Los bordes de los campos de cultivo a las afueras de Caldes de Montbui, el precioso pueblo donde vivo, durante estos días están salpicados por montones de preciosas amapolas. Una ilustre bloguera, de nombre Ikram e identidad crustácea, me animó a fotografiarlas… Y aquí están. Por cierto, no dejéis de visitar su blog, ‘La inmortalidad del cangrejo‘. Quedaréis atrapados por sus ingeniosos artículos, rebosantes de sentido del humor.
¡¡¡¡Wow!!!! ¡¡Qué regalazo!! ¡Abrumada estoy! Mil gracias, son preciosas. Es una flor que lo tiene todo: la delicadeza de sus pétalos, la pasión de su color, lo efímero de su existencia. Para mi es como una definición de la felicidad.
¡Muack!
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A mí lo que más me gusta es el contraste del rojo chillón con el verde tan vivo que tienen los campos después de tanta lluvia. Me alegro de que te hayan gustado!
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