué? No puedo dejar de preguntármelo, y se me eriza la piel de imaginar que hubiera nacido en Siria o en uno de esos países tan prescindibles que englobamos en ese ente llamado África subsahariana en vez de en esta España que viaja al pasado a un ritmo vertiginoso.
La pregunta es inocente hasta decir basta, lo sé, pero no puedo evitar cerrar esta entrada tan llena de impotencia con ella: ¿será la humanidad capaz algún día de trabajar por el bien común, respetando las diferencias, olvidando la codicia y desterrando por siempre las guerras?
Doloroso, desesperanzador, querido. Espero que sí, que algún día seamos capaces.
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Ojalá, aunque me temo que ni tú ni yo lo veremos. Un abrazo.
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El ser humano alberga en su interior luz y sombra, por tanto, es capaz de lo más sublime pero también de lo más abyecto.
Mientras en este mundo siga habiendo egoísmo, codicia, y miedo, no habrá nada que hacer.
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Una sociedad construida sobre el culto al dinero está condenada al fracaso. Un abrazo.
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Ante un paisaje tan descorazonador, la impotencia nos hace sus presas. No se como, pero quiero pensar que si, que algún día mereceremos llamarnos humanidad.Un artículo magnífico Benjamín. Gracias.
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Gracias, Yolanda. Tenemos que seguir construyendo sobre los valores que se supone son inherentes al ser humano. El problema es que es mucho más fácil y rápido destruir que construir. Un abrazo.
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Cualquier documental sobre hienas o buitres explica mejor el comportamiento humano que la propia realidad.
Salud
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La diferencia es que a buitres y hienas sólo les mueve el instinto de supervivencia. Saludos.
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Reblogueó esto en Yolanda Jiménez. Escritoray comentado:
Una mirada sensible sobre la barbarie ejercida y consentida desde eso que llamamos «humanidad». Un artículo imprescindible de Benjamín Recacha. Una reflexión sobre la hipocresía del perverso sistema: dominadores y dominados. Y una pregunta abierta.
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Oh pues el ministro del interior, tengo entendido, es hombre religioso, forma parte de cierta familia católica. Y «provida» seguro (en según que discurso). En cuanto la pregunta, sabes que no soy optimista (jamás las hienas procurarán muerte digna a la presa que aún no ha muerto, porque son hienas).
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Sí, de devotos religiosos anda el mundo lleno y en nombre de no sé qué Dios se encargan de eliminar a quienes piensan, visten o huelen diferente. Saludos.
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O a quien no quiere ahogarse.
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Hay muchas respuestas a la violencia humana. Yo creo que uno de los principales motores es la miseria. A más miseria y desesperación mayor número de personas dispuestas a abrazar la violencia bajo cualquier pretexto o causa. Buen artículo y mesurado en el lenguaje, como debe de ser, aunque no es lo mío.Sigue denunciando con esa mesura, es el buen camino. espero que algún día tengas que denunciar que no se tiren papeles al suelo, en lugar de estas injusticias.
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Y yo que pensaba que esta vez me había contenido menos que de costumbre… La verdad es que para un post sobre papelitos, colillas y cacas de perro daría. Un abrazo.
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Hace tiempo que la política no es para el pueblo. Sólo para enriquecer a políticos y amigos de políticos. Y lo peor de todo es que está globalizado.
Y mientras, ellos no tienen bastante con atravesar kilómetros de desiertos, sufrir el miedo de la incertidumbre y la soledad, dejar atrás a familias sin saber si algún día regresarán, lanzarse a un mar lleno de corrientes sin saber apenas nadar, o alzarse por un muro lleno de cuchillas. No. Tenemos que matarlos a pelotazos.
Como siempre, tus escritos hacen reflexionar….
(Un abrazo)
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Es que vienen a robar, o no, peor, quieren echarnos de nuestro propio país… Leyendo algunas portadas de periódicos diríase que Almanzor ha resucitado. Temblemos ante el terror subsahariano…
(Otro para ti)
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Yo empeñada en ver el lado bueno de la vida y tú trayéndome de los pelos a la realidad… Yo tampoco puedo entenderlo. No me cabe en la cabeza tanta crueldad.
Un beso
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Llevaba días girando la cabeza, pero ya no podía esconderme más tras la portada de ‘El viaje de Pau’. Tenía que liberar presión, y lo triste es que todavía queda mucho que soltar. Un abrazo!
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Suelta, ya sabes que eres la voz de mis pensamientos.
Un beso
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Menuda responsabilidad! 😉
Besos!
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Ya…
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yo no entiendo esta cosa, esta vida tan cruel.
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La codicia y el odio son armas terribles. Ojalá las cosas cambien pronto. Un abrazo!
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Esto para mí es una película de terror, hecha realidad!
Un abrazo Benja
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Y tanto que lo es. Demasiado a menudo la realidad supera a cualquier película de terror. Un abrazo.
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