Soy un insecto. “¡Insecto!”, me gritan por la calle. Total, por acercar mi prominente nariz más de la cuenta a los cuellos rosados, morenos, pálidos, descubiertos o cubiertos de melenas rubias, morenas, castañas, pelirrojas, plateadas incluso; cuellos sobre todo femeninos. Pero me malinterpretan. El mío es un interés exclusivamente científico. No hay motivación sexual alguna, ni la menor pizca de perversión, en mi interés olfativo por mis congéneres.
Al principio no discriminaba mis objetivos. Cual bella mariposa, simpática mariquita o apreciada abeja, iba volando de cuello en cuello, inundando mis fosas nasales de mil y un aromas que me hacían viajar al maravilloso reino de las fragancias. Era como introducirme en las páginas de una novela para dejarme transportar a mundos fantásticos y desconocidos. Seguir leyendo «Insectos comunes»
