Uno de los mejores ejercicios que se puede hacer en un primaveral día como ha sido este domingo en Barcelona es salir al campo, callar y escuchar. Con un niño de cinco años lo de callar es bastante difícil, pero verle disfrutar del aire libre, de las hormigas, las mariposas, las hojas de roble que todavía alfombran el sotobosque, las margaritas, los abejorros que vuelan de flor en flor recolectando su néctar, las arañas, las nubes con sus infinitas formas… disfrutar en definitiva del descubrimiento que todavía significa para él cualquier detalle que para la mayoría de adultos pasa desapercibido es tan valioso como el más maravilloso de los silencios.
Los silencios en el campo significan el zumbido de los insectos, los cantos nupciales de un sinfín de aves, el viento en las hojas de los árboles, y sí, también momentos de ausencia total de sonido. Paz.
En Santa Coloma Sasserra, una antiquísima parroquia ubicada en el municipio de Castellcir, en el Vallès Oriental, hemos encontrado un rincón ideal para deleitarse con el silencio. Lo descubrimos hace unos meses. Estoy convencido de que ese imponente roble milenario que preside el escenario, el roure del Giol, tiene mucho que ver en la atmósfera de bienestar que se respira.
Se escucha, como haber estado en el paraíso. Y por las fotos, la mejor de todas las estaciones, la primavera. Aunque todas las estaciones tienen lo suyo, ya por su nombre debería ser la primera. Saludos.
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Es la estación en que estalla la vida con todo su esplendor, pero ese mismo escenario en invierno es igualmente mágico. La verdad es que la naturaleza vale la pena disfrutarla en cualquier época del año. Saludos!
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Todas las estaciones tienen su belleza y la primavera es muy especial, es cuando despierta la naturaleza, cuando todo aflora y llena el alma de esas ganas de vivir y disfrutar.
Fantásticas fotos y seguro que el lugar es muy especial, la naturaleza nos obsequia con estos regalos, tenemos que tener la capacidad de valorarlos.
Me gusta tu entrada y me hace tener una nostalgia buena de mis salidas.
Un abrazo
Cristina
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Te recomiendo que lo visites, Cristina. Se puede llegar en coche hasta el mismo roble. Hay un aparcamiento habilitado, aunque el camino es de tierra.
Yo no sabría vivir sin esos «chutes» de aire libre. De hecho, me mudé de la gran ciudad a un pueblo porque me sentía cada vez más ahogado y ahora estoy feliz como una lombriz. 🙂
Un abrazo!
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Callar y escuchar: ¿No habrás fichado por un partido político?
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Sí, uno que todavía no se ha inventado. :p
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Maravillosa entrada nos dejas, Benjamin es un canto a los sentidos y me ha recordado algún fragmento de tu estupendo libro el cual volveré a leer.
Besos
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Gracias, Carmen. No es extraño que te recuerde a ‘El viaje de Pau’, porque el primer motivo por el que decidí escribirlo fue mostrar mi agradecimiento eterno a un paraíso natural como es el Valle de Pineta. Un abrazo!
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Bonitas fotos, bonita entrada 🙂 Tus palabras me han hecho replantearme cosas y escribir más para un futuro libro…pero vaya, creo que va a tardar mucho tiempo en ver la luz si voy a este paso…jajajaj
Bss!
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Me encantará leerlo… si para cuando lo tengas listo me continúan funcionando los ojos. :p
Muchas gracias! Me alegro de leerte por aquí. En cuanto encuentre un hueco sigo chafardeando tu blog, que me quedé con la glamourosa y exclusiva crónica viajera a medias, jajaja!
Un abrazo!
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