Seamos felices en la irrealidad de Matrix

Montaje de El Jueves

Madrid aspira por enésima vez a convertirse en sede de unos Juegos Olímpicos. En unas horas sabremos si se los conceden. Hasta Buenos Aires se ha desplazado una delegación española compuesta por ciento y la madre (dudo mucho que cada uno de los desplazados se haya pagado el viaje y la estancia de su bolsillo, pero vamos, seguro que el dinero sale de algún patrocinador patriota) para asistir en directo al anuncio del Comité Olímpico Internacional. Estaría bien ver a la alcaldesa Ana Botella, doctorada en Filología inglesa como mínimo (la rueda de prensa del jueves fue la prueba fehaciente), igual que su marido el de las Azores o el rey de los percebes, también conocido como el presidente plasmado o, más cariñosamente, el señor de los chuches… Decía que estaría bien ver a la Bottle y su colla dar los saltos de alegría que protagonizó Pasqual Maragall hace como 27 años, cuando el señor aquel de pasado un tanto sospechoso que presidía el COI dijo aquello de “à la ville de Barsalona”.

A mis tiernos 12 añitos recuerdo que también di algún saltito ante la tele. Eran otros tiempos. Entonces soñaba con participar como deportista en los Juegos. Supongo que todos los chavales de aquella época lo hacían… y supongo que los de ahora también lo harán si resulta que finalmente Madrid los organiza en 2020. Aunque, la verdad, sospecho que serán sueños bastante menos entusiastas.

No quiero quitarle la ilusión a nadie, ni pretendo criticar a quienes se alegren porque España vuelva a ser país olímpico. Cada uno es libre de sentir, desear y opinar lo que quiera. Faltaría más. Sin embargo, no puedo evitar mostrar mi escepticismo respecto a los beneficios reales que tal evento vaya a reportarnos. Y utilizo la primera persona del plural a conciencia. ¿En qué va a beneficiar a los habitantes de España la lotería olímpica? Está claro que una parte mínima, la aristocracia económica y política, la que maneja el cotarro y hace y deshace para “ayudarnos” a todos, esa sí que se frota las manos (y cosas menos púdicas) pensando en los Juegos Olímpicos. Bueno, pensando en los contratos que derivan de la “fiesta mundial del deporte y el juego limpio”, para ser más exactos. A los demás me temo que nos va a beneficiar lo mismo que la reforma laboral o los recortes en servicios públicos, por mencionar un par de ejemplos de “éxito” del actual gobierno.

Sería bonito que España viviera unos Juegos de nuevo. Sería de justicia, hombre, que cómo van a dárselos a Barcelona y a la capital no, pero a mí la imagen que se me viene a la cabeza es la del pobre que para aparentar se viste cada día con sus mejores galas y conduce un Audi, aunque en casa no tenga ni para comer caliente.

En España, por mucho que pretendan aparentar (no en el dominio del inglés, desde luego), la realidad social es trágica. Por mucho que nos vendan que estamos saliendo del túnel, que lo peor ya ha pasado y que pronto seremos de nuevo el imperio que aterró al mundo, la realidad es que nos están dejando el país en los (tambaleantes) cimientos, y estamos tan perplejos, tan amodorrados, que no somos capaces de reaccionar.

Unos Juegos serían la panacea. La solución a todos los males. La guindilla al pastel de la recuperación. La píldora azul (¿o era la roja?) que nos permitiría continuar felices en la irrealidad de Matrix. El circo que, a falta de pan, alimentaría nuestro irreductible espíritu español, español, español. En definitiva, la cortina de humo perfecta para que la destrucción del Estado social sea una cuestión marginal.

Así pues, preparemos el cava (o la sidra para los susceptibles con lo que huela a catalán) y la bandera rojigualda (si es con toro o con aguilucho, mejor) e invadamos la calle (sin policía que intimide, que en este caso no hay enemigos) para celebrar que España vuelve a ser grande.

6 comentarios sobre “Seamos felices en la irrealidad de Matrix

  1. El orgullo patrio se consigue, creo, a través del conocimiento de la historia de un país, de su cultura, patrimonio y, por qué no, el deporte. Pero cuando en un país se cargan todo eso o lo manipulan, ¿qué esperan? Me da igual Madrid 2020. Me preocupan otras muchas cosas. Para que se enriquezcan cuatro empresarios, hagan negociete otros tantos y se genere empleo de tercera, mejor no. Una lástima. Barcelona 92 lo viví de muy cerca y fue emocionante. Supongo que fue la inconsciencia de la adolescencia. A ver qué pasa.

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    1. Exacto. Tengo la misma sensación que tú: me da igual si Madrid acoge los Juegos o no. Es algo secundario en el actual contexto. Lo que pasa es que hay muchos intereses por convertir el horizonte de los Juegos en el gran objetivo de todo el país, que esconda las penurias a las que nos están sometiendo. Saludos.

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  2. En realidad, además de la candidatura olímpica, hay en juego algo más. Los movimientos en el tablero deportivo no son ajenos a los movimientos en las cloacas del poder dentro del PP y ya veremos qué pasa con Rajoy si Botella consigue hacerse con la cortina de humo olímpica. Entre incompetentes está el juego.

    No es entendible que se promocionen unos juegos que, en la actual situación económica, son una bofetada a mano abierta en el rostro de tantas personas necesitadas, por mucho que nos vendan como beneficio una publicidad y unos euros en la caja de algún establecimiento hotelero. No se comprende que haya más de cincuenta mil voluntarios que trabajarán gratis para que las televisiones, los fabricantes de prendas deportivas, las casas de apuestas y, por supuesto, algunas empresas donantes del PP hagan negocio dejando el déficit de los juegos para el estado.

    Yo sí lo tengo claro: ¡No a las olimpiadas! No mientras los investigadores salen en estampida, la juventud emigra y la pobreza se extiende como un hábitat a la medida de las posibilidades que nos imponen.

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    1. Pues no habrá Madrid 2020. Mucho me temo que esos miles de millones que ya no se gastarán (hasta ahora sólo unos cientos tirados a la basura) no irán a paliar las necesidades en políticas sociales, sino a cuestiones mucho más «vitales» para el progreso del país, como el pago de la deuda infinita y el insaciable sistema financiero…

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  3. No podia dejar de leer tu artículo, aún a toro pasado (hay a quien le encantan los animales en las banderas).

    Por la cantidad de comentarios que uno escucha o lee, me sorprende una encuesta que circulaba por ahí en la que se afirmaba que el 90% de los ciudadanos madrileños apoyaba la candidatura. Supongo que dependerá de los círculos en los que cada uno se mueve.

    Claro que me encantaría saber cómo estaba formulada la pregunta:
    «Apoya usted la candidatura olímpica madrilena?». En plan simple, como «quiere usted la paz en el mundo?» o «quiere probar esta muestra gratuita?». Preguntas donde el sí no cuesta nada, se te cae o lo regalas.

    Otro gallo (de una cabeza), hubiera cantado con algo como «Habida cuenta de la escasez presupuestaria, apuesta usted por dar prioridad a Madrid 2020 por encima de la Sanidad, la Cultura, la Educación…?»
    E incluso una más abierta, que me gustan más: «Escriba en un minuto 10 deseos que sueñe con conseguir ahora mismo». A ver en cuantos estaba el olimpismo. Me da que el sueño común que muchos compartimos va por otros derroteros…

    Seguiremos trabajando en ello ;).
    Un abrazo!!

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  4. Incluso cabe la posibilidad de que los resultados de la supuesta encuesta se los inventaran, pero no seremos malpensados… El problema, Diego, es que en la lista de prioridades, para quienes gobiernan, después de Madrid 2020 vienen otras muchas cosas que poco o nada tienen que ver con los servicios públicos. Ellos soñaban con la candidatura como la panacea para poder seguir viviendo del cuento durante unos cuantos años más. Ahora se quedan sin una gran excusa para hacerlo, pero no dudes que ya buscarán otra cosa. ¿No se atrevió el señor Burns/Gargamel Montoro a decir el otro día que la recuperación de España representaba todo un milagro a nivel mundial? Por increíble que parezca hay mucha gente que se cree barbaridades como esa. También están (estamos) los que van por otros derroteros, el sueño común que comentas, pero convencer a la masa esponjiforme es una tarea titánica y a menudo desesperante.
    Pero sí, seguiremos trabajando en ello. Un abrazo!

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