Esta noche José María Aznar ha presentado su candidatura para salvar el país. Como gran estadista que es, está dispuesto a sacrificarse de nuevo por el bien común, a ofrecer su experiencia y buen hacer para sacarnos del atolladero en que andamos metidos, ya que el presidente plasmado no parece capaz de hacerlo. Incluso sus compañeros de partido empiezan a dudarlo… Aznar está dispuesto a volver a pasar por el ingrato quebradero de cabeza que es gobernar España. Estoy seguro de que incluso volvería a revivir la engorrosa experiencia de casar a un hijo/a, aunque tuviera que ser mediante una ceremonia de postín y aceptando a regañadientes regalos incómodos que, en ningún caso, repito, en ningún caso, se harían a cuenta de favores futuros…

Cuenta la leyenda que Aznar salvó a España, que la puso sobre la autopista del progreso económico a toda velocidad y que propició el bienestar de los españoles, que lograron unos niveles de riqueza (material) hasta entonces nunca imaginados. Los “inshidioshos”, en cambio, opinan que su “reinado” significó el inicio de la cuenta atrás hacia el desastre. Vivíamos montados en el dólar y a nadie en su sano juicio se le ocurría cuestionar cómo lo habíamos hecho.

Este artículo, sin embargo, no es para analizar la política económica de Aznar ni sus posibilidades reales de regresar al poder. Ni siquiera voy a entrar en consideraciones sobre la previsible guerra abierta que las declaraciones del hombre que hablaba catalán en la intimidad vaya a abrir en el PP. No, este post es el resultado de escuchar la palabra Aznar y automáticamente acordarme de la foto que lo ilustra. La ignominiosa reunión de las Azores. Hace un par de meses se cumplió una década de la imagen donde se escenificó el acuerdo para destruir todo un país basándose en una mentira, una de las mentiras más vergonzosas de la historia de la humanidad.

Saddam Hussein era un asesino, un personaje funesto que merecía la peor de las condenas. Eso es incuestionable. El cuarteto de la muerte (Bush, Blair, y los palmeros Barroso y Aznar) iba a liberar al pueblo iraquí del maligno dictador… y a repartirse el botín, por supuesto. ¿Cómo cabe calificar una guerra inconclusa que provoca docenas de muertos a diario, que lejos de pacificar el país lo ha sumido en una guerra civil encubierta? ¿Qué grado de responsabilidad asume el salvapatrias Aznar en el casi millón y medio de muertos civiles? Sí, 1,5 millones de hombres, mujeres, niños y niñas asesinados en Irak desde la invasión. Y ¿para qué? ¿Con qué justificación?

La revista digital ‘Iraq Solidaridad’ ha publicado un escalofriante trabajo del coordinador de SOS Iraq, Dirk Adriaensens, donde ofrece datos difícilmente digeribles para cualquier persona con un mínimo de humanidad. El artículo es extenso, pero merece la pena consultar por lo menos los terribles números sobre los que trata.

Aznar amenaza con volver. El tiburón huele la sangre y no puede resistirse… Tiene la conciencia tranquila, y es que los tiburones no entienden de sentimentalismos, no admiten errores ni piden perdón… Sólo espero que tengamos un poquito de memoria. Un millón y medio de muertos inocentes son muchas razones para no olvidar.