Tercera entrega del relato (ya puedo decir que largo) que estoy publicando semanalmente en ‘Salto al reverso’. Sara y Luis ya se han instalado cómodamente en el amplio hogar para personajes literarios que habita en mi caótico cerebro.
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(La primera parte la puedes leer aquí, y la segunda, aquí)
Luis se detiene al salir del bar. Respira hondo mientras mira en torno, sin fijarse en nada en concreto. «A las once», se repite nervioso. Ha refrescado. Se frota los brazos un momento y abre la cremallera de la pequeña mochila en busca del paquete de tabaco y el mechero. Con la primera calada expulsa también parte de la ansiedad que lo domina desde hace un rato. La luna llena empieza a asomar tras las montañas. «Vamos allá».
Se dirige a la tienda de campaña en busca de una camiseta limpia, una sudadera, y se cambia de calcetines y calzado previo paso por el baño, donde también se cepilla los dientes. «¿Y si nos besamos?», es uno de los disparatados pensamientos que lo asaltan.
A las once vuelve a estar…
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Esto tiene tu sello. Avanza bien. Preferiría poder leerlo todo del tirón y no esperar a las entregas siguientes, pero también tiene su cosa así. 🙂 Me gusta mucho el estilo, sobre todo en esta tercera parte. Frases cortas que aumentan el ritmo, esas omisiones que hacen avanzar sin que sientas que te has perdido algo, la manera en que intercalas detalles de los ambientes y escenarios. Tal vez me falta alguna intriga, algún detalle, acción, reflexión que pueda hacer al lector pensar que uno y/u otro guardan algún secreto, más allá de esa tensión sexual. Pero me gusta la forma en que los has perfilado porque así hay que leer para conocer y descubrir a los personajes, que son cercanos y reconocibles. Se nota, además, que estás muy cómodo escribiéndolo. O, desde luego, eso me parece. A ver si esto te anima a ponerte con un nuevo proyecto de los gordos. Yo estoy intentando escribir alguna novela, pero no sé… Bueno, ya hablaremos de esto en las cartas. 😛 ¡Un abrazo!
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A ver cuánto da de sí. Sí, me lo paso bien escribiéndolo. No tengo ninguna pretensión, ni un plan claro. Me dejo llevar. Creo que el formato de entregas semanales me da la libertad de no planificar demasiado. Me relaja, ¡jajaja!
Tengo dos novelas empezadas, y quiero acabarlas. Lo haré, pero he decidido no presionarme con los plazos. Además, ha surgido la posibilidad de participar en un proyecto periodístico (remunerado) y no está la cosa como para ir rechazando oportunidades. Seguiré escribiendo, eso por descontado, pero voy a poder hacerlo más relajado y creo que con una perspectiva más adecuada, sin la presión de tener que publicar ya. Pero ya me explayaré en esa carta pendiente.
¡Un abrazo! Ah, y que la presentación de esta tarde sea un exitazo. 🙂
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Muchas gracias y me alegro mucho por ese trabajo. No hay nada como escribir para relajarse sin agobios, metas ni plazos. Yo tengo que quitarme presión, y a veces es complicado. Un trabajito con una buena jornada ayudaría mucho. Ya te contaré qué tal la presentación. ¡Un abrazo!
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