«Les costaba hacerse a la idea de que, por fin, después de todo lo vivido, pudieran estar caminando juntos bajo un mismo paraguas.»
Parecía que hubieran pasado años desde que se conocieron en aquel restaurante. Fueron sólo unas miradas fugaces, suficientes para que él no pudiera sacarse de la cabeza aquel rostro magnético. Ella volvió a sentir aquella noche el calor que la había abandonado tanto tiempo atrás, cuando selló la convivencia con un hombre al que no amaba. Tenían que volver a verse.
Se buscaban en las calles repletas, en los centros comerciales, en el colegio de los críos, mientras esperaban en un semáforo. Regresaron al restaurante, pero nunca coincidieron de nuevo.
En el hastío de sus vidas previsibles se coló la irracional esperanza de reencontrarse. Para él llegó a convertirse en una obsesión. Ella se refugiaba en aquella mirada cálida para soportar una realidad que detestaba.
Una mañana, una más de tantas, sintieron que el corazón se desbocaba. Bastó un instante. Ella giró la cabeza desde el andén en el momento en que el metro se ponía en marcha, y allí estaba él, con la cabeza y las manos pegadas a la ventana, y un paraguas rojo bajo el brazo. Ella se dio la vuelta y estiró la mano, como si con ello pudiera detener el convoy.
Decidió esperar, con la esperanza de que él se bajara en la siguiente estación y regresara. Los minutos se hacían eternos, tenía la respiración acelerada y sentía un golpeteo intenso en las sienes. Cuando el tren hizo su entrada en el andén contrario contuvo el aliento. Miraba nerviosa a través de cada una de las ventanas, esperando verlo bajar. No recordaba haberse sentido tan ansiosa en la vida… No era posible, no podía ser que no hubiera vuelto en su búsqueda…
Fue entonces, en el momento en que la calma resignada tomaba el lugar de la excitación frustrada, cuando vio el paraguas rojo.
La página de Facebook Mundo Palabras ha puesto en marcha un sencillo concurso literario en el que puede participar cualquiera. La única condición es construir un relato breve a partir de la situación que abre este post. El que obtenga más ‘me gusta’ será obsequiado con el libro de relatos Como tú y como yo, de la escritora y amiga Berta Carmona Fernández. Yo ya lo he leído en formato digital, y como me encantaría tener un ejemplar en papel dedicado, he hecho mi contribución al concurso.
Os animo a que participéis con vuestros propios relatos y, si os ha gustado el mío, a que lo votéis aquí.
¡Bravo, Benjamín! Me gustó y así lo indiqué en la página de facebook de Mundo Palabras.
Un abrazo.
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Muchas gracias, Verónica. He visto tu ‘me gusta’, pero si se lo quieres conceder a mi relato deberías indicarlo bajo mi comentario, en el mismo post.
Un abrazo.
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Gracias por la indicación. Andaba falta de brújula y desorientada. ¡Listo!
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¡Muchas gracias! 🙂
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Es un hermoso relato felicidades eres muy bueno adelante.
Un abrazo
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Muchas gracias, Carmen. Un abrazo.
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Me voy a Facebook
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A mi no me ha gustado ….
Me ha encantado…que lo sepas….!!!! wauuuuu que si que siiiiiiii
no tengo face así que no sé si voy a poder votar…
Besos alas y voy a ver que puedo hacer
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No pasa nada por el voto, tu comentario es mucho mejor. 😉
Un abrazo.
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Nada ….lo siento…me tengo que plantear hacerme de face…..mira que ultimamente me ronda….
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Bonito relato, ya tiene usted mi voto!!! Un saludo
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Muy agradecido, amable dama. A sus pies.
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Muy bueno tu relato, sabes trabajar muy bien los sentimientos, me ha encantado, no se, si llegare a tiempo, pero voy.
Me encanta el cambio de tu blog.
Un abrazo
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Muchas gracias, Cristina, siempre tan cariñosa en tus comentarios. 🙂
Y gracias por el voto en Facebook. Un fuerte abrazo.
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