«Recorta, pero no me toques los ahorros»

forges-chipreAyer una amiga escribía en su muro de Facebook un mensaje de agradecimiento hacia los profesionales que trabajan en el Hospital Sant Joan de Déu. En este país son millones las personas con motivos de agradecimiento a la sanidad pública. Muchas porque, gracias a la sanidad gratuita y universal, han salvado la vida, otras la han mejorado o han curado sus dolencias, o han recibido la atención médica y el acompañamiento necesario para dar a luz, o, en los casos más graves, el tratamiento paliativo y el acompañamiento necesario para tener una muerte digna.

Hoy este patrimonio que parecía irrenunciable peligra. De hecho, con la reciente reforma del sistema, ya hay mucha gente en España que no tiene derecho a la sanidad gratuita. Y no sólo los llamados «inmigrantes ilegales», sino que somos todos quienes padecemos los recortes: hospitales y ambulatorios cerrados, y los que no lo están, con horarios y servicios «amputados», medicamentos no subvencionados y que además disparan el precio, etc… «Hay que reducir el gasto» (y esto es extrapolable a cualquier otro servicio público), dicen los gobernantes, pervirtiendo el lenguaje, transformando lo que creíamos que era una inversión en calidad de vida, bienestar, en un engorro, un capricho molesto que hay que moderar.

Claro que sí, son caprichos que impiden cuadrar los números, que estorban en el sacrosanto objetivo de sanear bancos y devolver hasta el último céntimo de la deuda pública antes de siquiera atreverse a soñar con nuevas inversiones en políticas sociales. Curiosamente, el discurso oficial jamás menciona que buena parte de esa deuda pública es deuda privada transmutada.

Paralelamente, y siempre por nuestro bien pese a que se trate de «medidas dolorosas», el gobierno sube los impuestos, IRPF e IVA a la cabeza, se «moderan» los salarios en pro de la «competitividad», o directamente se reducen (función pública), se reforman las prestaciones de desempleo para «incentivar» la búsqueda activa de trabajo y el sistema público de pensiones para «garantizar sus sostenibilidad», promoviendo el «envejecimiento activo».

Este fin de semana han saltado todas las alarmas ante la decisión de la Comisión Europea de imponer un «impuesto revolucionario» a los depósitos que «custodian» los bancos chipriotas. Es decir, quien tenga sus ahorros en una cuenta corriente, a partir del día en que las autoridades tengan a bien permitir que vuelvan a abrir las sucursales, se encontrará con que le han birlado un porcentaje (al que todavía están dándole vueltas) de su dinero. La ciudadanía deberá asumir parte de la deuda privada de los bancos para que Chipre sea «rescatado» por Europa.

Menuda injusticia, ¿verdad? Ya ni siquiera los ahorros están a salvo. Pero algo así no puede suceder en España, se han apresurado a pregonar las mentes preclaras que nos están «sacando» del pozo. «Ufff, menos mal» habrán dejado escapar, aliviados, los españoles, sobre todo esos ciudadanos «ameba», como acuñaba en su artículo matinal Rosa María Artal.

Sí, menos mal… ¿Pero es que no nos damos cuenta de que el atraco a los chipriotas es un chiste de trileros comparado con lo que ya han perpetrado y están perpetrando en España? El impuesto sobre los depósitos en Chipre recaudará algo menos de 6.000 millones de euros, calderilla comparado con lo que nos han sustraido aquí mediante quitas a los tenedores de productos híbridos, subidas de impuestos, recortes salariales y de los servicios públicos, copagos diversos, subidas de tasas, reducciones de ayudas, etc…

Ojalá la película de terror en que han convertido este país se hubiera quedado en un inocente cuento infantil en forma de impuesto sobre los depósitos bancarios… Y entonces sí que habría habido una verdadera revuelta ciudadana. Porque nos pueden quitar la sanidad, la educación, los servicios sociales, las becas, el trabajo, los subsidios, nos pueden subir el IVA, el IRPF, las matrículas universitarias, nos pueden imponer el copago farmacéutico y las tasas judiciales, recortar las pensiones y las ayudas de la Ley de la dependencia… Pero que no nos toquen los cuatro chavos que tenemos en el banco. Por ahí no pasamos. Sociedad ameba. Viva el capitalismo.

6 comentarios sobre “«Recorta, pero no me toques los ahorros»

  1. Hola, la vida no es de color de rosa. Pero en ocasiones podemos pintarla del color que nosotros queramos.
    Aquí estamos unos cuantos que nos proponemos luchar, escribir, descibrir, reír y también llorar, porque las lagrimas nos recuerdan que estamos vivimos y que somos capaces de secar nuestras lágrimas… y después de la lluvia siempre sale el sol.

    Hace unos días me dieron un premio a mi blog, ahora soy yo la que me gustaría concederte el premio al «Best Blog» por la realidad que nos relatas, y porque eres capaz también de fotografiar paisajes hermosos que nos recuerdan que vale la pena vivir y luchar.

    Ya sé que el logotipo del premio es un poco femenino, jajaj, pero recuerda que todos tenemos dentro de nosotros el ying y el yang…;)

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    1. Qué ilusión, un premio! Muchas gracias! Me han encantado tus palabras. El mejor premio, sin duda, es descubrir a buena gente como la que os tomáis la molestia de leer mis tochos y que además compartimos inquietudes por la realidad que nos rodea. Lo mejor de escribir un blog, desde luego, es recibir este feedback tan motivador.

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  2. Al hilo de la sanidad pública que se está configurando, hoy leí la noticia de una niña de 18 meses que ha muerto tras pasarse 5 días con una palomita de maíz obturándole las vías respiratorias. Porque la palomita no era visible en las radiografías.

    Ésta es la sanidad que nos está dejando la estafa que llaman crisis. Un sistema donde los médicos trabajan acobardados por protocolos de actuación que, de incumplirse, les reportan una bronca o una sanción; o acuciados por incentivos que se obtienen por solucionar «eficientemente» (de firma rápida) los casos que llegan a urgencias.

    Por cierto, los chipriotas nos han dado a todos una lección desde su parlamento. Aquí ni siquiera se puede votar cuando diariamente nos están despojando.

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    1. Tienes toda la razón. Yo me pongo enfermo cada vez que escucho o leo al político de turno llamar «gasto» a la inversión en sanidad o cualquier otro servicio público. Lo están mercantilizando todo, hasta el punto de sopesar si salvar una vida es rentable.

      En cuanto a lo de Chipre, el portavoz del Eurogrupo ya ha declarado su «decepción» por la decisión del Parlamento. Y es que la democracia estorba mucho.

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