
Este artículo se publicó hace unos días en la web de intercambio de conocimiento Qué Aprendemos Hoy. Es mi primera colaboración con ellos y ahora comparto aquí una versión algo más extensa… la versión del director. Espero que os guste…
A menudo los seres humanos nos consideramos únicos, ya que poseemos habilidades que nos diferencian del resto de animales. Creemos que hacemos cosas que ninguna otra especie es capaz. Ejemplos: el lenguaje, la conciencia, el amor, la empatía, la tristeza ante la muerte de un ser querido, la búsqueda del placer, etc… Ello nos convierte en seres racionales: analizamos las situaciones que se nos presentan y obramos en consecuencia.
Pues bien, parece que algunos de esos mitos se están derrumbando, ya que diversos estudios científicos están descubriendo que hay otras especies en el reino animal capaces de hacer esas cosas que creíamos reservadas para nosotros. Los elefantes “lloran” a sus muertos; los delfines tienen un lenguaje oral sofisticado, igual que los monos gelada, cuya vocalización resulta cuanto menos inquietante. Los bonobos, que junto a los chimpancés son los primates que más se asemejan a los humanos, utilizan el sexo para liberar tensiones y establecer relaciones sociales.
Ya sabíamos que varias especies de loro son capaces de reproducir el habla humana. Pero las similitudes con las personas no acaban ahí, ya que también establecen parejas para toda la vida. Aunque, claro, hay humanos que en el ámbito afectivo se parecen más a los bonobos…
Laurance Doyle, astrofísico estadounidense que trabaja en el Instituto SETI, está desarrollando un complejo estudio basado en la Teoría matemática de la Información, mediante el cual pretende entender el lenguaje de los delfines y, por tanto, aprenderlo para poder comunicarse con ellos. El objetivo es mucho más ambicioso: comunicarse con seres extraterrestres. Según esta teoría, el lenguaje inteligible cumple unas reglas matemáticas, y los estudios sobre la comunicación entre delfines ya han demostrado que los silbidos que utilizan siguen la misma distribución que el lenguaje humano. Y no sólo pasa con los delfines, sino que otros cetáceos, como las ballenas jorobadas, también disponen de un lenguaje complejo.

Otro investigador, Thore Bergman, de la Universidad de Michigan, estudia desde 2006 el lenguaje de los monos gelada, semejantes a los babuinos, que habitan las cumbres de Etiopía. «Solía mirar por encima de mi hombro para comprobar si alguien me estaba hablando, pero eran los geladas«, explicaba recientemente. «Fue muy inquietante comprobar que vocalizaban de una forma muy similar a los humanos«. Y yo añado: también resulta inquietante escuchar hablar a ciertos humanos. Su similitud con los balbuceos de los geladas estremece…
Delfines y monos que hablan… Bien, podría ser aún más sorprendente. ¿Tanto como que los elefantes son conscientes de la muerte y son capaces de identificar los restos de sus familiares y de otros miembros de su especie? (Y cuando digo restos me refiero a huesos) Pues sí, reconocen lo que en vida habían sido otros elefantes y los tratan con muestras inequívocas de cariño y tristeza. Así lo determinaron los investigadores de la Universidad británica de Sussex que estuvieron observando a estos imponentes animales en el Parque Nacional de Amboseli, en Kenya, hace ya ocho años.
Si existe un comportamiento indiscutiblemente humano, ese es el uso del sexo con intención lúdica (bonita manera de decirlo, ¿verdad?), buscando únicamente el placer y renunciando por completo al sacrosanto deber reproductor (con el consecuente disgusto que ello provoca en la Conferencia Episcopal). Los animales no han descubierto las indudables bondades de tal pecaminoso comportamiento… Pues va a ser que sí. Los delfines practican el sexo por placer, pero los reyes del amor libre son los bonobos, nuestros parecientes genéticamente más cercanos. Para ellos el sexo no es materia tabú. Las hembras llevan la voz cantante, y en cuanto detectan tensiones en el ambiente recurren al sexo para que reine la paz. También lo hacen como muestra de buena voluntad cuando entran en contacto con otros grupos de bonobos. Vamos, que en vez de dispensarse los dos besos de cortesía pasan directamente a conocerse “a fondo”. No extraña, pues, que estos primates sean célebres, además de por su promiscuidad, por su comportamiento extremadamente pacífico. Todo lo contrario que sus primos los chimpancés, cuya principal similitud con el hombre es la facilidad con la que recurren a la violencia para resolver conflictos. Son bastante brutotes.
Observando detenidamente a la sociedad humana resulta sorprendente, y descorazonador, constatar cómo nos hemos alejado de muchos de esos comportamientos que considerábamos patrimonio exclusivamente nuestro. Despreciamos la palabra para solucionar conflictos y hacemos valer la ley del más fuerte. Dejamos morir de hambre a nuestros congéneres y renunciamos a curar las enfermedades de quienes no pueden pagar los medicamentos. O, directamente, nos matamos unos a otros, no por instinto de supervivencia, como hacen leones o chimpancés (acabando con la descendencia del líder depuesto se aseguran de que todas las crías lleven sus genes, que son los de quienes han demostrado ser más fuertes), sino en respuesta a sentimientos destructivos como el odio, la codicia o la venganza, o por irracionales convicciones fanático-religiosas.
La muerte y la destrucción son tan comunes que hemos llegado a insensibilizarnos frente al dolor ajeno, y aunque afortunadamente son muchas las personas que intentan retomar el camino de la solidaridad, la justicia y la cooperación, a menudo nos encerramos en nuestro mundo, ignorando lo que sucede en nuestro entorno. Por no hablar del maltrato al que sometemos al medio ambiente…
Definitivamente, ha llegado el momento de prestar atención a nuestros vecinos, primos, hermanos… los animales.
Quiero acabar con un curioso vídeo que protagoniza uno de los seres más extraordinarios que habitan la Tierra. Se trata de la australiana ave lira, capaz de reproducir a la perfección cualquier sonido que haya escuchado previamente.
Imposible mejorar las imitaciones, ¿verdad? Y vosotros, ¿qué otros animales de comportamiento humanamente sorprendente conocéis?
Muchas veces se nos olvida que todos somos seres vivos, todos sentimos, me cuesta entender como se trata a los toros, no soporto verles sufrir. En una ocasión descubrí este vídeo, y me confirmo lo que sentía desde hace tiempo:
«Todos sentimos».
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Todos sentimos, sin duda, pero los humanos nos hemos apropiado la capacidad para determinar qué seres tienen derecho a defender su dignidad y cuáles no. Y la diferenciación no es entre humanos y el resto, sino entre ciertos humanos y el resto. Comparto tu postura respecto a los toros, aunque habrá gente que diga que sin toreo no existirían los toros, y eso, para ellos, justifica que se les haga sufrir hasta la muerte como parte de un espectáculo. Un abrazo!
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#esanoesmifiesta
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Ni la mía, desde luego…
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Buenísimo este artículo amigo y el video es impresionante.
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Sí que lo es. La naturaleza está llena de maravillosas sorpresas. Gracias!
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