
Las noticias sobre el drama de los refugiados en el Este de Europa y en el Mediterráneo abruman, son demasiado para el estómago y la conciencia de cualquier persona decente. No voy a escribir un artículo de opinión sobre ello, porque ya acumulo unos cuantos y sería repetir lo mismo, pero sí que voy a compartir algo que he escrito empujado por mi conciencia. Desde luego, en nada va a aliviar los terribles padecimientos de tantísima gente desgraciada, que huye de la muerte para caer, en el mejor de los casos, en el rechazo y la insolidaridad de una Europa que hace tiempo dejó de ser tierra de acogida y cuna de la democracia y los derechos humanos.
Hace un par de meses escribí un relato protagonizado por un niño maliense que huye junto a sus padres de la barbarie yihadista. Lo presenté a un certamen literario, pero, como era de esperar, no ha sido premiado, así que ya puedo compartirlo.
Lo titulé ‘Odiseo‘. Aquí lo tenéis.
El extremismo (de cualquier clase) es el cáncer de la sociedad.
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Sí, pero esas miles de personas desesperadas ahora lo que necesitan es una solución urgente. No estaría mal comenzar por demostrarles un poquito de solidaridad. Inmediatamente después, o paralelamente, habría que ir a la raíz del problema: la codicia. ¿Por qué se fomentan las guerras? Ya he escrito sobre ello: la industria armamentística es la que maneja los hilos del mundo. A quienes fabrican y venden armas (con la complicidad absoluta de los gobiernos) sólo les interesa ganar dinero. Desde luego, los extremismos son un buen caldo de cultivo para encontrar buenos clientes.
Saludos.
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La solución no pasa por acoger indefinidamente. ¿Hasta cuándo y cuánto?. ¿Hasta que Europa reviente por las cuatro costuras?.
Esto no quiere decir que no se deba ayudar a las personas desesperadas que están llegando, por supuesto, pero la respuesta pasa por mojarse y resolver el problema político y bélico en Irak, Siria, Libia.
Europa es cómplice del caos existente en esos países, no lo olvidemos, cuando ha propiciado la caída de los regímenes existentes en esos países, dictaduras, sí, pero no se ve que ahora estén mejor que antes, la verdad.
También se debería cortar la financiación a los salvajes rebana pescuezos (otro engendro yanqui en sus inicios, según malas lenguas y regado por los petrodólares de “países amigos”).
Pero, claro, hay demasiados intereses geoestratégicos en esas zonas y mucho dinero a ganar para los depredadores, aunque sea manchado de sangre.
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Totalmente de acuerdo. La raíz de todo se encuentra en el muchísimo dinero que el lobby armamentístico y determinados gobiernos ganan gracias a la inestabilidad política, las organizaciones terroristas y las guerras. Me temo que no podemos esperar soluciones «de buena fe» ni a corto ni a medio plazo. Quién sabe si generaciones futuras sentirán más apego por la humanidad como especie. Hasta ahora nos hemos comportado como aldeanos codiciosos y egoístas.
Muchas gracias por tu comentario.
Saludos.
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