
La escuela catalana tiene muchos problemas, como la del resto de España. Pero como la que yo conozco es la catalana, dejaré los problemas de la escuela del resto de España para que los denuncien sus usuarios.
El principal problema de nuestras escuelas es la falta de recursos económicos. La administración trata a la escuela pública con condescendencia. Loa su función social, el valiosísimo trabajo que desarrollan los docentes y el compromiso de las familias. Pero no pone un euro más de lo estrictamente necesario para que los colegios no se caigan a pedazos y que nuestros hijos no estén abandonados en las aulas.
En nuestras escuelas hay graves problemas de segregación por motivos económicos. Los alumnos pobres van a clase con otros alumnos pobres, y las familias ricas huyen de la red pública como de la peste. Libertad de elección lo llaman. Ja.
Muchas de nuestras escuelas públicas (con que fuera una sola ya serían muchas) sobreviven en barracones. Con la excusa de que no hay dinero, la administración gasta millonadas en el alquiler de módulos provisionales para evitar la construcción de los edificios definitivos, y cuando los datos dicen que no hay suficientes niños, cierran aulas y centros.
En nuestras escuelas públicas el abandono de la administración obliga a las familias, a través de las AMPA, a aportar recursos extra que permitan tener unas instalaciones en condiciones. De esta manera, la educación obligatoria está muy lejos de ser gratuita y sólo es de calidad gracias al esfuerzo de las familias y, sobre todo, del profesorado.
Resulta curioso cómo en un país en el que todos estamos (en teoría) de acuerdo en que la docencia es una de las profesiones más importantes, fundamental para construir una sociedad sana, no hay quien deje pasar la oportunidad de criticar el exceso de vacaciones y las bondades del horario de maestros y profesores. Cínicos.
Evidentemente, hay maestros y profesores que no están lo suficientemente preparados para desarrollar una labor tan fundamental. Eso también lo cargo en el debe de la administración. No es posible crear una maquinaria educativa de calidad con el vergonzoso nivel de precariedad laboral que padece la profesión. Las plantillas de las escuelas están repletas de interinos, las bajas se cubren tarde y mal, y (esto es una opinión muy personal) el nivel de formación podría mejorarse.
La docencia es, sin duda, una profesión vocacional, pero me temo que esa premisa fundamental no está lo suficientemente valorada.
Conclusión: los políticos pasan de la educación pública y sólo la utilizan como arma arrojadiza cuando les conviene. Si no fuera por la presión y el compromiso de familias y docentes, el desastre sería absoluto.
Ahora bien, la escuela pública es patrimonio común. Es un bien querido y, aunque a menudo descuidado, nos duele cuando lo atacan de forma mezquina. Suficientes problemas tenemos quienes dedicamos parte de nuestra vida a procurar que nuestros hijos pasen su vida escolar en el mejor ambiente posible y, dentro de las dificultades, con las mejores condiciones posibles, como para tener que soportar los ataques miserables de politicuchos incendiarios.
Estos últimos días, con la excusa de la afrenta independentista, desde sectores reaccionarios de Catalunya, pero sobre todo de la caverna mediática española y sus dirigentes de extrema derecha, han recuperado la vieja y recurrente campaña del supuesto adoctrinamiento que sufren los niños catalanes en la escuela. Dicen que no se les enseña lengua castellana y que se les obliga a comunicarse en catalán. Aseguran que se les transmiten consignas independentistas y antiespañolas, que en la escuela catalana se cultiva el odio a España.
Todo es mentira. Son mentiras repugnantes cuyo único propósito es propagar el odio a Catalunya. Esos seres rastreros, gusanos que disfrutan arrastrándose por el fango, están alimentando el desprecio y el rencor a todo lo que huela a catalán. Esto ya no va de independentismo, es como cuando el PP impulsó la recogida de firmas contra el Estatut y la campaña de boicot contra los productos catalanes.
Ese falso discurso del adoctrinamiento en las aulas, de la supuesta marginación a la que en Catalunya se somete al castellano, está en la génesis de Ciudadanos, el partido que en las últimas semanas se ha revelado como lo que muchos catalanes alertábamos hace tiempo: es la nueva Falange.
Saben perfectamente que todas esas denuncias son falsas. Saben que en las escuelas catalanas se enseña el castellano como cualquier otra asignatura, que no hay adoctrinamiento alguno, que los niños se comunican en el idioma que les apetece, que no se enseña a odiar a nadie, sino todo lo contrario. Las aulas catalanas están repletas de niños cuyas familias tienen orígenes muy diversos, cuyos padres y abuelos son murcianos, andaluces, gallegos, extremeños, manchegos, valencianos, aragoneses, y están orgullosos de esas raíces.
Están plantando por toda España la semilla del odio hacia Catalunya, una estrategia irresponsable que sólo puede traer consecuencias desastrosas para la convivencia. Usar la mentira, premeditada, como arma política es una forma de actuar rastrera, que lo dice todo sobre quien la practica. Son malas personas.
Y, obviamente, la escuela catalana es muy mejorable, claro que sí, pero no porque en ella se adoctrine, sino por todas las cosas a las que me he referido en la primera parte de este artículo.
La inmersión lingüística es, probablemente, la experiencia educativa de mayor éxito de las últimas cuatro décadas. Que el catalán sea la lengua vehicular en la enseñanza es un acierto y un bien del que nos sentimos orgullosos el 90% de los habitantes de Catalunya. Es la garantía de que nuestros hijos al acabar la vida escolar dominarán a la perfección las dos lenguas oficiales del país. No es teoría, es la realidad, son hechos. No hay un solo catalán que haya sido escolarizado en los últimos cuarenta años que no sepa hablar castellano.
En cambio, y a pesar de haber cursado los estudios en catalán, sí hay muchos catalanes que no hablan catalán.
Me atrevería a decir que no hay un solo catalán que se haya hecho independentista por lo que le han enseñado en la escuela. Le damos demasiada importancia a gilipolleces sin base alguna como el adoctrinamiento independentista para “demostrar” la capacidad de influencia de la escuela en nuestros hijos. En cambio, no parece que nos preocupe tanto el resurgir del fascismo, que grupos de jóvenes y no tan jóvenes desfilen por nuestras calles agrediendo al que piensa diferente, haciendo apología de ideologías asesinas. Eso no es preocupante para los politicuchos incendiarios que mienten a sabiendas sobre la escuela catalana.
No sé, tampoco parece que se hayan parado a pensar demasiado sobre la posibilidad de que haya adoctrinamiento en las escuelas religiosas, en esas del Opus, por ejemplo, donde se segrega a los alumnos por sexo, y que cuentan con subvenciones públicas; también en Catalunya, por cierto.
En serio, haceos un favor: no veáis la tele.
Hola Benjamín.
Me preocupa la deriva que están teniendo tus entradas. Antes que nada te voy a hablar un poco sobre mi familia… Mis abuelos paternos eran de Granada y mis abuelos maternos eran de Zamora. Huyeron de la pobreza y hambre a Cataluña. Allí mi padre y mi madre jugaron, se conocieron, se enamoraron, se casaron. Allí nacieron mis dos hermanas. A los 8 años a mi hermana mayor le diagnosticaron fiebres reumáticas y los médicos le dijeron a mis padres que para se curara tenía que ir a un clima seco. Por eso mis padres emigraron a Madrid. Aquí nacimos mi hermano y yo.
Por lo tanto casi toda mi familia vive en Cataluña…
Como te dije una vez yo creo que todos los nacionalismos son malos. Y es más, de todos los nacionalismos surge el fascismo. De todos repito. Del nacionalismo fascista español ya lo hemos conocido por desgracia durante 40 años. Pero el nacionalismo fascista catalán existe exactamente igual. Siendo de la misma manera el uno al otro. Retroalimentándose. Y haciéndose cada vez más grande el monstruo.
Con respecto a la educación te hablaré de mi familia, de lo que me ha dicho mi familia. No la televisión.
Mi tia Elisa que vive en Cerdanyola ha tenido que ir a hablar con el profesor de su nieto de 9 años porque les dice que «España roba a Cataluña».
Mi tia Tina de Sant Adrià del Besoa me confirmó que a a sus nietos les dieron unas hojas con una «autorización» para acudir a una manifestacion en favor de la independencia. Creando de facto un listado de jóvenes y por ende de sus familias a favor o en contra de la independencia.
Mi prima que vive en Puigcerdà en su clase del instituto les hicieron levantar la mano de «quienes estaban en favor de la independencia» y quienes no la levantaron les preguntaron por qué. Y sabes lo que les tuvo que contestar? Pues como tenía miedo les contó su mayor secreto. Que era adoptada. Y como ella era rumana no sabía de política. Sí Benjamín… miedo.
Mi tia Inma y su marido Manuel profesores de instituto en Olot como no podían continuar con la presión decieron hace unos años permutar su plaza y volver a la tiera de sus abuelos. A Granada. Mis tios han sido militantes socialistas de toda la vida y mi tia Inma siempre dice que ha corrido delante de los grises por la libertad
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Y ahora le quitan la libertad a ella. Mi tio Manuel, su marido (también catalán de nacimiento) directamente dice que se siente como un emigrado político.
Todas estas cosas y más me las dice mi familia. No la televisión. Mi familia por parte de mi padre y de mi madre. Mi familia que en gran parte son de izquierdas. Nada que ver con la derecha rancia de toda la vida. También tengo primos independentistas pero ellos solamente hablan del fascismo español…
Sabes una cosa? Lo mas dícicil de luchar contra monstruo no es la lucha contra él. Sino el no convertirte tú en uno.
Salud.
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Hola, Manuel. No pongo en duda ninguno de los testimonios que comentas. No voy a intentar rebatirlos porque sería absurdo. Claro que habrá casos puntuales en que alguien pueda considerar que en la escuela se imparten consignas políticas; seguro que hay escuelas a lo largo y ancho de España en que a algún maestro/profesor se le habrá «escapado» alguna inconveniencia, pero no he escuchado nunca a ningún político de los que denuncian el adoctrinamiento en las escuelas catalanas insinuar que la escuela española adoctrina.
A mí me duele mucho esta campaña porque llevo toda la vida defendiendo nuestra escuela (sí, la siento como propia), luchando por la escuela pública, siempre tan maltratada, codo a codo con otros padres y madres, y docentes, gente que cree de verdad en lo que hace, que pone lo mejor de sí misma para contribuir a la formación de personas íntegras, educando en el respeto y el amor, nunca, jamás, en el odio.
Sé de lo que hablo, no estoy abducido ni adoctrinado. He estudiado toda la vida en catalán, y doy gracias por ello, porque domino dos idiomas bellísimos a la perfección. No soy independentista, ni mucho menos nacionalista. Mis ideas las sigo teniendo muy claras, y por eso me permito el lujo, en estos tiempos en que lo difícil es nadar a contracorriente, de exponer mis opiniones libremente, siendo consciente de que pueden resultar incómodas e incluso ofender. Hace mucho que llegué a la conclusión de que me debo sólo a mí mismo. Soy honesto, Manuel, y lamento si te he ofendido. Repito que no dudo de lo que te explica tu familia. Me sorprende, porque conozco bien Sant Adrià del Besòs y Cerdanyola, y no son precisamente ciudades con mayoría independentista. Lo que deberían hacer, en mi modesta opinión, es denunciar esas situaciones. Si en algún momento me enterara de que a mi hijo le imparten consignas políticas en la escuela, sería el primero en poner el grito en el cielo. Por suerte, no ha ocurrido (y eso que vivo en un pueblo muy independentista), como no le ha ocurrido a ninguno de mis familiares, todos llegados de Andalucía y Extremadura.
Me reitero en mi opinión sobre los políticos que, de forma irresponsable e incendiaria, alimentan campañas que, repito, fomentan el odio contra los catalanes, sean o no independentistas. En Catalunya claro que hay sectores que fomentan el odio a España, son tan miserables como los otros, me merecen la misma repugnancia. Pero, por favor, que están saliendo ministros a decir que en la escuela catalana no se enseña el castellano y que a los niños se les obliga a hablar en catalán. Me enciende, porque es mentira y no entiendo qué pretenden con ello. ¿Recuperar las competencias en educación? Eso sí que sería garantizar una mayoría aplastante del independentismo.
Gracias por tus comentarios, Manuel. Siempre serás bienvenido, estemos de acuerdo o no.
Un abrazo.
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Comparto totalmente tus reflexiones, añadiría alguna carencía más de la escuela pero desde luego no sería el adoctrinamiento. Que imbeciles hay en todos sitios, es una triste evidencia, pero mi experiencia, de primera mano, es la misma de la que tu hablas en el artículo
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Buf, si me pusiera a enumerar todas las carencias, maltratos y desprecios que sufre la escuela pública, no acabaría nunca. De esas carencias nunca hablan esos políticos tan ofendidos por el «adoctrinamiento».
Un abrazo.
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Hola Benjamín.
Antes que nada agradecerte tus comentarios, el modo claro y honesto en el que los haces. Los tengo muy en cuenta para intentar hacerme un juicio crítico más alla de lo que dicen los medios de comunicación siempre contaminados.
Con respecto a la educación yo soy ferviente defensor de la educación pública, gratuita, aconfesional y apolítica, en el que los profesores no solo deben transmitir conocimientos sino también enseñarles a pensar con autonomía. Pero nunca adoctrinar activa o pasivamente en las aulas.
Uno de los grandes problemas que ha tenido la enseñanza pública ha sido el invento de la derecha de los colegios «concertados» en los que nuestro dinero público se gasta en una enseñanza pseudoprivada. En mi opiión la educación debe ser pública o privada, nada de productos mixtos. Estos productos «mixtos» solo producen segregación de la población y precarización de la pública. Además el profesorado de éstas al no estar sometido a un proceso de oposición y garantía como funcionario sucede que entran en ellas ni los profesores mejores preparados, ni con la mejor protección en la libertad de enseñanza pues si van en contra de las normas del centro corren el riesgo de quedarse en el paro.
Hace tiempo creo (no estoy seguro ya pues mi etapa de alumno teminó hace tiempo) que ya se quitaron los crucifijos y los retratos del rey (lo pongo en minúsculas porque creo que no debe de tenerla) y siempre he pensado que en ese lugar es mejor que esté la tabla periódica de elementos o el abecedario.
Con respecto a la lengua, estoy totalmente de acuerdo con que la lengua vehicular sea en Cataluña el catalán. En Euskadi el euskera y el Galicia el gallego (creo que en Galicia todavía no lo es por desgracia). Que se enseñe castellano también se debe hacer pues además de ser la segunda lengua más hablada del mundo es la que hemos elegido como elemento común en la comunicación del estado. También se debe enseñar en inglés pues actualmente es la lengua que ha elegido el mundo globalizado (por desgracia). El porcentaje de tiempo que se debe emplear eso deberían debatirlo y decidirlo los expertos en la materia, es decir, profesories, pedagogos, psicólogos… nunca políticos. Cuando recuerdo las palabras del idiota del exministro de educación diciendo «hay que españolizar las escuelas catalanas» me da siempre una arcada y otra vez la enseñanza única (un Dios, una patria, una lengua) queriendo establecer un problema donde no lo hay. Y sobre todo la cortedad de miras para el resto del estado. Cuando lo que creo que se debería hacer es catalanizar, galleguizar, euskarizar a España ¿Qué quiero decir? Me parece increíble que en el resto del estado no se de en la asignatura de Lengua y Literatura, ni tan siquiera un trimestre, el resto de las lenguas. Me parece tristísimo que un extremeño, andaluz, o asturiano no sepa decir si quiera «buenos días» en euskera, gallego y catalán. Tampoco se puede elegir como lengua optativa en el instituto y es más fácil aprender chino mandarín que cualquiera de las lenguas del resto del estado. Tampoco existe esa posibilidad en la Escuela Oficial de Idiomas. Las lenguas forman parte de la riqueza de un territorio, es bellísmo contemplar las diferencias, hay que respetarlas y protegerlas. Y no solo las cooficiales también las locales como es el Aranés (del valle de Arán), el Bable (asturiano), el hurdano (extremeño) o el silbo (de la Gomera).
Con respecto a la Historia, tres cuartas partes de lo mismo, se tendían que reunir expertos en la materia (nunca políticos) y hacer una común que explique a los jóvenes de dónde venimos. Da lo mismo en la lengua en la que se explique, si no lo que se explica debe ser verdad. Y debe ser común. Es muy triste ver que hay jóvenes que no saben que el general Franco dio un golpe de estado militar y reprimió a un país durante 40 años; que después de Camboya sea el país con más fosas comunes sin nombre; que cuando quieres un entierro digno de tus familiares se dice que no hay que «abrir viejas heridas» cuando nunca se han cerrado… etc.
En resumen, tendíamos que volver a la educación pública, tendríamos que hacer un pacto de estado con respecto a la educación para largo plazo (ha habido 4 reformas educativas, cada vez peor) para llegar a un acuerdo de lo qué se enseña. Y creo que sobre todo debemos reconocer la plurinacionalidad del estado.
Un abrazo.
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Suscribo cada una de tus palabras. No podría estar más de acuerdo. Ojalá llegue ese día en que los políticos decidan apostar de verdad por la educación pública de calidad. Lamentablemente, lo veo muy lejos.
Un abrazo, Manuel.
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