La guerra siempre es la peor solución

obama gila

¿Cuánto tiempo ha necesitado el gobierno francés para descargar su furia en forma de bombas sobre la ya castigadísima población siria? Dos días. El domingo, dos días después del terrible atentado de París, los cazabombarderos franceses empezaban a cobrarse su venganza en el feudo de la organización fascista que ha conseguido que los europeos no caminemos tranquilos por nuestras seguras calles occidentales.

Las bombas no van a solucionar nada. No van a acabar con el ISIS ni van a extirpar de los cerebros fanatizados el deseo de ganarse el cielo de los guerreros asesinando a unos cuantos infieles.

La guerra es la salida fácil, la reacción en caliente que aplauden los patriotas de palmoteo en el pecho, aquéllos que se encienden escuchando himnos a la sombra de banderas: “Se van a enterar esos moros desgraciados. Ahora van a ver cómo nos las gastamos los demócratas”.

La guerra es el objetivo de quienes dirigen el mundo, de esas macrocorporaciones armamentísticas cuyos inversores se frotan las manos cada vez que sucede una masacre como la de París.

Hoy las acciones de esas empresas cotizan al alza. ¿Cómo no van a hacerlo si las mayores potencias mundiales hacen caja con la venta de armamento a cualquiera que lo quiera comprar? Ayer Estados Unidos anunciaba la venta de miles de bombas “inteligentes” a Arabia Saudí, una de las dictaduras más sanguinarias del planeta y, sin embargo, socio preferente de los adalides de la libertad. También el gobierno español ha hecho y hace negocios multimillonarios con el régimen asesino, que, además de cargarse a cualquiera que ose expresar opiniones críticas, lleva durante todo este año masacrando a la población civil en Yemen (con el apoyo de EE.UU.) y es la principal vía de suministro de armamento al ISIS.

Es una locura. La única conclusión posible es que cualquier cosa es válida si produce dinero (recomiendo encarecidamente la lectura del artículo, publicado en eldiario.es, que la periodista Olga Rodríguez dedica a aclarar el origen del ISIS).

He perdido la esperanza en la civilización. No vamos a aprender nunca. No queremos hacerlo. La buena voluntad no vende, no mata enemigos ni “cura” a los fanáticos. La buena voluntad está condenada al fracaso. La humanidad lo está; es ya un fracaso.

Lo que ocurre en el mundo me hace pensar en un cubo agujereado por el que se escapa irremediablemente el agua, por mucho que tratemos de evitar que se vacíe por completo colocándolo bajo el triste chorrito de una fuente agotada. No hay soluciones, básicamente porque quienes podrían aportarlas están muy lejos de querer hacerlo.

EE.UU., Francia y Rusia bombardean al ISIS (y a los civiles subyugados por los terroristas) mientras venden a Arabia Saudí las armas que acaban en manos del ISIS. El petróleo con el que financian sus atrocidades lo compran países supuestamente enemigos, como Turquía, que paralelamente combate y persigue a quienes han demostrado ser el más efectivo antídoto contra los salvajes: los kurdos, que día a día, gracias a un esfuerzo feroz, están consiguiendo arrebatarles los territorios conquistados en el norte de Siria.

No me creo que los bombardeos persigan poner punto y final a la guerra. No lo creo porque han tenido más de cuatro años para hacerlo y, en cambio, han permitido la devastación de todo un país, lo que ha llevado al exilio a millones de personas, esos refugiados a quienes los malnacidos relacionan ahora con los terroristas mientras se pudren a las puertas de Europa.

Es tan ridículo que, de no tratarse de una realidad tan espeluznante, haría reír:

Vendemos bombas a todos los que se matan en Siria. La población huye desesperada y desesperanzada y, en lugar de darle acogida, le ponemos vallas y la acusamos de terrorista.

¿Qué margen queda para la esperanza en el ser humano? Yo la estoy perdiendo a pasos agigantados. Esto no es más que un tablero gigante de Monopoly en el que las personas ni siquiera aparecemos como una variable a tener en consideración. A no ser que se produzca un atentado en una de las casillas donde los hoteles van a precio de petrodólar; entonces esas muertes sirven para justificar cualquier respuesta, una guerra por ejemplo.

Los asesinos del ISIS están contentos. Están consiguiendo su objetivo de introducir el miedo en nuestras calles, que aumente la desconfianza hacia el diferente, el prejuicio, la xenofobia, que nos peleemos porque “estos muertos te duelen más que aquéllos”. Están contentos porque esas reacciones también calan entre los que se sienten vigilados, prejuzgados, rechazados. Y ese es el caldo de cultivo que necesitan para incrementar su ejército de mártires.

Hace tiempo que perdí toda confianza en nada que pueda salir de las instituciones, no al menos de éstas que tenemos, plegadas al dictado del capital, a las finanzas de casino. Repito que hoy las empresas armamentísticas cotizaban al alza en los mercados, que España y EE.UU. (entre otros) firman contratos multimillonarios de venta de armamento con dictaduras sanguinarias. ¿Hace falta decir más?

El mundo necesita feminizarse. La ley de la selva nos conduce a la extinción tras largos años de sufrimiento. El “yo la tengo más larga” significa el fracaso total de nuestra especie. Hay que cambiar de registro, y eso sólo será posible si se produce una verdadera revolución femenina, como la que están protagonizando las mujeres del Kurdistán turco.

Lamentablemente, no soy nada optimista al respecto.

12 comentarios sobre “La guerra siempre es la peor solución

  1. Estoy totalmente de acuerdo con todo lo q escribes, pero como se arregla esto. Vamos estas siempre con el miedo que vuelva suceder y cambiar nuestro hábitos de vida. O como paso anteriormente echar la culpa los unos a los otros. Cual es la solución? No es nada fácil, lo que mal empieza muy mal termina.
    Un saludo compañero.

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    1. Ojalá tuviera soluciones, pero el problema, amigo, es que aunque las tuviéramos quienes deben aplicarlas tienen unos intereses muy diferentes. Creo que todo es mucho más simple de lo que pensamos: la cuestión se reduce a que el mundo lo dirige la industria armamentística. Y ¿qué intereses tienen quienes fabrican y venden armas? La respuesta es obvia, como demuestra la cotización al alza de sus acciones.
      La solución definitiva, pues, pasaría por acabar con la producción de armamento, una absoluta quimera.
      Un abrazo.

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  2. Me sumo a tu pesisimismo. El mundo ya no es una cuestión hollywoodiense de buenos y malos, sino una cuestión de malos y peores. Y francamente, a día de hoy, no sé a quién colocar cada etiqueta.

    El terrorismo de chilaba, turbante y cinturón explosivo ha logrado todos y cada uno de sus objetivos: ha conseguido, con la necesaria ayuda del otro terrorismo, que Francia —pronto le seguirá el resto de Europa— guillotine las libertades civiles de su ciudadanía dando la razón a cuantos han sostenido a lo largo de la historia que todo el mundo es culpable hasta que demuestre lo contrario, Hítler, Stalin, Mussolini y Franco por ejemplo. Ha conseguido sustituir la estafa financiera que nos sojuzga por la estafa del terrorismo sostenido y alimentado, como bien dices, por el poder económico occidental eliminando de un plumazo los recortes en los ministerios de la guerra y de la represión ciudadana. Ha conseguido que la civilizada Europa haga el trabajo sucio exterminando a quienes huyen del infierno, equiparando los nefastos procedimientos utilizados por unos fanáticos religiosos a los empleados por otros fanáticos. Ha conseguido que renunciemos voluntariamente a nuestros derechos y pidamos armas como recurso homicida/suicida para alimentar la espiral que acabará devorándonos a todos mientras los nerones modernos tocan la lira con deleite observando el incendio provocado por ellos desde las cristaleras de sus confortables e inmunes despachos.

    Han ganado esta batalla, «je suis Le Pen» grita más de media Europa, o Albiol, o Viktor Orbán, o Geert Wilders o cualquier representante xenófobo de la Europa xenófoba que suben en intención de voto como las empresas de armamento suben su cotización en bolsa con cada cinturón explosionado o cada bomba descargada sobre la población civil. Nuestro ministro de defensa espera perder las próximas elecciones para volver a su puesto directivo en las empresas de armamento de las que procede para recoger los dividendos que su paso por el ministerio le ha reportado. Y el negocio del fútbol espera que pase el temporal para volver a lucir en las camisetas los patrocinios de Qatar o de Fly Emirates mientras la FIFA prohíbe otras manifestaciones políticas en los estadios.

    Que alguien coloque las etiquetas de malos y peores: no creo que acierte, las ponga donde las ponga.

    Salud

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  3. Los sistemas macroeconomicos dependen de movimientos fuertes de efectivo para mantenerse estables, USA se ha mantenido en constantes guerras y promoviendo otras para sostener una economía de consumo. La cual con o sin guerras se encuentra al borde del colapso.
    ¿La solución? Básicamente esperar a que la economía de guerra colapse por si misma. (Eso si sobrevivimos)

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  4. Comprendo tu pesimismo. Estoy leyendo «Viajes con Charley», reeditado hace un año, y que Steinbeck escribió en 1960. Dice cosas como esta: «He llegado a saber por larga experiencia que amo a todas las naciones y odio a todos los gobiernos». El problema son los gobiernos: ellos nos educan a su medida, nos manipulan, nos controlan, ellos hacen del mundo la mierda que es. Los seres humanos creo que somos mucho mejores, pero nos insuflan el miedo y el odio como la única forma de tenernos bien cogidos. El capitalismo descontrolado es lo peor que le ha podido pasar a la humanidad. No hago más que oír críticas sobre el comunismo y las muertes que ha ocasionado en el mundo. Pero el capitalismo sin límites es mucho peor. No sé si algún día llegaremos a ver un mundo mejor que este. Ojalá sea así. Un abrazo.

    P.D.: El libro de Steinbeck por ahora me está fascinando. Habla de un viaje por EE.UU. de 16000 km pero más centrado en las personas y en las reflexiones que en los paisajes y lugares. Ahora me gusta más Steinbeck (y ya me gustaba muchísimo) después de conocerle un poco más a través de este libro. Estoy seguro de que te gustaría a ti también.

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