¿Y a mí quién me rescata?

Save the Children - #yamiquienmerescata

Si me pongo a pensar en las cosas que me gustaría conseguir a lo largo de mi vida el ser rico no estaría entre las prioridades. No entiendo que tener dinero como un fin en sí mismo pueda ser el deseo de tanta gente. Comprendo que vivimos en una sociedad que incita al culto al dinero. Continuamente nos bombardean con mensajes en los que el dinero es el elemento central, de forma que en nuestro cerebro se ha instalado la idea incuestionable de que ser rico es algo indiscutiblemente bueno. No sólo eso, sino que es el objetivo vital de buena parte de la población, aunque el 99% de ella jamás llegue a estar no ya cerca sino lejos de lograrlo.

Los anuncios publicitarios en los que el culto a lo material es poco menos que una religión cada vez me producen más rechazo. Me ponen de especial mala leche los de Loterías del Estado y la ONCE, en los que ser rico se destaca como una cualidad, mucho más importante que la dignidad, la honestidad, el amor, la solidaridad… carentes por completo del glamour que otorga la “pasta”.

Quizás opinéis que lo que digo no es más que una pose; que queda muy “progre” lo de rechazar lo material y loar cualidades tradicionalmente más humanas, pero a la hora de la verdad estaría encantado de disponer de una cuenta corriente lo suficientemente cebada como para no tener que preocuparme por si pasa hambre. No soy hippie ni vivo en una realidad alternativa. El dinero es necesario para sobrevivir y es evidente que mientras más tengas, más cómoda será tu existencia, pero si, por ejemplo, a partir de mañana comenzara a propagarse un misterioso virus que incitara a miles y miles de personas a comprar El viaje de Pau me conformaría con tener el dinero suficiente para ir de restaurantes cuando me apeteciera y viajar de vez en cuando.

Si la pandemia fuera de proporciones tales que indiscutiblemente pasara a formar parte del selecto grupo de ricos de España no evadiría capitales, ni establecería mi residencia en un paraíso fiscal, ni haría ingeniería financiera para evitar el pago de impuestos. De hecho, pagaría con gusto los impuestos que procediera, donaría parte de mis ingresos a proyectos de cooperación y patrocinaría iniciativas interesantes de jóvenes emprendedores y artistas.

“Está loco. No se lo cree ni él”. La verdad es que ahora mismo lo pienso así. Habría que ver si mantendría las mismas ideas convertido en el personaje del momento. Reflexionad un momento: ¿por qué resulta tan increíble pensar en que un rico actúe como una persona honesta y solidaria, hasta el punto de opinar que en el caso de que sucediera realmente lo que sería es idiota? ¿Por qué, en cambio, no nos sorprende que un rico procure hacer todo lo posible por mantener su patrimonio intacto, evadiendo capitales y evitando impuestos, y que quiera ser cada vez más rico? Es más, buena parte de la humanidad optaría por el segundo modelo de “ejercicio de la riqueza”.

Ésa es mi impresión, ojalá que equivocada, porque ello significaría que todavía hay esperanza para la humanidad. Hace un rato he leído un artículo en el que aparece un listado de diez comportamientos que nos hacen felices. Entre ellos se encuentra el regalar algo a otras personas y el ayudar de forma desinteresada. Estudios científicos demostrarían que la solidaridad y la generosidad aportan más satisfacción que la acaparación de riqueza, pero no es ése el mensaje que conviene que cale.

Afortunadamente, en España disfrutamos de ricos muy solidarios. Así lo piensa uno de los peces gordos del PP, Carlos Floriano, quien recientemente dio las gracias públicamente a todos los españoles por su esfuerzo, “especialmente de los que más tienen”, que nos está permitiendo salir de la crisis. En su partido conocen de primera mano varios casos de esforzados ricos. Como el marido de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, un esforzado empresario que (presuntamente) habría estado cobrando “por no hacer nada” 7.000 eurillos mensuales sin declarar durante año y medio de una entidad bancaria rescatada con dinero público. Una gota más en el inmenso océano de podredumbre untada en billetes de todos los importes y colores que es el partido que gobierna este país enfermo, que reclama a gritos un tratamiento de choque a base de democracia.

En España cada vez hay más ricos. La crisis ha servido (está sirviendo) para que los que más tienen ganen más. Sólo hace falta darse una vuelta por las noticias económicas: los beneficios de entidades financieras y grandes empresas suben como la espuma y la Bolsa vive días felices. Se acabaron las penurias… para los privilegiados.

Oxfam Intermón advertía recientemente que entre las veinte personas más ricas acaparan 77.000 millones de euros, la misma cantidad que el 20% de la población más pobre. Lo que ocurre en España no es más que el reflejo del mundo en el que vivimos. A nivel global, las 85 personas más adineradas disponen de tanto patrimonio como la mitad más pobre de la población mundial, y la mitad de la renta mundial está en manos del 1% más rico. Un absoluto despropósito.

Esta desigualdad creciente tiene como consecuencia inmediata que cada vez más gente pase a engrosar la lista de quienes viven en riesgo de pobreza: en 1,8 millones de hogares españoles todos sus miembros están en paro. Así, no es extraño, aunque sí alarmante y vergonzoso, que más de 2,8 millones de niños y niñas se encuentren en riesgo de pobreza y exclusión social… mientras desde el gobierno se lanzan obscenos mensajes de optimismo y autobombo por las medidas que nos están “sacando” de la crisis.

Save the Children ha puesto en marcha una campaña para hacer visible esa terrible realidad que desde las instancias oficiales pretenden ocultar: la “salida” de la crisis se está llevando a cabo a costa de los más débiles, por mucho que el señor Floriano se empeñe en agradecer el esfuerzo a las manos que le dan de comer. Bajo el lema #yamiquienmerescata ha hecho público el informe ‘2.826.549 razones. La protección de la infancia frente a la pobreza: un derecho, una obligación y una inversión’, donde analiza de forma exhaustiva la cruda realidad de esos cerca de tres millones de niños abandonados a su suerte por la administración, y que, no lo olvidemos, el día de mañana serán adultos. Otra generación perdida, sacrificada por los poderes públicos para “salvar” el país.

Además de alertar sobre la creciente pobreza infantil, Save the Children ha decidido crear un fondo de rescate a la infancia. La ONG ha colgado 2.826.549 dibujos de niños. Podemos elegir cualquiera de ellos y haciendo una aportación solidaria vía sms (1,20 euros) conseguimos eliminarlo de la página y nos lo envían por email. De esta manera se simboliza el rescate de cada uno de los niños y niñas representados en los dibujos. Yo he “rescatado” a María Ángeles.

A ver cuándo nos da por rescatar el sucedáneo de democracia que se empeñan en que creamos que es la única posible.

11 comentarios sobre “¿Y a mí quién me rescata?

  1. Amigo Benjamin en este mundo hay de todo, de ahi que el mundo gira, cada cual con su conciencia, habria que verse insitu para saber lo que uno haria, estoy de acuerdo contigo… Un fuerte abrazo

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    1. Gracias por tu comentario, Pepi. En este mundo hay de todo, desde luego, pero debería haber unos mínimos de decencia humana que, entre otras cosas, evitaran el sufrimiento de niños y niñas. Claro que decencia y humana son dos palabras cada vez más alejadas. Un abrazo!

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      1. Ay! Benjamin, mi cobardía (llamemoslo así) me hace callar, enmudecer ante ciertos temas, tengo niños y eso me hace tratar con los mios y muchos más, se como dibujan los pequeños….y…..tan solo diré, que de la protección de la infancia, hay muchos que sacan provecho para enriquecerse…Dudo de la autenticidad del dibujo, que con tu buen corazón adquiriste…Besos y abrazos

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        1. Hace tiempo que colaboro con Save the Chidren y de momento no tengo motivos para dudar de su labor. No sé si los dibujos son auténticos. La verdad es que no me parece demasiado trascendente que lo sean. En mi opinión lo importante es que, de una manera original, la campaña denuncia una más de las situaciones intolerables que sufrimos en nuestro país. Espero que sirva para la reflexión de mucha gente. Gracias por compartir tus impresiones. Un abrazo!

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  2. Jodidamente difícil de practicar: «no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita». Parafraseando a Sabina, «son tan pobres que no tienen más que dinero.

    Salud

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    1. Tengo la suerte (o por lo menos lo pienso así) de no ser codicioso. Al dinero le doy la importancia justa: sirve para comprar cosas y pagar servicios, pero en sí mismo no proporciona satisfacción alguna. Los billetes y monedas, si no se les asigna una función, no sirven para nada. Además, tampoco soy caprichoso. No me gusta comprar por comprar: si no lo necesito, no lo deseo. Y hasta ahora no me ha ido mal con esa filosofía. Un abrazo!

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  3. Me encanta la iniciativa para «rescatar» niños. Ojalá fuese tan fácil…

    La verdad es que yo no va he soñado con ser rica, así, en grandes proporciones. Evidentemente me gustaría vivir más holgada, pero creo que el dinero también trae muchos problemas que me dan bastante pereza. Ya, soy rarita, lo sé.

    Muy acertada tu reflexión sobre la honestidad de los ricos.

    Bss!

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    1. Ojalá… En realidad sí que es fácil. Sólo haría falta que ese 1% mirara a su alrededor y durante unos instantes dejara de creer que el mundo es única y exclusivamente el contexto donde acumular dinero y más dinero. Un abrazo!

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  4. ¡Pues sí! A ver cuando somos capaces de hacer algo que no esperan que hagamos: rescatarnos a nosotros mismos para decidir sobre lo que ahora decide el dinero.
    Un fuerte abrazo

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