De elecciones y (la dormida) conciencia de clase

unidad izquierda

Ya ha comenzado la campaña electoral. El 20 de diciembre elegiremos la composición del Parlamento español para los próximos cuatro años. Todas las encuestas pronostican un nuevo triunfo de la organización criminal que responde a las siglas PP, lo que me lleva a concluir que (de cumplirse el mal augurio) sigue contando con varios millones de cómplices.

Según la encuesta que se mire, tienen opciones de arrebatar el trono al rey de los percebes Ken, el yerno ideal, candidato del partido antiguamente socialista y obrero, y el muchacho guapetón de la sonrisa profidén, candidato de quienes quieren cambiarlo todo sin cambiar nada. El coletas prácticamente ha quedado descartado, después de que sondeos y medios de comunicación se hayan encargado de pinchar el globo que hace un año parecía crecer imparable. Hay que decir que Podemos (pero no nos lo creemos) ha contribuido a ello procurando modular un mensaje fresco y rompedor para complacer a un electorado que no era el suyo.

Yo era de los que se ilusionaron con el descaro, la irreverencia y la sinceridad de Podemos. Soñaba con una izquierda por fin unida y desacomplejada, moderna y orgullosa de su identidad. Me encantaba ver las caras de terror de los parásitos que llevan décadas expoliando lo público y sus acólitos cada vez que Pablo Iglesias les decía las cosas claras a la cara. Pero era evidente que la batalla se iba a hacer demasiado larga, así que iba a ser muy necesario sumar esfuerzos y refuerzos. Teniendo en cuenta cómo reparte los escaños el sistema electoral español, la unidad de todas las fuerzas progresistas se hacía imprescindible para que el cambio fuera posible.

Con el impulso a Ciudadanos, esto se hizo aún más evidente. De los cabreados que se sintieron atraídos por el discurso de Podemos, no todos tenían ideología. Los había que no se sentían ni de izquierdas ni de derechas, quienes consideran que la conciencia de clase es algo prehistórico. Éstos cambiaron rápidamente a una opción que ha sabido explotar (en Catalunya lo ha hecho con enorme éxito) la ausencia de ideología política, la ambigüedad en las cuestiones que generan controversia y, eso sí, que ha abanderado con la mayor efectividad la defensa del sentimiento nacionalista español. Ciudadanos es un partido españolista sin (aparente) sesgo ideológico, y eso atrae a una gran masa de votantes que no quiere saber nada de batallas de ideas, cuya mayor preocupación es ir tirando, llegar a fin de mes sin que le metan más rollos de los imprescindibles en la cabeza.

El gran error de Podemos ha sido intentar pescar también en ese caladero. Iglesias y compañía no iban a poder deshacerse de su pasado, de sus mensajes inequívocos, de su apuesta por reventar el sistema que tiene secuestrada a nuestra democracia. No puedes modular una apuesta tan clara, que precisamente ha sido la que te ha hecho subir como la espuma. Sí, es posible que unos cuantos exvotantes del PsoE se suban al barco, pero con la estrategia de la tibieza no vas a robarle ni un voto a Ciudadanos y corres el riesgo de perder a muchos de los que pensaban que Podemos era de izquierdas. Ya se demostró en las elecciones autonómicas de mayo.

Ahora parece que intentan recuperar la frescura y algo de radicalidad, pero me temo que es demasiado tarde. Y más cuando unos y otros han renunciado a la unidad. Es tan absurdo que Izquierda Unida y Podemos peleen por los mismos electores

Estoy cabreado, pero sobre todo decepcionado. Una vez más, cuando parecía que había una oportunidad real de cambiar las cosas, la izquierda se enfrasca en sus batallas por la dignidad que nos van a joder a todos.

En Catalunya, la Comunidad Valenciana y Galicia han conseguido conformar frentes más o menos amplios, pero en el resto de España los votos que vayan a parar a la Unidad Popular (¿?) de Alberto Garzón van a suponer unos cuantos escaños menos para la izquierda. Ojo, que no critico a quien les vote. Afortunadamente, yo no voy a tener que elegir entre el voto útil (Podemos) y el que representa más fielmente a mis ideas (Unidad Popular), porque en Catalunya sí van juntos, pero hay montones de provincias en que esos miles de votos que deberían sumar, al final se perderán en la nada, para alegría del bipartidismo.

El caladero de Podemos se encontraba, sobre todo, en la abstención, donde han emigrado miles de personas desencantadas con la política y desilusionadas con los partidos de izquierda. Quitarle votos a Izquierda Unida a la hora de la verdad no es más que calderilla. Debían ser aliados, con un mensaje directo y contundente, sin esos tacticismos que han hecho dudar a muchos de los que acogieron a Podemos con esperanza.

Ojalá me equivoque, pero tendremos que esperar otros cuatro años, a ver si entonces el cambio real es posible.

Es difícil cambiar un sistema en el que la masa trabajadora vive en la fantasía de que forma parte de la clase media. El inconformismo ha quedado sepultado bajo una irreal apariencia de comodidad. Quien tiene cuatro perras para gastar sólo se preocupa por seguir teniéndolas dentro de un mes. No le vendas motos de que luchando por los derechos de todos podemos conseguir una sociedad más justa. Eso son cuentos marxistas del siglo pasado.

Pero la realidad, tan clamorosa como lo era cuarenta años atrás, es que la lucha de clases existe, y los de arriba la están ganando por goleada. Su mayor triunfo, al que hemos contribuido todos, es el haber anulado la conciencia de la clase obrera. Salvados, el programa de Jordi Évole, trató el tema hace unas semanas, de manera muy acertada, en mi opinión. Os recomiendo verlo o, al menos, escuchar con atención las reflexiones de Owen Jones, un joven historiador y activista de izquierdas británico que refleja con acierto cómo la clase obrera ha renunciado a su conciencia social por la estigmatización a la que la sociedad somete a los pobres, los chavs, quienes se buscan la vida como pueden.

La desmovilización es un éxito devastador de la minoría que controla la maquinaria del Estado. Aceptamos nuestro destino, los recortes, los sueldos de miseria, la desigualdad, como algo inevitable, y renunciamos a presentar batalla, a reivindicar nuestros derechos, como sí hicieron nuestros padres y abuelos, y por eso los consiguieron. No sólo eso, sino que en lugar de solidarizarnos con quienes sufren, en no pocas ocasiones tendemos a culpabilizarlos de su situación. El individualismo es un virus terrible.

Sí, puede que la lucha de clases sea algo muy antiguo, pero más antiguo aún es el sistema feudal en el que seguimos viviendo. Ojalá llegue el día en que esa lucha no sea necesaria, pero no porque nos hayan lobotomizado la conciencia, sino porque hayamos logrado de una vez construir una sociedad justa.

Mientras sueño con ese día, yo continuaré luchando, orgulloso de mi identidad y de mi conciencia obrera.

17 comentarios sobre “De elecciones y (la dormida) conciencia de clase

  1. hola Benjamín,
    creo que ya cruzamos algunas palabras a este respecto en otra entrada de tu estupendo blog. por entonces aún no se había cristalizado la separación definitiva de Podemos e IU… y no puedo estás más de acuerdo contigo en cuanto a lo que me hace sentir. tanta memoria de la que presumen los dos partidos y parece que ninguno recuerda la cantidad de veces que la izquierda se acabado haciendo la zancadilla a sí misma por nimiedades. esto me hace sentir más triste que decepcionado, la verdad.
    encima en mi comunidad sí que se presentarán por separado y voy a tener que decidir entre lo que quiero y lo que creo que debo votar.
    en cuanto a Owen Jones, yo lo descubrí hace un tiempo, cuando un conocido me recomendó «Chavs» y quedé deslumbrado. su disección de la sociedad capitalista es brutal. en Carne Cruda (un programa de radio emitido en formato podcast absolutamente imprescindible) le hicieron una entrevista por la publicación de «The Establishment» que está muy, muy bien. te dejo el link por si te apetece echarle un orejazo: http://www.carnecruda.es/2015/06/30/owen-jones-contra-la-casta/

    un saludo,
    siempre es un placer leerte
    Sergio

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    1. Recuerdo aquella charla, Sergio. Siempre es un placer tenerte por aquí.
      Te prometo que estuve a punto de compartir también el podcast de Owen Jones en Carne Cruda. Lo escuché en su momento. Soy un incondicional del programa. Procuro escuchar todos los podcast, porque, como bien dices, es absolutamente imprescindible para cualquiera que tenga un mínimo de sentido crítico y conciencia social.
      Me apunto ‘Chavs’ entre las lecturas pendientes.
      A ver qué acabas decidiendo en cuanto al voto. Ojalá que el 20D haya buenas noticias.
      Un abrazo.

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  2. Excelente análisis del panorama político que se nos ha presentado en los últimos tiempos. Que prometía cambio. Y radical.
    Pero, como dices, el globo se ha ido desinflando y con él mis esperanzas de que éstas sean las elecciones del progreso.

    Un placer leerte.

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  3. Vi la entrevista que le hizo Ebole a Owen Jones y me quedé estupefacta (me encanta esta palabra) ante sus opiniones sobre la sociedad capitalista. Tiene una visión tan real que te pasarías horas oyéndole.
    No tengo demasiadas esperanzas sobre lo que ocurra el 20 D, pero pensemos que la esperanza es lo último que se pierde.
    Besetes, Benjamin.

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  4. El sistema ya no da más de sí y si se acaba aprobando el TTIP, el ir a votar ya no tendrá ningún sentido, porque nos gobernarán las grandes corporaciones, los políticos serán más títeres de lo que ya lo son ahora.
    Tardará más o menos, pero el sistema, tal como lo conocemos, está condenado a desparecer…

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    1. La realidad, Rosa, es que la democracia ya es una ilusión en manos de los intereses de las multinacionales. Nos hacen creer que decidimos sobre nuestra vida, pero hay que hacer un ejercicio agotador de integridad para conseguir que eso sea cierto, aunque sea sólo un poquito. Nos quedamos sin tiempo.
      Un abrazo.

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  5. Hay una teoría que dice que si un partido odiado pero fuerte (Dígase: PP, PRI PND) tienen el 30% de los votantes lo único que necesitan hacer es separar a la oposición para que ningún otro partido pueda tener más de un 25% y así ganar.
    En mi ciudad nos dimos cuenta de eso y decidimos que era más importante molestar al PRI que poner a nuestro candidato favorito. De tal manera que en mi distrito ganó un independientemente con 60% de los votos y en mi ciudad colocamos a un mediocre con una ventaja de 60% contra 20% solo para que no ganaran los mismos.
    En un curioso giro de la trama el mediocre ha trabajado de manera bastante eficiente en los últimos meses.

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    1. Es una buena táctica, y en España durante unos meses creímos que ese momento había llegado, pero, como mala hierba que es (malísima), el PP nunca muere, y la oposición decente, como siempre ha pasado, se pierde en batallas estúpidas de orgullos y dignidades heridas. En fin, a ver qué pasa.
      Saludos.

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  6. Hay que ser optimistas. Nunca en España la democracia ha estado más fresca y ha sido tan plural. Gracias a esto, hoy la ciudadanía puede elegir entre cocacola negra, cocacola de naranja, cocacola de limón, de kiwi, de pera, de mango, de chirimoya, de manzana, de uva, de plátano, de guayabo, de cereales, de chocolate, de miel. Es lo que yo llamo la burbuja democrática, la chispa de la vida que jamás hará estallar el sistema, el definitivo triunfo del american way of life.

    Durante este puente, las grandes superficies mediáticas están abarrotadas de ciudadanos y ciudadanas eligiendo concienzudamente el refresco apropiado para combinar con la ginebra, el ron, el güisqui, el vodka o el matarratas que anuncian cada día los dueños de la gran taberna que es España. Beber para olvidar es el metamensaje que subyace en todos los eslóganes electorales. España padece cirrosis idológica y metástasis neuronal.

    Salud.

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  7. Cómo cambian las cosas, ¿verdad? Ahora parece que el coletas después del debate parece que ha ganado puntos y el señor Rivera se ha venido un poco abajo. Pero es cierto que los discursos de los dos grandes partidos tradicionales han cambiado mucho y, espero, eso se notará sea cual sea el resultado después del 20D. Creo que Podemos no se equivoca tanto porque, por desgracia, y como bien dices en referencia a Owen y ese sentimiento de creernos por encima de lo que en realidad somos, España NO es de izquierdas, en el sentido de que, después de tanto machacar, se asocia al comunismo y, tradicionalmente, IU se ha comido los mocos. Podemos no puede intentar suplantar a IU, lo cual sería un error enorme. Tiene que comerse el terreno del PSOE, de esa gente de izquierdas que se siente cómodo en ese centro ladeado. De paso, si se come algo de la derecha descontenta mejor. No esperaban, desde luego, que les fuera a salir una nueva alternativa respondona que tampoco termina de definirse pero todos sabemos de qué palo van. Por cierto, el libro de Owen de Chavs empecé a leerlo y me pareció muy interesante. Nos faltan pensadores de este tipo o, si los hay, que pongamos el foco en ellos para enterarnos de una vez del mundo en el que vivimos y responder con responsabilidad cuando se nos brinda la posibilidad de tener, durante un ratito, ese poder que se llama voto. Sí, yo soy obrero, y muy orgulloso de serlo. Y no digo de clase baja porque, por suerte, mi pareja tiene trabajo y no le pagan mal. Excelente artículo. ¡Un abrazo!

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    1. Yo sigo pensando que el caladero mayor de Podemos está en la abstención. Sí, también en los socialistas que se sienten traicionados por un PsoE tan capitalista como el PP; pero ésos, si realmente se sienten de izquierdas no habrían huído de un Podemos de mensaje radical. Sin embargo, estos últimos días he recuperado algo de optimismo. El PsoE ha recurrido, desesperado, a la letanía del voto útil, y eso se les puede volver en contra, porque quienes quieren cambio empiezan a tener claro que el voto útil es el de Podemos. Además, las Ada Colau, Mònica Oltra y las Mareas gallegas son «máquinas» muy efectivas de recogida de votos. En Catalunya, por ejemplo, tengo la sensación de que van a arrasar.
      A ver qué pasa el domingo.
      ¡Un abrazo!

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