Domingo, 1 de febrero de 2015

escritorio

Hola, Toni.

Como sabes, ya he acabado el borrador de Con la vida a cuestas, mi segunda novela. La última parte la he escrito íntegramente en papel, de modo que tengo 150 páginas de libreta que volcar en el ordenador. Ya me he puesto a ello, y no creo que vaya a tardar mucho porque, aunque voy cambiando cosas (por ejemplo, he decidido cambiar el nombre de uno de los personajes más importantes) y ya tengo claro que hay que reescribir alguna parte, tecleo bastante rápido.

Los dos tercios anteriores ya los tenía pasados, aunque también tendré que retocar varias cosas. Total, que me he propuesto que el libro esté físicamente disponible para Sant Jordi. ¿Quiere decir eso que me voy a autopublicar de nuevo? Con casi total seguridad, sí. Dejo un ínfimo porcentaje a la remota posibilidad de que alguna editorial se vuelva loca y me haga una oferta que no pueda rechazar. Tengo claro que no voy a enviar el manuscrito a ningún sitio que no me lo pida. Seguir leyendo «Domingo, 1 de febrero de 2015»

Me alegran el día

Hay dos cosas que me alegran el día cada mañana al levantar las persianas. Una es la vista del monte El Farell, al pie del cual se extiende Caldes de Montbui, el precioso pueblo de las afueras de Barcelona donde vivo. La otra es el sonido de los pájaros que sobrevuelan o hacen parada en mi terraza. El canto alegre del mirlo, el extraño piar nupcial de las tórtolas, incluso los silenciosos chillidos de los pequeños murciélagos (bueno, esto es más bien por la noche)… Pero lo que más me alegra es el juguetón vuelo rasante de los vencejos y golondrinas y su piar enérgico y nervioso. Desde que empezó la primavera, cada mañana y al atardecer se reúne una numerosa colonia de estas incansables aves en el edificio contiguo al mío, y no he podido resistirme a hacerles algunas fotos. Ya veis que no necesito gran cosa para estar contento.

Curiosidad idiomática: el nombre catalán de las golondrinas me produce tanta alegría como verlas volar. Es ‘oreneta’, pronunciada la ‘o’ como una ‘u’.

Desde la terraza

El Farell
Caldes de Montbui al abrigo de El Farell

Cada mañana, al levantar la persiana de mi habitación, esta es la imagen que aparece ante mis ojos. El monte El Farell, a cuyos pies se extiende el precioso pueblo donde vivo desde hace algo menos de un año: Caldes de Montbui. Un pueblo con historia, célebre por sus aguas termales, que los romanos supieron aprovechar construyendo unas de las termas al aire libre más importantes de la península ibérica. Pasear por el núcleo antiguo es una experiencia muy agradable, pues las calles y los edificios históricos están muy bien conservados. Seguir leyendo «Desde la terraza»