
El movimiento independentista existe en Catalunya desde mucho antes que el expresident Artur Mas decidiera envolverse en la estelada para tapar las vergüenzas de su partido. El PP se encargó de avivar el fuego nacionalista, primero haciendo campaña en contra del Estatut y llamando al boicot de los productos catalanes (a ver si hacemos memoria, que no hace tanto de eso), y luego, ya en el gobierno, reprimiendo con la ley toda reivindicación política.
El gobierno del PP y el PSOE más rancio han sido máquinas de fabricación de independentistas en masa, así que la principal responsabilidad en la situación actual de fractura y crispación es suya.
Pero no sólo suya. Como decía, la derecha catalana, campeona del mundo en recortes sociales, que se enorgullecía de su habilidad con las tijeras, salpicada por numerosos casos de corrupción, aprovechó la marea social de indignación por el maltrato a la autonomía catalana, para fundar un movimiento, “el procés”, que será estudiado por su prodigiosa capacidad para convencer a través de la propaganda.
Parece que por fin llegamos al momento cumbre, a ese referéndum que no lo es (sí, por culpa sobre todo de la España cañí… y de Ada Colau, una de las principales enemigas del pueblo), tras el cual se declarará la República Catalana. No sé qué pasará. Nadie lo sabe, pero me cuesta mucho creer que el 2 de octubre alguien más que los dos millones de catalanes que votarán por la independencia considerará a Catalunya un estado independiente. Seguir leyendo «La izquierda y el «procés»»