Bielsa – 26 de agosto de 2013 (9.15 horas)

Castillo del Moral, Lucena
‘El viaje de Pau’ ante el castillo del Moral, en Lucena (Córdoba), lugar donde estuvo preso Boabdil el Chico   Foto: Verónica Barcina

Me he despertado hace apenas media hora y aquí estoy, todavía metido en el saco de dormir, dándole vueltas al e-mail de Verónica… Qué ingenio tiene esta mujer. Su blog, Apalabrados, es uno de los más interesantes que se pueden encontrar en la red. Un sitio donde leer las verdades que lo políticamente correcto elude. El caso es que me ha escrito un e-mail que no es un e-mail sino una réplica estilística de mi novela. “Leído El viaje de Pau” decía el asunto del mensaje, y ya me ves con los párpados todavía a medio abrir, apresurándome a leerlo con este móvil que es un engendro a medio camino entre la Edad de Piedra de las comunicaciones y los aparatejos de última generación. Total, que en esa pantallita minúscula y sufriendo por la floja señal de la conexión wi-fi (menuda paradoja, wi-fi en una tienda de campaña en un camping de montaña… Por cierto, muy bonito y agradable el camping Bielsa; habrá que repetir) he ido leyendo párrafo tras párrafo, primero algo confuso porque las palabras sobre el libro no eran muy alentadoras: personajes ñoños y forzados, guión de serie B… Pero no, no podía ser tan cruel porque quedaban muchas líneas por delante.

Al principio no he caído en el detalle, pero conforme avanzaba en la lectura y al constatar que no era ella la única escritora del mensaje, me he dado cuenta de que estaba escrito en forma de diario, con cada personaje aportando su punto de vista (insisto en que me acababa de despertar), como ocurre en ‘El viaje de Pau’. Bonito guiño.

Otro detalle que me hacía presagiar que la primera impresión negativa tenía que cambiar es que lo ha leído en sólo cuatro días. No llega al extremo del amigo Edwin, ese huracán caribeño que arrasa con todo y que devoró las 356 páginas en apenas una jornada, pero no te acabas en cuatro días un pestiño. Si no te gusta lo dejas a las dos horas de empezar y, desde luego, no le escribes ese pedazo de e-mail al autor para regodearte en su miseria… jajaja…

“Los jajas y jejes los quitaba todos, y algún guau, guau también”. Menudo personaje está hecho José María, el director del Museo de Bielsa. No se anda con rodeos ni regala elogios a la ligera. Y, sin embargo, a los cinco minutos de conocernos en persona, y después de cargarse las risas enlatadas de Diego, me aseguró que el libro le había gustado. “Está muy bien. Al principio te habría dicho que me parecía infantil, pero chico, me has tocado la fibra”. Su opinión la valoro mucho, pues es toda una eminencia en el estudio y recuperación de la memoria histórica de esta parte del Pirineo y aunque se trata de una novela de ficción para mí era muy importante que los hechos históricos que se relatan tuvieran coherencia.

Verónica no me dice nada de los “jejes”, pero apuesto que también opina que me los podría haber ahorrado. Hay más lectoras que me lo han dicho. Recuerdo a Silvia y a Mónica. Es verdad que quedan raros en una historia seria, pero cuando escribes en primera persona y en presente resulta complicado transmitir algo tan simple como la risa. No existe el recurso del narrador que diga: “Diego soltó una sonora carcajada”. O “jeje” o que el lector imagine lo que quiera.

A partir del tercer párrafo el e-mail “mejora” claramente. “Uuuuffff, qué alivio”, he pensado mientras lo leía. Y es que Verónica es la culpable de que ‘El viaje de Pau’ esté ya a la venta en las librerías Juan de Mairena de Lucena (Córdoba) y Granada capital, todo un honor para un escritor novel como yo. Ella y su amigo Pepe, a quien metió en el follón de distribuir el libro de un colega bloguero sin saber si reunía un mínimo de calidad. Imagina que no lo hubieran tragado. ¿Con qué cara le piden a Pipo, el librero, que ponga a la venta una obra que no sirve ni para calzar una mesa coja?

Afortunadamente, no ha sido así. Resulta que a Verónica finalmente le ha gustado de veras (salvo una objeción argumental que no voy a explicar aquí para no cargarme el futuro comercial de Pau & co., ya que nadie va a querer comprar un libro del que ya conoce buena parte del final), y también a Pepe. Lo han leído a la par y han quedado atrapados por la historia. Qué buena noticia para empezar el lunes. Pepe dice que tendrá que hacer una relectura más adelante armado de suspicacia y con la escopeta cargada, pero el premio vale la pena: pasar al anaquel de las “lecturas imprescindibles”. Palabras mayores. Jamás se me ocurriría calificar mi novela de “imprescindible”, pero si lo hace un lector bienvenido sea, por supuesto. A ver si sobrevive a tan dura prueba…

Me encantaría compartir el e-mail tal cual porque dice cosas muy buenas sobre el libro. Me encanta la parte de diálogo entre Verónica y Pepe, cuando ella se entera de que él también lo ha leído y que ambos han tenido sensaciones muy parecidas. Es el fragmento de un relato del que, siendo yo el protagonista, no puedo más que sentirme orgulloso y agradecido. Algo abrumado también, porque enterarse uno de que ha sido objeto de horas de conversación entre dos grandes amigos amantes de la literatura es como para que se le suban los colores.

Pepe comenta que la maquetación podría mejorarse. Que el cuerpo de la letra podría aumentarse uno o dos puntos y que el margen interior podría ser un centímetro más ancho. Antonio me dijo algo similar el jueves, cuando nos vimos en su librería, La General de Aínsa, una tienda preciosa, decorada con mucho gusto, donde nada más entrar dan ganas de comprar libros. Quizás por eso se está vendiendo tan bien el mío, jajaja…

Me tomo muy en serio los consejos y apreciaciones de la gente que sabe de lo que habla y que lo que dice lo hace con espíritu constructivo. Yo también tenía la impresión de que el cuerpo de la letra es un pelín pequeño. Bueno, José María lo primero que me soltó cuando le envié el libro es que cómo se iba a leer él eso con una letra tan pequeña. “Que soy viejo y me cuesta leer”. Sí, sí, será todo lo viejo que quiera, pero al final lo ha despachado en un abrir y cerrar de ojos…

Antonio me comentó que quizás podría ampliar el cuerpo de la letra y reducir el interlineado, así que para la próxima tirada ya tengo trabajo previo: menos interlineado, letra más grande y más margen interior. Esto de la autoedición/autopublicación implica dedicación continua, pues siempre hay algo que cambiar o que mejorar. Añádele establecer contactos con librerías y/o distribuidores (a ver si me dicen algo los de Logi, que están especializados en Aragón), promocionarte en las redes sociales, mantener el blog y el contacto con las nuevas y viejas amistades y… y no hay tiempo material para todo ello. Menos mal que aparece por el camino buena gente como Verónica, Pepe, José María y otros tantos, que ofrecen su ayuda desinteresada para intentar que Pau y compañía asomen la cabeza en la jungla salvaje que es el mercado editorial español.

Bueno, va haber que levantarse, que hoy toca recoger para volver a casa y antes tenemos que pasar por Aínsa, a ver si le ha llegado a Antonio el libro que me recomendó el otro día, y Barbastro, a dejar algunos ejemplares en la librería Moisés, otro contacto de José María.

Cuando llegue a casa me vuelvo a leer detenidamente el e-mail de Verónica, porque tiene mucha miga.

 

6 comentarios sobre “Bielsa – 26 de agosto de 2013 (9.15 horas)

  1. Tampoco es para tanto. La verdad es que el libro engancha y una tiene el deber, que no compromiso, de hacérselo saber al responsable cuando, como es el caso, hay canales abiertos de comunicación.

    Me satisface enormemente que hayas sabido interpretar adecuadamente las formas del correo electrónico, ya que esa ironía descarnada y hasta cruel responde a una de las señas de identidad granadina que nos va calando el espíritu con el paso de los años: la malafollá. No todo el mundo la capta como tú lo has hecho y no son pocas las situaciones embarazosas que provoca.

    En fin, lo diho: enhorabuena y gracias por escribir El viaje de Pau.

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    1. Pues reconozco que me gusta la malafollá. Seguramente si la valoración final del libro hubiera sido diferente no diría lo mismo, claro, jaja. Gracias a ti por leerlo y por tu apoyo, que es mucho más que un simple (apreciado también, por supuesto) apoyo moral. Por cierto, te debo una explicación sobre «la cabronada» y me debéis algún testimonio gráfico de que ‘El viaje de Pau’ efectivamente está en la Juan de Mairena y no os estáis sacando un sobresueldo a mi costa (deben ser mis raíces andaluzas, pero me ha salido algo parecido a la malafollá… jajaja). Un abrazo!

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