Por fin he vuelto a publicar un relato en Salto al reverso. Os invito a leerlo.
Luis se asomó a la ventana. La calle hervía de actividad. Se fijó en una figura que empujaba un carro de la compra atestado de cacharros. Se fijó más y no sin dificultades decidió que se trataba de una mujer. Era difícil determinar el sexo puesto que vestía con ropas anchas, oscuras, y un abrigo de pana que le iba varias tallas grande. En pleno mes de junio completaba el conjunto con un gorro de lana negro y guantes recortados que dejaban al descubierto unos dedos que desde aquella distancia no podía distinguir, pero que estaba seguro de que no tenían un tacto agradable.
La vagabunda se detuvo y sacó de uno de los bolsillos del abrigo una botella de la que echó un largo trago. Cuando acabó se limpió la boca con una manga cuyo tufo a vino peleón debía alcanzar varios metros a la redonda, y le ofreció…
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Ya la he leído. El giro final me ha molado. Ya se vislumbraba el tema acercándose la mitad de la historia: una calle, un barrio, un mundo empobrecido, triste, inculto,… Me ha gustado el cambio que provocas cuando descubrimos los ojos que miran todo eso y la despreocupación con que lo hace. Sí, así está España y así son nuestros políticos. ¡Un abrazo!
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Exactamente eso es lo que pretendía transmitir, la indeferencia con que los dirigentes políticos observan el mundo real, puesto que ellos viven en uno muy diferente. Me alegro de que se haya entendido bien. Gracias por leerlo. ¡Un abrazo!
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