Periodismo carroñero

Mahmud Hams - France Presse

Hoy España entera llora la muerte de un niño en un pueblo de Almería. Se da por hecho que fue asesinado por la pareja de su padre. No puedo imaginar el dolor de esa familia. No me entra en la cabeza qué puede llevar a una persona a matar a un niño, salvo la maldad absoluta.

Mi reflexión, sin embargo, puesto que no conozco los detalles, se va a centrar en el tratamiento «periodístico» del caso. El caso… Quizás recordéis que ese era el nombre de un periódico, muy popular, especializado en sucesos como el de ese pobre niño almeriense. Hasta hace unos años, por muy monstruoso que sea el hecho, no habría salido de sus páginas. Hoy no, hoy es el tema de portada de todos los diarios, televisiones, radios y, por supuesto, redes sociales. De hecho, ya llevaban unos cuantos días con ello, desde que se denunció la desaparición del chaval. Y mucho me temo que los buitres de lo macabro continuarán exprimiendo el dolor de la familia y cualquier detalle, cuanto más escabroso mejor, durante semanas, mientras haya carroña en la que escarbar.

La caterva, encendida, alimentada por la ira, ya ha dictado sentencia. Las redes sociales son muy dadas a los juicios anticipados y a las sentencias expeditivas. Cadena perpetua, pena de muerte. «¡Que nos la entreguen!», gritaba la masa anoche a las puertas del cuartel de la Guardia Civil. Incluso había niños portando pancartas que pedían la muerte de la culpable. Una lapidación pública sería una condena justa, ¿no?

Que cierren ya la investigación, que se ahorren el juicio. ¿Para qué? Si ya está todo meridianamente claro. Además, la presunta asesina es negra y sudaca. ¿Se necesitan más pruebas?

El pozo de mierda en que se han convertido los medios de comunicación aplaude con la orejas. Tienen aseguradas cientos de horas de la máxima audiencia. Como antes las tuvieron con el caso de la violación múltiple de una joven en los sanfermines o de la chica asesinada en Galicia. Los mercaderes del morbo sueñan con uno de estos al mes.

Así que no es casualidad que lo que hace unos años se habría circunscrito a las páginas de sucesos, ahora se haya convertido en el alimento principal de los medios de masas. Lo que voy a decir suena duro, pero lo pienso así: la mediatización de esos crímenes repugnantes es una más de las medidas de control que ejerce el poder sobre la opinión pública. Es lógico que nos indignemos, que reaccionemos con las entrañas, que exijamos justicia inmediata, incluso venganza. Y mientras nos ocupamos en digerir nuestra propia bilis y la que se vierte en los medios y las redes sociales, dejamos de pensar en todas esas tragedias que nos afectan en el día a día.

¿Cuántos niños desaparecen en España cada año? ¿Cuántos acaban siendo víctimas de asesinato sin que apenas nos enteremos? ¿Por qué no se les pone el mismo foco mediático? Preguntáoslo. No es por casualidad.

Y ahora llega el momento en que me refiero a la imagen que abre este artículo. Es obra del fotógrafo Mahmud Hams. La tomó durante uno de tantos bombardeos de Israel sobre Palestina, y fue finalista de los Premios Pulitzer en 2008. Imaginaos en la situación. Miras al cielo y ves cómo cae un misil. Me pregunto cuántos niños habría en ese pueblo. En la foto se ve a algunos corriendo. Me pregunto cuántos morirían en ese ataque y en tantos otros. En Palestina, en Siria, en Yemen, en Irak, en Afganistán.

Demagogo, me diréis. Si con eso limpiáis vuestra conciencia, vale, soy un demagogo. Pero eso no hace menos cierto que esas bombas asesinas fueron fabricadas, son fabricadas, en algún sitio; en España, por ejemplo. Y no hace menos cierto que algunos de quienes se indignan (con toda la razón) por el asesinato del niño de Almería quizás trabajen ensamblando esas bombas, o firmen acuerdos comerciales con los estados asesinos que las utilizan, o apoyen las operaciones militares en que se asesina a cientos de niños, sin rastro de remordimiento.

Hay muchas maneras de ser un asesino.

La única diferencia con el caso que nos ocupa es que esos niños muertos no aparecen en televisión, ni exigimos venganza contra sus asesinos, ni siquiera que sean procesados.  Para nosotros es como si no existieran, y, obviamente, con lo que no existe no te puedes indignar ni exigir venganza.

Los monstruos existen, claro que sí. Dirigen el mundo.

Me despido con un ejemplo de dignidad que debería bastar para acabar con la carroña. Lamentablemente, no lo hará.

Toda mi solidaridad con esa mujer que, al menos, merece un poco de paz.

13 comentarios sobre “Periodismo carroñero

  1. Ayer por la noche, me enviaron por whatsapp esto que alguien había publicado en Facebook. Me identifico con tu artículo tanto como con estas reflexiones, ambos casos en la misma línea:

    «Hay que condenar sin paliativos el crimen abominable, aborrecible, inhumano, cruel, brutal, atroz, despiadado, desalmado, bárbaro, insoportable, insufrible, lacerante, sádico, sanguinario, violento y salvaje de Grabriel.

    Un asesinato como el de Rocío Wanninkhof, como el de Sandra Palo, como el de las niñas de Alcácer, como el de Marta del Castillo, como el de Diana Quer, como el de los hermanos Bretón, como el de Mari Luz Cortés, como cualquier asesinato cometido sobre débiles seres inocentes… como el de Aylan Kurdi (¿alguien recuerda quién es?), como los cientos de jóvenes tiroteados en las escuelas norteamericanas, como los 19.000 niños que mueren AL DÍA en el mundo según UNICEFF, 6.400 de ellos por hambre.

    Una parte significativa de España, propensa al circo y al postureo iracundo, ya ha juzgado y dictado sentencia en el caso de Gabriel. De hecho ya lo había hecho antes de saber si el niño había muerto o continuaba con vida, sin juicio, sin saber quién ha sido el autor o la autora. ¡Qué más le da a esa España sedienta de sangre y venganza inmediata!

    ¿Un juicio justo y la estricta aplicación de la Ley española, de las más restrictivas y punitivas de Europa? ¿Para qué? ¡Cadena Perpetua o Pena de Muerte! ¡Y lapidación para la mujer extranjera y negra sobre la que ya se ha dictado el veredicto de la venganza, que no la Ley, tras un juicio sumarísimo de miles de jueces y juezas sentadas ante las pantallas de sus televisiones!

    ¿Que 6.400 niños mueren de hambre? ¿Que mueren millones de niños en las guerras olvidadas o huyendo de las que se recuerdan a diario? ¡Miremos hacia otro lado y sigamos comiendo! A fin de cuentas, no son españoles y no debemos exigir en estos casos la pena de muerte para los responsables, vaya a ser que haya que colgar de un árbol a respetables políticos y empresarios ejemplares patrios.

    Tengo la desgracia de que mi pensamiento se niega a discriminar a unas víctimas de otras, da igual la edad, en función de la raza, la religión, el sexo, el lugar de procedencia o la exposición mediática. No puedo».

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    1. Buenísima reflexión. Gracias por compartirla. Te prometo que no la había leído antes de escribir mi artículo…
      Cuánta miseria moral revolcándose en el fango. Y que tengan que ser esos pobres padres quienes prácticamente supliquen un poco de cordura… Es repugnante.
      Un abrazo.

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      1. No sólo periodismo carroñero. Hoy hemos visto al rey de la bazofia dar un mitin en la mismísima capilla ardiente. No contentos con lo de Rafael Hernando, el Partido Popular va a llevar a todos los padres de niños y niñas muertos en los últimos años al Congreso para la no derogación de la cadena perpetua. Como si fuesen las mujeres barbudas y los hombres elefante. ¡Qué asco de país!

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  2. Entre tanto bárbaro, personas como Patricia dignifican y engrandecen al ser humano. Todo un ejemplo.

    Benjamín, tienes toda la razón: «Hay muchas maneras de ser un asesino».
    Comparto todo lo que expresas en este magnífico artículo.

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  3. Muy buena entrada, hoy en día el periodismo es otro poder, pero con mucho poder, tenemos q saber captar lo q es la noticia con el resto q nos quieren meter, cuanto más morbo más larga hacemos la información, más días dura…. Es ahí cuando el receptor tiene q saber distinguir lo q es la noticia en si y el resto. De eso últimamente sabemos un poco, no es q antes no existiera pero ahora es mucho más descarado, dan la noticia, opinan, juzgan y nos hacen sentenciar al mismo tiempo.
    Esto viene pasando en todos actos q son noticia de importante.
    Es un suma y sigue, lo dicho Benjamín muy buena entrada.

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    1. Muchas gracias, Francisco. Los medios de comunicación no es sólo que formen parte de esta cultura del espectáculo que lo domina todo, sino que son sus principales impulsores. Obviamente, con el beneplácito de la oligarquía económico-política que dirige nuestros destinos. Hay que mantener a la masa permanentemente entretenida, con lo que sea, mientras más escandaloso mejor. Todo es ya espectáculo, desde la muerte hasta la política. Pero por debajo, todo está vacío (o podrido, no sé qué es peor).
      Un abrazo.

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