El miedo

MUNCHHoy voy a escribir sobre el miedo. Gestionar este blog no sólo me anima a dejar mis reflexiones, sino también a buscar las de otras personas con cosas interesantes que explicar. Ayer leí un interesante artículo sobre la risa y sus beneficios en el blog de Diego Caminero, un texto que invita al optimismo. Y es que, a pesar de «la que está cayendo» («lo que nos están haciendo», que diría el sabio Emilio Lledó), necesitamos reír. Y aquí es donde enlazo con lo que quería explicar hoy: el miedo que nos domina y que nos paraliza.

El miedo es un sentimiento que tiene que ver con nuestro instinto de supervivencia. Nos avisa de que algo no va bien, de que corremos peligro, y que, por tanto, debemos protegernos. El problema llega cuando esa sensación se perpetúa, cuando vivimos dominados por ella. Y en buena medida eso es lo que está ocurriendo hoy en día. Tenemos montones de motivos para reaccionar, para decir basta y revelarnos ante unas reglas del juego manifiestamente injustas. Sí, nos quejamos mucho. De vez en cuando salimos a la calle para expresar nuestra indignación. Firmamos peticiones para cambiar las cosas. Escuchamos la radio, vemos la tele y leemos la prensa con creciente disgusto. Renegamos, insultamos a los corruptos y a quienes los amparan. Repetimos una y otra vez eso de «adónde vamos a ir a parar» o «esto no puede acabar bien»… pero seguimos actuando como ciudadanos ejemplares, como nuestra sociedad «democrática», nuestro «Estado de derecho», espera que actuemos.

¿Por qué? Pues porque nos domina el miedo. Bueno, no a todos, evidentemente. Hay gente a la que ya le parece bien que las cosas estén como están. Mientras las dificultades no les afecten directamente, lo que les pase a los demás se lo deben de haber buscado ellos. No podemos obviar que hay gente que está de acuerdo con las reglas del juego, y la realidad es que, en mayor o menor grado, todos las acatamos. Hay otra expresión que se oye mucho: «La democracia capitalista no es perfecta, pero es el sistema menos malo que tenemos para gestionar la sociedad», o una variante más de estar por casa: «Virgencita, virgencita, que me quede como estoy».

Tenemos miedo a perder lo que nos queda, a perder nuestro estatus. Y es muy curioso, porque cuando perdemos algo, la frase continúa siendo igual de válida. Si perdemos un trabajo, entonces tenemos miedo a que lo pierda también nuestra pareja. Si resulta que ella también se queda en paro, entonces tenemos miedo de que el gobierno recorte las prestaciones por desempleo. Si eso pasa, el miedo será a que suban los impuestos, etc, etc. Pero no hacemos nada por cambiar las reglas del juego. Porque es que, además, el miedo paraliza. Intentamos adaptarnos a la nueva situación (esa es otra cosa que deriva de nuestro instinto de supervivencia), nos buscamos la vida, pero raramente nos revelamos.

El miedo es el arma principal que ha utilizado el poder a lo largo de la historia de la humanidad. Normalmente los estamentos «superiores» recurren al miedo como primera opción para mantener controlado al pueblo. Así ha sido siempre, y así sigue siendo ahora. Si te saltas las reglas del juego, si te revelas ante el poder, serás castigado. Ahora no te mandan a la hoguera o a la horca, pero, por ejemplo, te multan, te muelen a palos o te meten en la cárcel (pueden ser las tres a la vez) si vas a una manifestación. Si eres un empresario de los gordos o un político corrupto tienes muchas posibilidades de irte de rositas, pero si se te ocurre «oponer resistencia a la autoridad» en una manifestación, lo llevas crudo.

La pérdida de derechos democráticos que estamos padeciendo en los últimos tiempos es insólita e inadmisible. Quienes la están perpetrando, cínicamente dicen que adoptan estas medidas precisamente para garantizar la democracia. ¿Hasta cuándo vamos a seguir tragando? ¿Hasta cuándo vamos a seguir actuando dominados por el miedo, pensando sólo en proteger nuestro ridículo «patrimonio»? Esta actitud sumisa sólo puede llevarnos a acabar perdiéndolo todo, y pensar en lo que pueda ocurrir entonces resulta realmente inquietante.

3 comentarios sobre “El miedo

  1. «Tenemos montones de motivos para reaccionar, para decir basta y revelarnos ante unas reglas del juego manifiestamente injustas»

    «…pero seguimos actuando como ciudadanos ejemplares»

    «¿Por qué? Pues porque nos domina el miedo»

    «El miedo es el arma principal que ha utilizado el poder a lo largo de la historia de la humanidad»

    Exactamente, el miedo es con lo que se ha dominado a todos los pueblos que han pisado la Tierra.

    Y viene acompañado de su fiel amigo, su motivo de ser, su alma esperpéntica: el Castigo.

    Los dioses, la naturaleza, la corona, el emperador, el chaman… Viajes a donde viajes siempre encontrarás en los museos los vestigios del miedo, los instrumentos de castigo y de sometimiento al pueblo.

    Cuando veo estas cosas siempre pienso «menos mal que no vivía en esa época…» Tremenda tontería, si ahora es exactamente lo mismo, no, es peor, porque antes quizá se podía «alegar ignorancia» pero hoy en día no.

    El miedo vive dentro de nosotros, no queremos que sea así, pero lo es. Es tremendamente desolador. ¿Porque yo no voy a una manifestación, cuando desearía estar en primera fila? Por miedo, ¿a qué? al castigo ¿a cual? a que me den una paliza, un tipo 3 veces más grande que yo y armado, o que se la den a un ser querido.

    Por ese mismo motivo, mi propio miedo, es que admiro profundamente a las personas que lo superan, que luchan por los demás, que escriben lo que está escrito arriba de este comentario.

    Cada uno luchamos desde nuestra humilde trinchera, capeando nuestros propios miedos pero avanzando firmemente en nuestras convicciones. Cada uno nos manifestamos como buenamente podemos ¿es suficiente? Obviamente no, pero es un granito de arena, o por lo menos un leve consuelo ante el miedo.

    Somos como niños abrazados a su oso de peluche en la oscuridad, el oso no les va a proteger de nada, tienen miedo, pero abrazarse al oso les hace sentir un poco mejor.

    Un post excelente, de tremendo calado y profunda reflexión.

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    1. Muchas gracias, Mary Mar. Te voy a dar el carnet VIP de ‘la recacha’ 😉
      Respecto al tema del post, fíjate que cuando surge un movimiento con suficiente calado y un amplio apoyo social, que cuestiona las reglas del juego y amenaza con cambiar el orden establecido, que, en definitiva, supera ese miedo paralizante, entonces desde el poder se le intenta criminalizar. Primero se menosprecia, después se cuestiona su legitimidad democrática, se le compara con grupos terroristas y, finalmente, se recurre a la violencia de Estado para reprimirlo. Pasó con el 15M y está pasando con la PAH. La cuestión es que creo que el poder cada vez cuenta con menos apoyos, porque está perdiendo la legitimidad a marchas forzadas. Creo que nos encontramos en un momento de inflexión, pero no sé hacia dónde va a llevarnos el camino… Un abrazo!

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