
Cuando uno decide ser escritor, lo más normal es que acabe siéndolo en los ratos libres, y es probable que lo que escribe encuentre bastantes dificultades para rebasar el ámbito familiar y de las amistades más incondicionales. Aunque si uno decide ser escritor a pesar de todo, y con todas sus consecuencias, las limitaciones temporales y de difusión no van a ser impedimento suficiente para que desista.
Emprender el camino de las letras, dar vida a mundos y personajes que en principio sólo habitan el territorio íntimo de la mente, nunca sabes a dónde te va a conducir. Como digo, es muy posible que no te lleve más que a dar un paseo por el barrio o, quizás, si el paseo es largo, te dé para recorrer la ciudad. Pero a veces suceden cosas extraordinarias, del todo imprevisibles e inesperadas, que te hacen montar en avión para viajar a destinos a priori inalcanzables.
La era de la comunicación global e instantánea en que vivimos tiene aspectos negativos, sin duda. Pero también ofrece oportunidades inimaginables tan sólo unos años atrás, sobre todo para quienes aspiramos a ser leídos. Porque sí, mi aspiración principal al escribir (he hablado a menudo sobre ello) es ser leído. Seguir leyendo “Desde la Patagonia, con amor”