El gobierno no quiere “reabrir viejas heridas” reconvirtiendo el monumento de homenaje al fascismo que, bajo la denominación de ‘Valle de los Caídos’ (de los caídos del bando vencedor en la Guerra Civil, por supuesto), los españoles que creemos firmemente en la democracia tenemos que soportar. Una democracia moderna, como pretende ser España, cuenta aún hoy en día con miles de calles, monumentos, edificios, plazas, estatuas, erigidas en honor a un genocida y al régimen sanguinario que oprimió a la población durante casi cuarenta años como consecuencia de una guerra salvaje.
Es de vergüenza. Pero el gobierno no quiere “reabrir viejas heridas”. Esas que sólo pudieron cerrar las familias de los caídos franquistas. Las otras, las del bando derrotado, las que defendían la democracia, la libertad, la dignidad, la legalidad, continúan marginadas por las instituciones públicas, preguntándose dónde se pudren los restos de sus familiares represaliados. Esas decenas de miles de familias no han tenido en casi cuarenta años de “democracia” la posibilidad de cerrar de una vez sus injustas heridas.
Una de las primeras cosas que hizo el gobierno del PP al recuperar La Moncloa fue fulminar la partida presupuestaria destinada a la ley de memoria histórica. ¿Para qué gastar dinero en dar voz a los vencidos si “quienes fueron condenados a muerte” durante el régimen de Franco “sería porque lo merecían”? No, no es la declaración de un falangista o un neonazi (que, lamentablemente, los hay), sino del alcalde del municipio lucense de Baralla, Manuel González Capón. ¿Que de qué partido? Sí, evidentemente, es del PP.
De vez en cuando a alguno de estos indignos se le calienta la boca y se le escapa una barbaridad como la citada, que luego intenta arreglar con el típico “está sacado de contexto”. Pero la realidad es que tales elementos no son residuales. Estoy convencido de que hay muchos militantes y dirigentes del PP que piensan parecido. No lo dicen en voz alta, pero por sus actos los conoceréis. Estos son los mismos que, condescendientes con el franquismo y sus nostálgicos, se enervan porque la izquierda abertzale se pueda presentar a las elecciones (que a nadie se le ocurra ahora pensar que defiendo a los simpatizantes de ETA), o llaman nazis y fascistas a los movimientos sociales que defienden los derechos de las personas por la vía de la movilización.
La ley de memoria histórica contempla la transformación del Valle de los Caídos en un monumento de homenaje a todas las víctimas derivadas del alzamiento militar y la represión posterior, que, evidentemente, son muchísimo más numerosas en el bando republicano. Sin embargo, y en base a ese argumento mezquino de no reabrir heridas, no se hace nada por cumplir la ley (y eso que es tibia a más no poder). Mucho peor: se mantiene el monumento en homenaje al dictador y a sólo las víctimas de la parte vencedora. Yo a eso lo llamo tomar partido de forma descarada.
No es la primera vez que pongo de manifiesto mi indignación con este gobierno heredero del tardofranquismo, y me temo que no será la última. El burdo intento de reescribir la historia suavizando las barbaridades, los crímenes contra la humanidad cometidos durante la dictadura, es del todo intolerable.
Iñaki Anasagasti, veterano dirigente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), ahora senador, escribió en octubre en el diario ‘Deia’ que “lo mejor que pueden hacer con el Valle de los Caídos, previo al hecho de sacar los restos de los allí enterrados, es volar todo”. Nostálgicos del régimen le interpusieron una querella que ahora (menos mal) el Tribunal Supremo ha archivado. Comparto plenamente su opinión. Probablemente lo mejor que se podría hacer es borrar del mapa un lugar que es ostentación del fascismo, de la intolerancia, de la represión, de la opresión, de la violencia sanguinaria de un régimen que, por mucho que traten de reescribir la historia, nadie podrá cambiar lo que hizo.
Lo del alcalde de Baralla es típico: en cuanto se les calienta la boca sueltan una fascistada: lo llevan en el corazón y en la sangre.
Yo los vengo llamando neofranquistas: tratan de ocultar su estirpe con una mal aprendida jerga ‘liberal’, pero están reinventando el ‘Régimen’.
También voto por hacer desaparecer el dichoso monumento: por una necesidad ética; y también por estética: da grima ver desde la distancia tan aparatoso engendro.
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Es que sería inimaginable una simple referencia pública a Hitler en Alemania. Aquí, en cambio, hacemos ostentación del genocida. Saludos.
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Está claro que los herederos de quienes vivieron bien y sacaron tajada «gracias» a ese régimen, (de infausto recuerdo para muchos españoles), no van a tirarse piedras contra su propio tejado.
Nos han hecho creer que la transición fue «un ejemplo» cuando, en realidad, tenemos una democracia de pandereta fruto de una transición inmodélica (como la denomina Vicenç Navarro), pilotada por protagonistas y herederos del régimen y que, aún en democracia, siguieron ostentando puestos de relevancia en las estructuras del poder financiero, político y empresarial.. Por tanto, no son de extrañar los tics dictatoriales de sus descendientes, demócratas de pacotilla, a lo que se les ve la patita fascistoide a la legua; es lo que han mamado de sus mayores.
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Lo llevan en los genes y, con la excusa de la crisis, camufladas entre los hachazos al Estado social «obligados» por Europa, nos están colando todo tipo de medidas ideológicas que emanan de su modelo de referencia. Inaudito. Saludos y bienvenida.
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Lo del alcade gallego es un petardillo si lo comparamos con la orgía pirotécnica, destinada a festejar la resurrección de Franco, que llevan años viviendo en el PP. Desde que Aznar gastase un pastón público para dignificar la figura de su ídolo, vía Academia de la Historia y su «régimen autoritario», las caretas han ido saltando de las faces fascistas de la Faes.
Y lo peor está por venir: Esperanza Aguirre afila garras y pico a la espera de que Rajoy pase a la categoría de cadáver. Entonces nos enteraremos.
Salud.
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Rajoy es un revolucionario comparado con el núcleo duro de la CEDA… digo, del PP. Saludos.
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Es el olor a rancio y ansia de abuso es lo que esta gente lleva en los genes, como bien dices. Ya lo dijo Hobbes: «El hombre es un lobo para el hombre», con perdón de los lobos, que los fascistoides solo son eso, un puñado de residuos dañinos.
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Y son los que hacen las leyes y designan a los jueces… Nunca pensé que pudiéramos regresar a un indeseable pasado. Saludos.
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