«Indignación de boquilla»

12M en Barcelona
12M en Barcelona


Soy un paria, un farsante, un fascista y un malnacido
. Así es como califica un concejal de Castellón del PP a los integrantes del movimiento 15M, y yo me considero uno de ellos, lo reconozco. Ojalá hubiera muchísimos más. Esta tarde he asistido con mi hijo de cuatro años, Albert, a la manifestación que se ha desarrollado en Barcelona, que pretendía demostrar que, dos años después, el espíritu del 15M, un soplo de aire fresco entre tanto lodo, que tantas conciencias y simpatías despertara, sigue más vivo que nunca.

Cuando llevábamos una media hora en procesión, Albert me ha dicho que quería ir al parque. Le he preguntado que si no le gustaba la manifestación, y me ha respondido que no (siendo la alternativa el parque…). Entonces me ha salido el espíritu “concienciador” y le he explicado que estábamos allí para que los que mandan sepan que queremos escuelas, hospitales, parques, trabajo… “¿Y árboles?”, ha añadido él. “Sí, claro, árboles también”. Total, que hemos continuado un poco más y, evidentemente, hemos acabado en el parque más cercano a la parada del bus que nos tenía que traer de vuelta de Caldes de Montbui.

12M en Barcelona II
12M en Barcelona II

Confieso que me he llevado una pequeña (o no tan pequeña) desilusión al comprobar que de los cientos de miles de personas que salimos a la calle en mayo de 2011 y un año después, hoy sólo quedaban unos pocos. He leído que la Guardia Urbana cifraba el seguimiento en unas 5.000 personas. Sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo. No podía haber muchas más. La dinámica en otras ciudades ha sido parecida. Madrid ha salvado la cara llenando de nuevo la Puerta del Sol, pero el balance, a mi entender, no puede ser optimista.

12M en Barcelona III
12M en Barcelona III

España vive una realidad socioeconómica muy trágica. Las encuestas se empeñan en demostrar día tras día que la gente está harta, indignada, cabreada. Que reniega de la clase dirigente, que no tolera la corrupción, que está dispuesta a dar un vuelco al actual panorama político, y que apoya, más que nunca, a movimientos sociales como el 15M y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Pero a la hora de la verdad expresar esos pareceres en la calle, demostrar que se está dispuesto a pasar a la acción, no entra en los planes de la mayoría. Es desconcertante… y muy triste.

No pretendo ofender a nadie, pero a eso se le llama “indignación de boquilla”. Lo que me da más rabia es que mañana los que están conduciéndonos a la miseria saldrán ante los micrófonos a presumir de que la ciudadanía no apoya a los movimientos radicales y comprende que los sacrificios que está obligándonos a hacer el gobierno (contra su voluntad, por supuesto) son desagradables pero necesarios. El tan refrito “único camino posible”… Y no tendré argumentos de peso para negarlo. Porque, si en verdad la gente está indignada y valora a los movimientos sociales muy por encima de los partidos políticos tradicionales, ¿por qué da la espalda a una convocatoria como la de este domingo, que no podría ser más oportuna y necesaria?

El camino que vayamos a emprender como sociedad depende única y exclusivamente de las acciones individuales de cada uno de los ciudadanos/as que la componemos. No confiamos en los políticos ni en el funcionamiento del sistema, que consideramos injusto. ¿Y entonces, qué? ¿Esperamos con cara de circunstancias, sentados en el sofá, a que el genio de la lámpara nos saque las castañas del fuego? Tenemos que reaccionar de una vez, porque si no somos los responsables de la vergonzosa situación que nos está asfixiando, sí lo somos de no hacer nada para cambiar las cosas.

15 comentarios sobre “«Indignación de boquilla»

  1. Es ‘fácil’ de comprender el porqué. La gente apoya los movimientos sociales, pero (de momento) tiene dinero para ir al McDonald’s, para tuitear desde su Samsung y para comprarse unos pantalones de 12€ en el Bershka. Y todas estas cosas eclipsan la situación. Comparten la indignación, sí, pero les da igual mientras ellos y ellas puedan saciar sus «necesidades básicas». De hecho, si pudiesen «pegar el palo», como hacen y han hecho muchos políticos en este país, lo pegarían, pues su modus operandi no es luchar por una sociedad mejor, sino su propia supervivencia.

    Un saludo.

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  2. Estoy de acuerdo con tu análisis, pero si seguimos siendo tan «egoístas» estamos condenados a repetir los mismos errores (si es que algún día salimos de ésta) que nos han traído hasta aquí. Es muy importante que la llama de movimientos como el 15M no se apague, sino que se reavive con más fuerza y nos zarandee la conciencia. Insisto, a ver si despertamos de una vez. Gracias por tu comentario.

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  3. Yo no creo que sea porque la gente pueda saciar sus necesidades básicas.

    Creo que más bien es que la gente está desilusionada. Lo que pasó hace 2 años fue algo fantástico, necesario, por fin despertamos y dijimos que ya estábamos hartos de la situación. Pero ¿ha servido? ¿ha cambiado algo? ¿hemos ido a mejor? Al contrario, estamos aún peor y no sé hasta donde vamos a llegar.

    Cuando ves que todos tus esfuerzos no sirven para nada, que no te escuchan y que les da igual cómo estés, te vienes abajo. Y eso es lo que creo que está pasando.

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    1. En parte es así, pero cuando ves a medio millón de personas en la calle esta tarde celebrando la liga del Barça no puedes evitar pensar que si no les habría costado el mismo trabajo bajar un rato ayer a expresar esa desilusión. Sin presión social se creen legitimados a hacer lo que les dé la gana y quejándonos en el bar o en casa seguro que no conseguimos nada. Gracias por tu comentario!

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  4. Estoy totalmente de acuerdo en todo lo que dices.

    Me siento muy identificada contigo y hoy mismo, lo que tu expones de que no hacemos nada por cambiar lo que nos han impuesto, se lo decía a varias personas.

    ¿Por qué somos tan pasibles a estas injusticias?

    ¿Por qué sólo de «boquilla» decimos que vamos a hacer esto y aquello y el resultado es nada?

    Ante las injusticias me niego a ser pasiva y en lo que esté de mi mano, ayudo.

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    1. Cada uno desde nuestro entorno personal podemos hacer algo por cambiar las cosas, aunque sólo sea intentando que nuestros compañeros, vecinos, amigos y familiares reflexionen sobre su propia actitud. Muchas gracias por pasarte por esta recacha!

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  5. Totalmente identificado contigo.

    Me ha encantado tu post y es la cruda realidad.

    España en estos momentos tan difíciles, está de brazos caídos. No sé si es por el desánimo de las circunstancias que estamos viviendo individualmente cada uno.

    Creo que #entretodospodemos cambiar y que la unión hace la fuerza.

    Tengo esperanzas, de que algún día España despertará, se levantará y luchará por sus derechos.

    Me niego a rendirme y a pensar que esto no puede cambiar.

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    1. Es lo que comentaba Idoia. Sí, estamos desilusionados, hastiados, pero, como dices, con los brazos caídos no vamos a ninguna parte. Tenemos que hacer lo que podamos, sentir que lo estamos intentando, para obligar a quienes gobiernan a cambiar su actitud. Claro que no es fácil, pero nunca ningún cambio social significativo lo ha sido. Gracias por tu aportación!

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  6. Al margen de otras consideraciones como las que se apuntan en los comentarios, creo que tenemos un problema de saturación. A estas alturas de mi vida, mi cuerpo acumula tantas horas de protestas y manifestaciones como, quizás, de comida o lectura. Y tengo cuerda para más (el día que no me veáis en la mani, buscad mis cenizas en el aire).

    En los últimos tiempos he asistido a manifestaciones a razón de casi dos por semana, unas más numerosas y otras menos, unas más ruidosas y otras menos, unas más reivindicativas y otras menos, cada una con su propia personalidad.

    Y, desde hace tiempo, he asistido a manifestaciones dentro de las manifestaciones, como si de una matrioska ciudadana se tratara. Es difícil de explicar a la ciudadanía de a pie a qué se debe tanta convocatoria diferente y tanta dispersión en un recorrido de dos horas con apenas dos mil personas en la calle. Yo misma me lo pregunto a veces.

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    1. La saturación la compendo en quien, como puede ser tu caso, participa en todas las convocatorias y, pese a tanto esfuerzo y sacrificio, no acaba de ver resultados. Eso puede ser muy desalentador. Pero ¿qué saturación puede sentir quien sale a la calle una vez al año? Más bien creo que la mayoría de la gente prefiere apartar la mirada y prestar atención a las cosas que no le suponen mayores quebraderos de cabeza. Eso de implicarse socialmente y de manifestarse es muy cansado y no sirve para nada…

      De tu comentario surge una cuestión muy interesante: ¿es necesario convocar protestas a diario o sería más efectivo un movimiento más unitario con acciones puntuales que consiguieran mayor presencia?

      Muchas gracias por tu aportación. Espero seguir leyéndote por aquí.

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