Correr para vivir

Team Hoyt - Runners
Team Hoyt – Runners

Os voy a contar una historia emocionante. Una de esas historias de superación personal que demuestran que el ser humano es capaz de cualquier cosa, aun en las situaciones más desfavorables. Es también una de esas historias que hacen llorar a moco tendido, incluso a los corazones más pétreos (aunque no lo reconozcan jamás, por supuesto).

Vaya por delante que no soy amigo del recurso de la lágrima fácil y la moralina. Aquellas pelis de Estrenos TV en que la protagonista enviuda joven, con un hijo pequeño al que diagnostican una rara enfermedad incurable, se queda en paro y tiene que echarse a la calle para pagarle el tratamiento, no van conmigo…

“Eh, que tu libro también pretende hacer llorar…” Mi libro es una obra maestra de la literatura, y no se hable más.

Entremos en materia. Rick Hoyt nació el 10 de enero de 1962. Durante el parto el cordón umbilical se le enrolló en el cuello, impidiendo el suministro de oxígeno al cerebro durante el tiempo suficiente para provocarle graves daños irreversibles. De hecho, los médicos aseguraron a los padres, Dick y Judy, que quedaría en estado vegetativo. Lejos de resignarse, decidieron criar a su hijo como si fuera “normal”. Pronto los graves daños cerebrales se hicieron evidentes: Rick no podría ser autónomo en su movilidad ni podría hablar. Sin embargo, también se hizo evidente que la función cognitiva la conservaba intacta. Era un niño inteligente, con las mismas inquietudes que cualquier otro niño. Le gustaba jugar, tenía sentido del humor, aprendía y le apasionaban los deportes.

Rick fue a la escuela pública, igual que sus hermanos. Y pese que tuvo que afrontar las reticencias de una sociedad poco receptiva a lo diferente, su tenacidad y la de su familia se impusieron, llegando incluso a graduarse en la universidad. Contó con alguna valiosa ayuda, como la computadora que diseñaron expresamente un grupo de ingenieros de la Universidad de Tufts para que pudiera comunicarse por escrito…

“Oh, qué bonito… Pero historias de integración de personas discapacitadas hay muchas, y esta ni siquiera es de las más sorprendentes”. Paciencia, que lo bueno empieza ahora.

A los 15 años Rick le dijo a su padre que quería participar en una carrera solidaria en beneficio de un ex compañero de escuela. Pero claro, él solo no podía, así que le pidió que le ayudara. Bueno, básicamente se trataba de que el señor Hoyt tenía que correr empujando la silla adaptada de su hijo, quien disfrutaría de la brisa en su rostro mientras él sudaba la gota gorda durante unos 8 kilómetros. El hombre, que era un padrazo, evidentemente aceptó.

Al bueno de Rick le encantó la experiencia y no tardaría en pedir a su padre que lo llevara a más carreras. Así que al esforzado progenitor, que era el típico casi cuarentón americano amante de las barbacoas pero poco dado a rebajar grasas mediante el ejercicio físico (lo he adornado un poco, lo reconozco), no le quedó más remedio que ponerse en forma, porque, admitámoslo, correr empujando una silla de ruedas no es como pasear un carrito de bebé.

El equipo Hoyt pronto fue habitual en todo tipo de carreras, pero aquello no había hecho más que empezar. El apetito atlético de Rick era insaciable, y se le metió en la cabeza que quería correr… una maratón. Así que en 1981 participaron en la de Boston (llevan 31 y ya han anunciado que correrán la del año que viene), la primera de una lista que 32 años después llega a las 70.

Pero aquello no era suficiente… “Papá, que digo yo… ¿qué te parece si incluimos en nuestro calendario de acontecimientos el triatlón?” Es decir, esa prueba tan llevadera que consiste en 1,5 km a nado, 40 km en bicicleta y 10 km a pie. La verdad, el hombre le había cogido gustillo a hacer deporte. Ver a su hijo feliz, sintiéndose un ser humano completo, lo hacía inmensamente feliz, pero había un “pequeño” problema: Dick no sabía nadar. En fin, que no le quedó otra que aprender y entrenar duro. Lo siguiente era resolver la manera cómo Rick iba a completar la parte de la prueba que se desarrollaba en el agua… Pues bien sencillo: tumbado en un bote hinchable que iría atado a la cintura de su padre.

¿Alguien duda sobre el desenlace? Evidentemente, el equipo Hoyt superaría no uno, ni dos, ni tres triatlones, sino más de 250 hasta la fecha.

Y no queda ahí la cosa. Comprobado que su padre era poco menos que Superman, Rick se planteó nuevos retos. A ver, algo más duro que una maratón y un triatlón… “No sé, voy a buscar en Google, a ver qué sale… Anda, mira, esto de la Ironman puede estar bien”. Y tanto que lo está: 3,8 km de natación, 180 km pedaleando y, de postre, una maratón (42,195 km). Para entonces Dick habría sido capaz de superar cualquier reto, de modo que aquello fue pan comido. De hecho, han superado seis Ironman. En total, 1.100 carreras de todo tipo, incluyendo maratones, medias maratones, duatlones y triatlones. Además, en 1992 recorrieron más de 6.000 km por Estados Unidos durante 45 días.

Qué, ahora ya no es sólo la típica historia del discapacitado que logra romper barreras, ¿eh?

El caso es que hoy en día padre e hijo siguen compitiendo. El señor Hoyt, a sus 72 años, está en plena forma. Rick se ha independizado e, inmensamente agradecido a su padre, explica que su mayor deseo sería poder ser él quien lo empujara en una carrera.

Ambos dedican parte de su tiempo a dar charlas motivacionales, relatando su increíble historia, una verdadera historia de amor incondicional. Si queréis ampliar la información, os recomiendo que visitéis la web del Team Hoyt.

Ahora os invito a que visionéis el siguiente vídeo, que resume en cuatro minutos la aventura de los Hoyt. Advierto que no podréis contener las lágrimas. De hecho, si alguien lo consigue prometo cargar con él/ella en un triatlón (borraré cualquier comentario que reclame el premio).

Ay, esas lagrimillas… Antes de acabar quisiera informaros sobre la interesante iniciativa que, bajo el lema Drives Solidarios, ha puesto en marcha la Fundación Tenis Madrileño con el objetivo de difundir los valores integradores del deporte y en concreto del tenis. Hasta el 15 de junio se desarrollará un amplio programa de actividades gratuitas, con la participación de más de 300 escolares, exhibiciones de tenis en silla de ruedas, concursos de saques, charlas, e incluso un torneo en el que participarán algunos famosos. Si vivís en Madrid o estáis por allí durante estos días, podéis consultar toda la información aquí.

15 comentarios sobre “Correr para vivir

  1. Muchas gracias Benjamín por compartir esta bella historia de amor entre un padre y un hijo. No sabía toda su historia y eso les hace todavía mucho más grandes como personas. Buenas noches!! =)

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    1. Yo más bien diría que no son tiempos en que la solidaridad sea considerada un valor para mejorar las cosas, no a nivel de las altas instancias político-económicas, pero sí que hay montones de ejemplos de actitudes solidarias y comprometidas. Un ejemplo de actualidad sería la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, pero hay muchos más. Lo que pasa es que el poder hace todo lo posible por desprestigiar y cortar de raíz cualquier expresión de ese tipo que pueda cuestionar su nociva labor. Saludos.

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  2. Te puedes creer que he visto este vídeo un montón de veces y todavía a día de hoy no puedo evitar llorar y emocionarme. Es una historía realmente extraordinaria, cuando conocemos historias así nos damos cuenta de que no hay nada imposible en la vida, que podemos conseguir todo aquello que queremos.
    Saludos,
    Ana Belén.

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    1. Como le dije a Puri por twitter… acabas de perder una triatlón a coscoletas, je, je… Sí, es una historia increíble. Y lo sería con que sólo hubieran hecho una carrera, pero es que llevan ¡más de mil! Las lágrimas de emoción son inevitables… Por cierto, ¿no has leído el post sobre la bailarina? Un abrazo!

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  3. Este vídeo lo ponemos en nuestros cursos. Lo habré visto unas chococientas veces y siempre se me acaba metiendo algo en el ojo :p. Automotivación desde el amor profundo y la superación. Me encanta y muchas gracias por escribir su historia, ahora podré añadir más detalles a este equipazo. Y para que rime… un abrazo!

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  4. Pues sí, me ha gustado, y mucho… El amor de un padre es incondicional, pero la fuerza y la valentía de esta familia es brutal, está fuera de lo normal, desde luego.

    Esta es una prueba más de que hay dos formas de encarar un problema: sucumbiendo a él o como elemento motivador para hacer cosas, que si su vida hubiese sido más «normal» seguramente ni se hubiesen planteado.

    La recompensa no son todas esas cifras a sus espaldas, sino la relación y el vínculo que han conseguido a tener ese padre y ese hijo. Una relación en la que no tiene cabida la rutina que tantas veces nos hace olvidar lo importante que es decir y demostrar a los que tenemos cerca lo que sentimos por ellos.

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    1. IMPRESIONANTE !!! Menuda lección en tan sólo 4 minutos.
      No conocía la historia y me ha encantado ver el vídeo, ésta familia me ha enseñado que todas las metas que te propongas son alcanzables. Como dice Killian el poder está en la mente y si la controlas conseguirás todo lo que quieras.
      Por supuesto no he podido controlar las lagrimillas, así que por está vez te libras.
      Salu2

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      1. Ja, ja! A mí me habló de esta familia un amigo hace algún tiempo, pero lo había olvidado, y el otro día buscando información tope con la historia y pensé que era perfecta para escribir un post. No está mal tener buenos ejemplos en que fijarse de vez en cuando, teniendo en cuenta cómo está el patio… Un abrazo!

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