Desde la Patagonia, con amor

Montaje alumnos 4º Colegio Nº723
Montaje de los alumnos de 4º del Colegio Nº723, Comodoro Rivadavia (Patagonia).

Cuando uno decide ser escritor, lo más normal es que acabe siéndolo en los ratos libres, y es probable que lo que escribe encuentre bastantes dificultades para rebasar el ámbito familiar y de las amistades más incondicionales. Aunque si uno decide ser escritor a pesar de todo, y con todas sus consecuencias, las limitaciones temporales y de difusión no van a ser impedimento suficiente para que desista.

Emprender el camino de las letras, dar vida a mundos y personajes que en principio sólo habitan el territorio íntimo de la mente, nunca sabes a dónde te va a conducir. Como digo, es muy posible que no te lleve más que a dar un paseo por el barrio o, quizás, si el paseo es largo, te dé para recorrer la ciudad. Pero a veces suceden cosas extraordinarias, del todo imprevisibles e inesperadas, que te hacen montar en avión para viajar a destinos a priori inalcanzables.

La era de la comunicación global e instantánea en que vivimos tiene aspectos negativos, sin duda. Pero también ofrece oportunidades inimaginables tan sólo unos años atrás, sobre todo para quienes aspiramos a ser leídos. Porque sí, mi aspiración principal al escribir (he hablado a menudo sobre ello) es ser leído.

Podría recurrir a los lugares comunes de tantos escritores en particular y creadores en general: “Necesito expresarme, liberar mis miedos, mis inquietudes, mis anhelos, mis esperanzas… Escribo sobre todo para mí mismo; que otros lo lean es secundario”. Todo eso es verdad, y estoy convencido de que un elevado porcentaje de artistas lo sienten así. Yo necesito expresarme. Necesito poner por escrito lo que me preocupa y me motiva. Necesito liberar esos mundos que habitan en mi mente. Pero no es verdad que otros lo lean sea secundario. En mi caso, al menos, no lo es.

Yo quiero que me lean, cuanto más mejor, y me gusta pensar que mis textos transmiten una parte de las sensaciones que yo siento al escribirlos. Como lector que soy (porque antes que escritor hay que ser lector) sé que esas sensaciones son diferentes en cada persona, dependen del estado de ánimo, de la percepción que cada uno tiene del mundo que lo rodea, de su personalidad, su ideología, etc. Vamos, que cada lector es un sujeto único y, por tanto, procesa el texto a su manera.

Por eso cuando alguien me escribe para contarme sus impresiones sobre alguno de mis libros, deja un comentario, o sencillamente se interesa por mi trabajo, siento que la decisión de ser escritor tiene sentido. Esas interacciones son muy valiosas para mí, y no es simple vanidad. Las agradezco de veras, porque nadie tiene la obligación de dedicar parte de su tiempo a comentar qué le ha parecido una novela.

En esta era de la comunicación global a veces tengo la impresión de que las redes sociales se convierten en una de esas revistas de anuncios que nadie lee. Todos vertimos en ellas nuestros productos con la esperanza (muy vana, la verdad) de captar la atención de ávidos consumidores.

En ese océano saturado de ofertantes uno acaba teniendo la impresión de que el objeto del mensaje pierde su valor. Todos gritan “¡leedme!” en 140 caracteres, sabedores de que el 99% de los mensajes acabarán ahogados sin que nadie haya reparado en ellos.

Pero el motivo de mi reflexión de hoy no es disertar sobre el potencial publicitario de las redes sociales. Lo que os tengo que contar tiene más que ver con esa capacidad de hacernos viajar a destinos inimaginables, de salpicarnos el camino de letreros que anuncian en letras grandes, bien luminosas: “Sigue adelante, lo estás haciendo bien”.

Hace algo más de dos años, con motivo de una de las “siembras de libros” que convoca El Club de los Libros Perdidos a través de Facebook, contactó conmigo Teresita, una profesora argentina, empleada en una escuela de secundaria en la Patagonia, para interesarse por El viaje de Pau, mi primera novela. Hacía unos meses que la había (auto)publicado y en aquel momento lo que más deseaba era conseguir lectores. El caso es que la conversación fue muy agradable y sentí el impulso de regalársela en versión digital. Ella me agradeció sinceramente el gesto y me adelantó que les hablaría de mí a sus alumnos, convencida de que les haría mucha ilusión ese contacto con un autor español.

Después de aquello me escribió un par de veces para saludarme y decirme que iba leyendo la novela al ritmo que sus tareas le permitían. Una comunicación tan o tan poco extraordinaria como otras que mantengo con la buena gente que he ido conociendo gracias a Internet.

Lo verdaderamente extraordinario empezó a suceder hace un mes, justo después del Día del libro/Sant Jordi. Teresita volvió a escribirme para hacerme una propuesta en la que había estado pensando largamente: colaborar en un proyecto educativo que llevarían a cabo los estudiantes de cuarto de su instituto, el Colegio Nº723 Puerto Argentino, ubicado en Comodoro Rivadavia, una de las ciudades más importantes de la Patagonia.

Podéis imaginar mi cara de sorpresa. ¿Por qué alguien en la otra punta del mundo querría interesarse por mis textos? Pero es que no sólo era eso: los dos cursos de cuarto de la especialidad de Comunicación (equivalente al cuarto de ESO en España) iban a estudiar mi actividad literaria, lo que escribo aquí, en ‘la recacha’, y a preparar una entrevista.

Hoy lunes, 23 de mayo, según me ha ido avanzando Teresita, tienen previsto empezar con la grabación de las preguntas en vídeo, que me enviarán por email para que yo las conteste.

Un total de 58 chicos y chicas de 15-16 años, dirigidos por las profesoras de Lengua (Teresita) y Fotoperiodismo (Viviana), llevan semanas leyendo y analizando algunos de mis relatos, informándose sobre mi carrera periodística y literaria, y preparando las preguntas que van a hacerme. Y yo no soy más que un escritor independiente que (como dirían en Argentina) recién empieza.

Soy absolutamente sincero si os digo que de todas las cosas buenas que me han pasado durante estos tres años, ésta es la que más ilusión me hace. No por la repercusión, ni porque vaya a suponer un empujón al recorrido comercial de mis libros, ni porque me vaya a proporcionar notoriedad en el sector editorial. Al aceptar esta colaboración no he pensado en ninguna de esas cosas.

Yo doy clases de refuerzo escolar a adolescentes como los que estos días están estudiando mi obra (cómo suena eso…). Sé lo difícil que es que se motiven con las tareas lectivas. No sé cómo funciona el modelo educativo en argentina. Por lo poco que me he informado, parece que es uno de los más eficientes del mundo, pero ya sabemos que una cosa son las estadísticas y otra la realidad. De lo que estoy seguro por mi experiencia personal es que buena parte de los jóvenes no encuentran la motivación que nunca debería faltar en la escuela.

La sensación de pérdida de tiempo, de no saber qué objetivo tiene pasar horas escuchando explicaciones aburridas y hacer deberes/tareas/trabajos nada estimulantes, es una de las cosas más tristes que se me ocurren. A esas edades todo debería ser interesante, estar enfocado a extraer la capacidad creativa y a desarrollar el sentido crítico. La escuela no puede ser un ámbito gris, debe ser lo contrario a sentir que uno está perdiendo el tiempo.

Por eso percibir el entusiasmo agradecido de Teresita, el de sus colegas docentes y, sobre todo, el de sus alumnos, vale más que cualquier reconocimiento literario.

Mi interlocutora me cuenta casi a diario los avances, anécdotas simpáticas, la implicación de toda la comunidad educativa, tanto del Colegio nº723 como de la Supervisión de escuelas de la ciudad, y me refiere en cada mensaje ese entusiasmo, el interés con el que están trabajando los chicos y lo positivamente que ello repercute en su rendimiento académico.

Carta alumnos Colegio Nº723 Puerto Argentino
Invitación formal de los alumnos de 4º del Colegio Nº723 para participar en el proyecto.

Sé que es así, no sólo porque me lo explique ella, sino porque tengo pruebas de ese entusiasmo. Hace unos días prepararon una carta para invitarme formalmente a participar en el proyecto. Entre otras cosas, me escriben: “Queremos decirle que nos sentimos felices por ser parte de este encuentro, que estamos trabajando con mucho interés, que estamos leyendo los textos que nos eligieron para analizar, y por momentos nos sentimos ansiosos porque queremos que todo salga bien”. También me dicen que les encantaría conocerme en persona. Y a mí. Ojalá se dé esa oportunidad.

Pero eso no es todo. La semana pasada Teresita me envió los montajes fotográficos que comparto en este post. Son obra de sus alumnos. Me maravilla esa capacidad creativa con la que demuestran el agradecimiento por compartir una experiencia tan bonita.

Gracias a mis libros y a la implicación de gente estupenda he vivido muchos momentos inolvidables en estos últimos años. Los que recuerdo con más cariño seguramente son la presentación de El viaje de Pau en Bielsa y de Con la vida a cuestas en Babia. Esta experiencia, aunque sea en la distancia, tiene implicaciones que van más allá de la emoción del momento.

Comodoro Rivadavia es la capital petrolera de Argentina. Una ciudad de unos 180.000 habitantes cuya prosperidad depende del mercado petrolífero. Es decir, cuando el precio del barril está alto, las cosas van bien, pero cuando, como ocurre ahora, se vende barato, llegan los problemas.

Me explicaba Teresita hace un par de semanas que había habido una huelga general en la ciudad porque las empresas petroleras habían empezado a despedir a trabajadores ante la reducción de su actividad en la zona. Anteriormente ya me había contado que el instituto se encuentra en un barrio humilde y que, por tanto, sus alumnos viven situaciones familiares diversas, algunas complicadas. No puedo evitar pensar que quizás algunas de esas familias se hayan visto afectadas por los despidos.

En España sabemos bien qué significa estar inmersos en una crisis socioeconómica. No llovida precisamente del cielo, no causada por la mala suerte. Sus responsables tienen nombres y apellidos, pero no me voy a poner con ello ahora. Buceando por el blog encontraréis docenas de artículos sobre el tema.

Lo que quiero decir es que saber que esos chicos y chicas forman parte del mundo real, del que sufre las consecuencias de las decisiones de los poderosos, que sus familias trabajan duro para proporcionarles un futuro, me acerca más a ellos. Si leer mis relatos, estudiarlos y preparar una entrevista les ofrece un motivo para aprovechar el tiempo que pasan en la escuela, si va a ser una experiencia que recuerden con cariño, como algo que valió la pena, yo me siento más que satisfecho. No podría imaginar una razón mejor para hacer lo que hago.

Soy un convencido de que la salvación de la humanidad (no en un sentido religioso) sólo puede pasar por el acercamiento entre las personas, a un nivel primario: el contacto directo entre los de abajo, los que formamos parte de ese mundo real que tan a menudo parecen olvidar quienes se mueven por las altas esferas. Los cambios reales tienen que empezar necesariamente desde la base, la que integran las gentes humildes de todos los rincones del planeta, sea cual sea su nacionalidad y su cultura.

Quiero creer que esta colaboración tan hermosa con el Colegio Nº723 Puerto Argentino es un paso, muy humilde, en esa dirección. Entre tanta codicia, odio y destrucción como asolan el mundo habrá que dar muchos pequeños pasos y plantar muchas semillas.

Gracias, amigos argentinos, por esta oportunidad para avanzar juntos.

122 comentarios sobre “Desde la Patagonia, con amor

  1. «Señor Benjamín Recacha:
    Le agradezco mucho su atención y le cuento que estamos muy emocionados por el trabajo que estamos haciendo. Lo tomamos con mucha seriedad y felicidad. Es increíble, porque lo estamos haciendo por primera vez y con una persona importante y maravillosa como lo es usted. Sinceramente es un placer esta experiencia y nos encantaría conocerlo. ¡Le mando un saludo grande!»

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    1. Me suben los colores, Agustina, ante palabras tan cariñosas. Como le he dicho a tus compañeros, me emociona que os hayáis tomado esta experiencia tan en serio.
      No quiero decepcionarte, pero no soy nada importante, no más que cualquiera de vosotros (para mí sois muy importantes).
      ¡Un abrazo!

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  2. «Me llamo Emiliano y quiero decirle: gracias por importarle el tema que le propusimos. Desde Argentina, todo el colegio le agradece por su atención hacia nosotros y porque somos de un colegio de educación pública. Tenemos muchas ganas de concluir el proyecto y completar lo que nos queda. Gracias por su presencia y emoción ante lo que le demostramos, también porque se interesa de que nosotros. No lo conocemos de antes, pero lo que sabemos es que es un buen escritor y se siente por sus expresiones al escribir. Cada frase, al leerla se sienten sus sentimientos o cosas que le pasan en su cabeza. En sus mensajes dice o expresa lo que pasa por su mente y que en la vida real, se notan.»

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  3. «¡Buen día, señor Benjamín! Le quiero agradecer por ese texto inspirador como es «El roble». Hay fragmentos que son tan hermosos y te hacen reflexionar, porque no solo lo escribió para usted, lo escribió para toda una comunidad, un país y el mundo. Hay fragmentos que transmiten serenidad y comprensión. La frase que más me ha llegado, y espero que al resto de mis compañeros igual, es aquella que dice: » las musas vienen y van (…) hay que perseguir sueños. Hay días en que te comes el mundo y otros en que no dejas de preguntarte si de verdad vale la pena». Todo lo que eso significa, lo que usted escribió, es justo lo que buscaba, la frase con la cual necesitaba representarme, desahogarme. Desde ya, muchas gracias. Cariños desde Argentina.

    Nota: Siga escribiendo como lo hace, porque puede haber adolescentes como yo, que le guste sentirse identificado con sus textos. ¡Tire para adelante, Recacha!»

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    1. Qué bonitas palabras me dedicas, Sofía. Dicen que cuando uno publica una novela, un cuento, un relato, un texto cualquiera, deja de ser suyo para pasar a formar parte de cada uno de los lectores. Estoy completamente de acuerdo. Por eso me encanta que mis letras puedan llegar a servirle de inspiración a alguien, como comentas que es tu caso.
      No te preocupes, que no voy a dejar de escribir. La escritura es parte de mí. Muchísimas gracias.
      ¡Un abrazo!

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  4. Benjamín, comencé a leer el blog gracias a un proyecto de lengua… Y sinceramente, me hubiera gustado conocer tu trabajo mucho antes!
    Al leer sentí complicidad, algo que es extremadamente satisfactorio porque me sacó un rato de la realidad para sentirme comprendida y motivada. Lo que sucedió especialmente con «El roble», el que compartí con amigos y me sorprendió su devolución, ya que a su modo se sintieron como lo hice yo.

    Simplemente quiero agradecer la atención que le has dado a nuestro proyecto, que es inusual y nos tiene muy entusiasmados.
    ¡Un abrazo!

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    1. Cómo me alegro, Florencia. Muchas gracias por tus palabras, son muy motivadoras. Es muy satisfactorio saber que mis textos generan tantas complicidades y que fomentan la reflexión, especialmente entre los jóvenes. Soy un convencido de la necesidad de potenciar el sentido crítico entre los estudiantes, que su paso por el colegio sea mucho más trascendente que el memorizar y repetir. Aprender es preguntarse, constantemente.
      ¡Un abrazo!

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  5. ¡Que hermoso trabajo está realizando este equipo!
    Teresita y Viviana ustedes sí que no tienen fronteras! ¡Qué lindo es tener de compañeras a docentes de alma que enseñan a los chicos con el ejemplo de que nada es imposible mientras se trabaje con pasión por ello!
    Señor Benjamín mi admiración y respeto hacia usted que logra capturar y motivar a los adolescentes con las palabras, en una época donde las pantallas nos invaden por doquier. ¡¡Un verdadero logro!!

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    1. ¡Muchas gracias, Mariana! Estoy encantado e inmensamente agradecido a tus compañeras. Que mis textos sean los protagonistas de esta hermosa experiencia es una simple (pero feliz) casualidad. Estoy seguro de que los chicos se habrían motivado igual con otros. Porque de lo que no hay duda es que la literatura fascina. Quizás el truco se encuentra en ofrecer a los estudiantes textos de escritores con quienes se puedan identificar, a los que vean como personas cercanas y accesibles, no como poco menos que mitos a los que jamás podrán conocer.
      A los clásicos hay que leerlos, por supuesto. Pero tampoco es imprescindible que lo hagan como una obligación tediosa. Y a menudo tengo la impresión (aquí en España sucede) de que las lecturas obligatorias son percibidas casi como castigos. Flaco favor a la literatura.
      Es sólo mi opinión (aunque yo adoro leer desde que era un crío).
      ¡Un abrazo!

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  6. Benjamin te felicito de corazón por el desarrollo que está dando tu trabajo. Ellos serán la sociedad de mañana y si se les ayuda a reflexionar les hará adultos más sabios, reflexivos y que pueden llegar a hacer una sociedad mejor.
    Un gran abrazo

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    1. Muchas gracias, Cristina. Me animan mucho comentarios como el tuyo. No es fácil mantener la confianza intacta en un camino como el que he escogido. Es complicado, pero, desde luego, regalos como el que me hacen estas profesoras argentinas son un chute de combustible de largo recorrido.
      ¡Un abrazo!

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  7. Reblogueó esto en Espacio de Cristinay comentado:
    No puedo dejar de compartir esta entrada de Benjamin, para mí tiene un gran valor educativo lo que está compartiendo con adolescentes del otro lado del charco, les llena de ilusión, reflexión y esperanzas.
    Creo que este proyecto sería muy bueno que también lo desarrollarás por aquí, nuestra tierra en general. Benjamin ya lo hace de manera personal en el colegio que está trabajando.
    La infancia y la juventud es nuestro futuro de sociedad y es muy importante cuidarla
    Me ha encantado esta entrada

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